Libro 1: El inicio de mi viaje

Capitulo 3: Una gran verdad de este mundo.

Después de mi encierro.

26 / Nyttypohu (Neutro) / 673 - 20 días, 0 meses, 2 años.

Después de la desastrosa primera cena familiar que tuve, pasé una semana encerrado dentro de mi habitación como padre había ordenado. No solo no podía salir de ella, sino que tampoco ninguno de mis hermanos tenía permitido visitarme. También se restringieron mis comidas a únicamente pan duro y agua. Era un prisionero en toda regla.

Durante este tiempo, reflexioné mucho sobre qué era lo que había salido mal durante la cena aquella noche. Pensé en que, posiblemente, las clases para los nobles serían demasiado caras. También, existía la posibilidad de que mis acciones se tomaran como una traición en contra de mis hermanos mayores, como si quisiera pelear por la herencia de alguno de los dos. Otra opción en la que pensé sería que la educación pública era mal vista en este mundo, y solo se les daba a aquellos que ocuparían cargos importantes. Incluso podría darse el caso de que, por religión o algo parecido, se prohíba que los niños tengan una educación temprana. Eran tantas las posibilidades y no contaba con indicios de que alguna pudiera ser correcta o incorrecta.

Al término de mi encierro, fue mi hermana Iri quien me visitó primero. Llevaba consigo una bandeja de comida donde lo que más abundaban eran los dulces.

  • ¿Cómo te encuentras, Lagu?

Preguntó ella mientras me ofrecía uno de los panecillos de la bandeja. No supe que responderle, por lo que simplemente lo tomé entre mis manos y me dispuse a darle unos pequeños mordiscos. Mientras seguía pensando en lo sucedido, se me escapó una pequeña frase entre un susurro.

  • ¿Por qué?
  • -Debes de tratar de entender, pequeño Lagu. – Iri alcanzó a escuchar mis susurros y comenzó a decirme algunas palabras para consolarme. – Que padre es un poco difícil de tratar. Tus hermanos mayores tenemos algo de experiencia hablando con él, sin embargo, era muy pronto para que tuvieras una interacción tan directa. –
  • Pero, es que no entiendo. – Le contesté tratando de buscar respuestas. – ¿Qué fue lo que hice mal?
  • Tu no hiciste nada malo, simplemente lo que pedías era algo imposible.
  • ¿Imposible? ¿A qué se debe que sea imposible comenzar mis estudios cuando aún soy un niño?
  • Es simplemente que así son las cosas. Y lamento ser quien te lo diga, pero, no creo que padre tenga intenciones de financiar tu formación en un futuro tampoco. Según lo que le contó a Fily, sería solo un desperdicio de recursos invertir en ti.
  • ¿No pagará mi formación? Entonces, ¿qué se supone que haga a partir de ahora? ¿Dónde se supone que esta mi don especial? ¿Cuál se supone que es mi papel en este mundo?

¿Quizá, si le pido a Fily que me enseñe lo que sabe, él podría…?

  • Lo siento, Lagu, pero así no es cómo funciona el mundo. Por más deseos que tengas de aprender, hasta antes de alcanzar la madurez, ningún niño, de ninguna raza, tiene las capacidades de poder aprender a hacer cualquier cosa. Es algo que está en la naturaleza y no podemos cambiarlo por más que queramos. Quizá, cuando llegues a la pubertad, podamos retomar el tema directamente con Fily. Sin embargo, hasta ese momento, deberás de ser paciente y rendirte con tu deseo de recibir conocimientos o habilidades.

No se podía cambiar por más que quisiéramos. Esas palabras me daban una pista para entender que se trataba sobre el desarrollo de los niños. Era muy probable que los niños de este mundo tuvieran aun una mente infantil y no se les brindara educación hasta que sus cerebros alcanzaran cierto grado de madurez.

Debí de seguir consternado por lo sucedido y deliberando en mis pensamientos mientras mostraba una cara extraña, ya que Iri continúo hablando un poco preocupada.

  • Se que debe de ser difícil para ti. También fue impresionante para todos los demás la primera vez que vimos a padre enojado y, en tu caso, fue mucho antes de que pudiéramos darte si quiera una advertencia. Fue culpa de tu hermana mayor por no advertirte que esto podría pasar. Espero puedas perdonarme.

Mi hermana comenzó a disculparse, pero, ¿por qué se estaba disculpando?

Sus palabras me tomaron por sorpresa y tardé en reaccionar ante lo que dijo. Ella no me estaba mirando cuando se disculpó, parecía que realmente se sentía culpable por lo sucedido. En ese momento, recordé la cara de mis hermanos cuando padre se molestó. Una cara de miedo total hacia él. “¡Ah, Ahora entiendo!”, pensé. Mis hermanos le tienen miedo a padre, probablemente causado por la forma en que los trata. Si eso era así, muy probablemente Iri creía que me encontraba traumatizado por la forma de actuar de padre esa noche y ahora no tenía la cordura para siquiera mantener una conversación. Afortunadamente para ambos, estaba equivocada.

Me encontraba consternado por lo sucedido, si, no lo negaré; pero, de estar con dudas sobre lo que había pasado y algo deprimido porque no funcionó lo que tenía planeado, a estar completamente en shock por el trauma, existía un extenso camino que los separaba.

  • No te preocupes, hermana. – Comencé a decir con una voz lo más tranquila que pude, para indicar que me encontraba bien. – Ni tu ni mis hermanos tienen la culpa de nada. Fui yo quien habló de más y pedí algo que era imposible. Tendré más cuidado en el futuro para tratar de no hacer enojar a padre.
  • Pequeño Lagu. – Contestó Iri mientras me abrazaba. – Procura no cargar con el peso del mundo tu solo, recuerda que siempre tienes a tus hermanos contigo para apoyarte.




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