Emerick estaba enfrente mío con una manta que cubría su desnudez, su cuerpo eran enorme para la pequeña sala de estar. Me apoyé en la pared un poco alejada de él para mantener la distancia y no hacer una locura ahora que se encontraba despierto. No sabía que decir o como comenzar una conversación solo sentía su respiración que era un poco acelerada.
—¿No hablaras? —me preguntó antes de sentarse en el sofá que hizo un ruido cuando se sentó.
—No sé qué decir—murmuré.
—Te busqué por años hasta que mi lobo me dijo que estabas muerta o eso creíamos—cerró los ojos ante aquella declaración mientras soltaba un pequeño suspiro—. Ahora te vuelvo a encontrar con otro aroma distinto y convertida en vampira ¿Qué te sucedió?
—Yo…—musité —, me atraparon cazadores estuve encerrada la gran parte del tiempo hasta que conseguí salir de allí y pude comenzar mi vida de nuevo.
—¿Qué te sucedió? —gruñó mientras sus ojos se volvían dorados, significaba que tanto Emerick como su lobo estaban en sintonía.
—Me torturaron—necesitaba entretenerme con algo porque si no empezaría a llorar—, ¿quieres té de manzana?
—¿Te torturaron?
Me desplacé por mi pequeña cocina calentando un poco de agua para el té ignorando su pregunta.
—Keira contéstame, necesito saber que te sucedió para poder comprender la situación, para saber dónde estuviste todos estos años.
El dolor volvió de golpe, los recuerdos, gritos de dolor por los experimentos.
—Atenla—la voz del doctor que era el líder en este lugar zumbó por mi cabeza—, prueba 665 del veneno para vampiros añadiremos un centímetro más para ver su reacción.
Movimiento de más doctores se escuchaba en el lugar, estaba encadenada en la cama y mi visión estaba bloqueada para que no viera nada.
—Señor—la voz de una mujer se destacó—, pudimos encontrar una gárgola que estará siendo llevada a el laboratorio AB22 allí harán los experimentos y solicité algunas muestras de sangre.
—Excelente—alegría se destacaba en su voz—, aunque me molesta que AB22 siempre tenga las mejores especies, yo siempre estoy rodeado de lobos—su presencia estaba cerca—. ¡Guardias! —gritó—, necesito más mercancía para experimentar seria genial que se desplazaran un poco más para poder obtener un espécimen oso.
—Esos hijos de puta son difíciles de cazar además como los traeremos son pesados—respondió un hombre su voz me parecía conocida de antes, creo que siempre estaba en estos alrededores protegiendo el lugar.
—Para eso te pagan inútil—le respondió—, pero si me traes esa especie te pagare dos monedas de oro.
—Haré lo que pueda jefe.
—Ahora pequeña loba—la presión de la ajuga en mi piel me hizo inquietarme—, es tu turno de salir a jugar.
Los gritos después de eso me desgarraron la garganta, el dolor era insoportable y nadie hacia nada para que se fuera, nadie quería hacer nada para aminorar el dolor.
—Tranquila—unos brazos me rodeador, estaba arrodillada en el suelo—, ya estoy aquí nada malo te sucederá ahora—me di vuelta y me acomodé mejor en el abrazo, él se sentó en el suelo para estar más cómodo, sus brazos jamás me soltaron.
—No recuerdo como llegar a ese laboratorio, solo sé que estaban experimentando con un veneno para infectar a los vampiros y lo utilizaron varias veces conmigo—me estremecí—, solo sé que no era la única había cuatro lobos machos y un ejemplar oso, cada uno era un experimento diferente.
—Todo paso ahora estás conmigo de nuevo, nada nos separara de nuevo.
—Debes tener hambre, cocinaré algo para ti—me limpié algunas lágrimas que se me habían escapado.
—No es necesario—nos separamos poniéndonos de pie de nuevo. Él pasó su pulgar para sacar una lagrima dejando una leve caricia en el proceso.
—Claro que lo es—sacudí mi vestido—, mejoré bastante en la cocina te prometo que no morirás envenenado o algo por el estilo. Recuerda que hace bastante tiempo que no ingieres alimento, si bien los lobos son resistentes necesitas comer.
Me moví en la cocina cambiando rápidamente el tema central de conversación tratando de que se aplazara un poco más y solo ir contando de apoco.
—Haré sopa de verdura porque ya es de noche y empieza a aparecer el frio—agarré los utensilios que necesitaba—, además es lo que tengo disponible ahora. Después iré al mercado.
—Creo que puedo ayudar en algo, solo dime que hacer.
—Estas en poca ropa prefiero que te quedes en la sala—señalé mientras desviaba la mirada de su cuerpo—, puedes lastimarte si estas en esta condición—el ladeó la cabeza hacia un costado, pero obedeció lo que le dije.
—Más tarde hablaremos correctamente sobre esta situación.
—¿Tu amigo vendrá a comer con nosotros? —desvié la conversación.
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Editado: 29.12.2020