Libo

Prólogo

LECCIÓN UNO: LO QUE FUIMOS

Hace más de un siglo, el mundo era nuestro.

Las ciudades latían al ritmo de la tecnología, las fronteras eran firmes, y la humanidad creía haber conquistado su destino. Fue entonces cuando surgió una nueva ambición: vencer el tiempo.

Un equipo de científicos de distintas naciones, contratados por una corporación biotecnológica, trabajaba en un centro de investigación aislado del resto del mundo. Buscaban extender la vida.

Jugaban con la regeneración celular, con la aceleración de sus procesos y con la codicia de desafiar los límites naturales de la mortalidad.

Y lo encontraron.

Al principio, no sabían qué era. Una energía sutil, intangible, presente en todo. La llamaron Aether. Pronto entenderían que era la raíz: el impulso oculto que hacía posible la evolución, moldeando la vida con una paciencia ajena al tiempo.

Pero los científicos no tuvieron esa paciencia. Vieron en el Aether una oportunidad demasiado valiosa para dejarla pasar.

Domesticaron la fuerza. La convirtieron en herramienta. Y luego, en producto.

Primero fueron animales de laboratorio: ranas aladas, ratones inmunes al veneno, depredadores que aprendían demasiado rápido. Y cuando creyeron haber dominado el proceso... vinieron las personas.

El cuerpo respondía al límite. Más fuerza. Más velocidad. Más sentidos.

El Aether ofrecía un camino hacia algo más. Algo nuevo. Y nadie quiso quedarse atrás.

Comenzó como un experimento.

Se volvió una moda.

Y terminó en una epidemia de ambición.

Ser un adaptado era símbolo de estatus, de progreso.

Mientras los gobiernos miraban hacia otro lado, las empresas competían por el control. Familias enteras se ofrecieron como voluntarias.

El Aether se volvió una necesidad. Una dependencia.

Fue entonces cuando el mundo colapsó.

La evolución, liberada, ya no distinguía laboratorios de selvas. El Aether respondió a la demanda… y la extendió a todo lo vivo. La vegetación invadió ciudades. Montañas brotaron donde antes había llanuras. Aparecieron bestias nunca antes vistas. Las reglas se reescribieron, y se gestaba un nuevo orden.

Y entonces…

Él apareció.

Nadie sabía de dónde vino. Algunos decían que era un adaptado, como ellos, pero que algo había salido mal. Otros juraban que el Aether lo había formado.

Había quienes lo llamaban castigo; otros, milagro. Nadie tenía certezas, pero todos sentían lo mismo:
El mundo se calmaba a su paso, como si recordara algo antiguo. La raíz de la evolución parecía inclinarse ante su presencia.

Él fue el fin de lo que conocíamos, y el nacimiento de una era regida por el poder.

Dejó de ser un hombre, para convertirse en el símbolo del nuevo mundo.

Un mundo donde el precio a pagar fue nuestra humanidad.




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