Me senté en la cama solo sobraba un poco de espacio, Emerick era demasiado grande para estar ubicado en mí cama su cuerpo ocupaba casi todo el lugar. Observé su rostro mientras pasaba un trapo por el mismo para poder limpiarlo, era una rutina que hacía varias veces en la semana, él no había podido despertar y hacia aproximadamente tres semanas que se encontraba en la misma posición dormido. Los impulsos no aparecieron de nuevo estando a su alrededor por lo cual las visitas para ver si todo estaba yendo bien de parte de mi familia eran ocasionales, Gema me había felicitado hace tres días atrás afirmado que había dominado mis instintos de beber la sangre de Emerick, las primeras noches fueron una tortura que se calmó con el tiempo.
Pasé lentamente el trapo por su rostro deteniéndome ocasionalmente para admirarlo, se había vuelto demasiado guapo, todo lo que representaba era la misma masculinidad misma.
Luego de la pequeña limpieza, fui haciendo mi rutina diaria. Verificar que los animales estuvieran bien, alimentarlos y obtener los huevos de las gallinas para la comida de hoy. Los días se hacían solo un poco más largos y trataba de aprovecharlos al máximo, eso incluía restaurar el mueble de la señora Lucinda que hacía unos días atrás que lo trajeron ubicándolo en mi estudio, por suerte ya que sería un trabajo pesado poder trasportarlo.
Mi estudio de restauración era lo más importante que tenía, estaba ubicado en la parte de atrás de la casa y estaba totalmente cubierto por vidrio el cual me permitía ver hacia el bosque y tenía un acceso grande desde afuera, eso era por si algún producto fuera demasiado grande y no pudiera pasarlo por la puerta principal de la casa. El mueble en el que trabajaba actualmente era un poco grande por lo cual tardaría varios días en solo hacer algunos procedimientos, solo esperaba poder llegar a tiempo con el tiempo pactado con Lucinda.
—Veamos—miré mis herramientas tratando de elegir la correcta para empezar a trabajar, no podía atrasarme ni un solo día.
Toc
Un pequeño sonido contra el vidrio llamó mi atención, una de las pequeñas ovejas que siempre se estaba metiendo en problemas estaba raspando el vidrio con su pata.
¿Cómo es posible que salga del corral?
Corrí hasta ella saliendo por la puerta de atrás desesperada, las ovejas estaban dispersas por todos lados, como pude intenté meterlas al corral, pero no pude porque la cerradura estaba rota y en la madera había una marca de una garra que estaba fresca.
Lobos, era una marca de un lobo.
Un sonido desgarrador me alarmó, una de las ovejas estaba siendo devorada por un lobo negro que gruñó al verme. Como pude disperse aún más a las ovejas para que pudieran salvarse, el lobo al darse cuenta de mi intención se abalanzó hacia mí.
Como pude traté de huir, traté de poner la mayor distancia entre nosotros para que no lograra lastimarme. Él me seguía el paso tratando de atraparme entre sus garras, los árboles ayudaban como obstáculos para que no me atrapara combinado con mi velocidad mejorada lograba poder escapar de él, podía sentir sus pisadas detrás cada vez más cerca de atraparme y devorarme. Mi casa volvió a estar en mi campo de visión de nuevo, solo debía abrir la puerta y entrar a la casa tratando de que el no derribe la puerta, aunque pensándolo mejor eso suponía poder en riego a Emerick.
En mi momento de indecisión el lobo me empujó contra el suelo apresándome, como pude lo empujé para alejarlo, su peso impidió que hiciera eso. Su baba cayó en mi rostro, los colmillos estaban a centímetros de mi cara listos para empezar a devorarme.
Mas gruñidos empezaron a sumarse al del lobo que se encontraba encima mío.
Un quejido sonó en el bosque, el lobo negro ya no me apresaba más ya que era atacado por un lobo marrón, el lobo de Emerick el olor delataba quien era. Como pude me alejé de la pelea que era demasiado cerca y me puse a salvo ignorando la tercera presencia lobuna, solo necesitaba huir y poner distancia de la situación en general.
Un quejido aún más fuerte que el primero retumbó y luego el silencio inundó todo.
Miré hacia atrás, el lobo negro yacía inmóvil en el suelo, el lobo marrón tenía su boca en su garganta y presionaba en ese lugar.
—¿Hay algún lugar con agua en estos sectores? —una voz de un hombre me asustó poniéndome a la defensiva—, lo lamento soy Lukyan. Conozco a Emerick solo estaba buscándolo, bueno todo el mundo estaba haciéndolo hasta que di con él en este momento.
—Hay un pequeño arrollo en el norte—señalé—, a unos cuatro kilómetros de aquí.
—Llevaré a Emerick para que se tranquilice y para que después puedan hablar.
No sabía quién era, pero su aura emana autoridad por lo que asentí cuando propuso su plan. Me adentré a mi casa cerrando con llave la puerta, un fuerte gruñido sonó.
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Editado: 29.12.2020