La noche había caído sobre la ciudad, envolviendo todo en una oscuridad que parecía resonar con la tensión que Emely y Darwin sentían. La amenaza de Victor Moretti no había disminuido, y la situación se estaba volviendo cada vez más desesperada. El reloj avanzaba con una lentitud tortuosa mientras esperaban noticias del Agente Smith y las fuerzas de seguridad.
Emely y Darwin estaban en la librería-cafetería, preparándose para una posible confrontación. Habían recibido información de que Moretti estaba planeando un ataque inminente y que podrían estar en la mira esa misma noche.
—Tenemos que estar listos para cualquier cosa. —dijo Darwin, revisando una vez más el equipo de seguridad que habían instalado en la librería.
Emely asintió, su mente llena de pensamientos sobre lo que estaba en juego.
—Sí, pero también debemos pensar en cómo vamos a manejar esta situación. No solo estamos enfrentando a Moretti, sino que la vida de todos en la librería también está en riesgo.
Darwin la miró, su rostro reflejando preocupación y determinación.
—Lo sé. Y por eso necesitamos ser cuidadosos. Vamos a hacer todo lo posible para proteger a quienes están cerca de nosotros.
A medida que avanzaba la noche, Emely y Darwin comenzaron a escuchar ruidos provenientes de la entrada de la librería. La tensión se hizo palpable mientras esperaban que los intrusos se acercaran.
—Ahí vienen. —murmuró Darwin, su mirada fija en la pantalla de seguridad.
Emely se acercó a él, su mano apretando la de Darwin en un gesto de apoyo mutuo.
—Estamos juntos en esto. —dijo Emely, con una voz firme pero temblorosa.
Los dos se escondieron en un lugar seguro mientras escuchaban cómo los intrusos entraban en la librería. Los pasos pesados y las voces bajas indicaban que Moretti y su grupo estaban buscando algo específico.
De repente, la puerta de la oficina se abrió con un estrépito, y uno de los hombres encapuchados comenzó a buscar frenéticamente. Emely y Darwin pudieron ver a través de una rendija que el hombre estaba sosteniendo una fotografía.
—Esto es lo que buscaba. —dijo el hombre, mostrando la foto a los demás.
La foto mostraba a Emely y Darwin en la librería, tomada de cerca. La imagen confirmaba que estaban bajo vigilancia constante.
—¡No podemos permitir que encuentren algo aquí! —dijo Darwin, preparándose para enfrentarse a los intrusos.
Mientras la tensión aumentaba, Emely y Darwin decidieron salir de su escondite y enfrentarse a los intrusos. Emely se armó con un spray de pimienta que había guardado para emergencias, y Darwin tomó un bastón de seguridad que había adquirido para proteger la librería.
—¡Salgan de aquí! —gritó Emely, mientras lanzaba el spray hacia los intrusos.
El spray de pimienta hizo que los hombres se tambalearan, proporcionando a Emely y Darwin la oportunidad de salir de la librería y buscar un lugar seguro.
—¡Tenemos que irnos ahora! —dijo Darwin, tomando la mano de Emely mientras corrían hacia la salida trasera.
Afuera, la noche estaba tranquila, pero la sensación de peligro era inminente. Emely y Darwin se dirigieron a un refugio seguro que habían preparado como parte de su plan de contingencia. Mientras se ocultaban en el lugar, el sonido de sirenas de policía se hacía cada vez más fuerte.
—Parece que el Agente Smith y su equipo están aquí. —dijo Darwin, aliviado al escuchar las sirenas.
Emely asintió, sintiéndose una mezcla de alivio y agotamiento.
—Sí, pero tenemos que mantenernos en movimiento. No podemos permitirnos bajar la guardia.
Unos minutos después, el Agente Smith llegó al refugio donde se encontraban Emely y Darwin. El agente parecía preocupado pero aliviado de encontrarlos a salvo.
—Recibimos la alarma de que la librería estaba en peligro. ¿Están bien? —preguntó el Agente Smith, examinando a Emely y Darwin.
—Sí, estamos bien. —respondió Darwin, mientras explicaba lo que había sucedido. — Los hombres estaban buscando algo, y creemos que están trabajando para Moretti.
El Agente Smith asintió, su rostro grave.
—Vamos a investigar más a fondo y asegurarnos de que esta amenaza sea contenida. Por ahora, deben mantenerse en este refugio hasta que podamos garantizar su seguridad.
Mientras el equipo de seguridad comenzaba a trabajar en la librería, Emely y Darwin se sintieron agotados pero decididos. La situación no había terminado, pero al menos habían logrado evitar una confrontación directa con los intrusos.
—Vamos a superar esto. —dijo Emely, tomando la mano de Darwin. — No importa lo que pase, lo haremos juntos.
Darwin la miró con una sonrisa cansada pero esperanzada.
—Sí, juntos. Y vamos a asegurarnos de que Moretti no tenga el poder para hacernos daño.