Libérame

Capítulo 45

 

Atravesamos injusticias y alegrías por igual, caemos y creemos que es el fin, a veces pensamos que no es sencillo... La parte más difícil del final es el nuevo comienzo...

Carta del cambiante jaguar Phillipe Bernardt, escrito días antes de ser ejecutado por asesinato en robo a mano armada. Octubre 2, 2432.

 

゜・。。・🐺🌙🐺・。。・゜★

 

Quería hacer una última cosa antes de terminar con las tareas del día, una que al lobo no le agradaba mucho, pero al hombre le parecía correcto solucionar de inmediato. Al detenerse en la entrada oculta de la base subterránea -que tuvieron que modificar para que vuelva a ser secreta debido a que los lobos Blue Storm ya sabían sobre su ubicación-, Derek miró alrededor, hacia arriba, y al asegurarse de que no hubiera nada más que silencio absoluto, movió el arbusto sintético, en el panel de control introdujo el nuevo código y esperó por la confirmación. Cuando un sonido grave fue seguido de un consistente click, tiró de la manija hacia arriba y luego deslizó la puerta despacio a la derecha.

Bajó los escalones con prisa mientras escuchaba detrás el cierre automático, y se encaminó a las celdas de reclusión, la gran mayoría estaban vacías debido a que los invasores liberaron a todos los prisioneros que mantenía encerrados por cometer delitos contra su clan, o para ser precisos, a aquellos que encontraba husmeando en sus asuntos importantes. Desde una perspectiva distinta, podía admitir que estaba actuando como un tirano al perseguir y atrapar a aquellos que descubrían los datos de la enfermedad que se esforzaba por ocultar del ojo público, y ahora lo entendía, también estaba atentando contra la libertad de expresión.

Deteniéndose en la celda 45, Derek aguzó el oído, había movimiento del otro lado, el último prisionero del clan seguía ahí dentro, Patrick Mcgraw, un cambiante león al que sus técnicos en informática encontraron pirateando la Infranet en el territorio de los pumas, por motivos financieros porque hasta que Eleine Mirianni lo contactó, el león no tenía idea de lo que estaba buscando.

Respirando el aire fresco, introdujo el código en el panel y esperó a que la puerta se abriera sola. La luz simulada estaba calibrada en modo tarde, y el gran cuerpo del león estaba de espaldas a la entrada, sentado en una de las sillas leyendo un libro. Derek se adentró en la celda, sus ojos atentos en todo momento a los movimientos del león, sabía que si decidía atacar, no había nada que hacer para evitar que no lo hiciera pedazos, era más grande y fuerte que un lobo, sin duda cabrearlo era una mala idea. Cuando le comunicó la decisión a Seth, el rastreador le dijo que era una locura, el captor visitando de imprevisto al rehén que había mantenido privado de su libertad durante un año y medio... Era el escenario perfecto para que el rencor se hiciera presente.

Pero era lo correcto.

—Derek Miller... Esta es una verdadera sorpresa —Patrick habló, seguía leyendo su libro sin prestarle mucha atención.

Derek se enderezó, del bolsillo sacó un par de esposas de metal.

—Bueno, la visita no durará mucho, andando.

Con sorprendente paciencia, el león cerró el libro, lo acomodó en el estante, luego acercó la silla a la mesa y giró hacia él, al alcanzar la postura recta Derek se dio cuenta del verdadero tamaño, era enorme, de ancha espalda y mirada salvaje, la barba larga de tonos rubios y castaños entremezclados, el cabello igual de largo y desprolijo, un dorado oscuro. Sí, era el típico león adulto, pero a diferencia de otros que eran mucho más brutos e impulsivos, Patrick tenía cierta calma en sus ojos verdes, y también resignación, era como un león domado.

Derek le puso las esposas y se lo llevó lejos de la celda. En un crudo silencio atravesaron los pasillos hacia la salida, el rostro del león se vio sorprendido al encontrarse afuera y sin el habitual saco de tela negra con los que solían cubrir las cabezas de los prisioneros para evitar que memorizaran los pasillos, salidas y rostros.

— ¿Puedo saber a dónde me llevas?

—A casa, con tu familia.

Patrick se detuvo, inseguro, por supuesto, tenía todo el derecho de preguntarse si esto era cierto o si solo se trataba de una trampa.

—Quedas libre —dijo Derek, se acercó al aún más sorprendido león para quitarle las esposas—. Puedes regresar con tu pareja y tus hijos..., y tener libertad de movimientos por los territorios de Paradise City.

Algo de emoción se mezcló en la mirada verde, y luego, Patrick se quedó muy quieto por un largo período de tiempo.

—Anda, muévete antes de que me arrepienta.

Un gruñido resonó fuerte, el fuerte león comenzó a caminar, sin embargo antes de desaparecer por completo en el bosque miró hacia atrás, en los ojos tenía decepción y amargura.

—Me has dado mi libertad demasiado tarde —su voz fue un murmullo tenso—. Ella murió en el parto. —Giró y Derek pudo escuchar el lamento lejano—. Solo me quedan mis cachorros.




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