Libro 1: El inicio de mi viaje

Capítulo 8: Los primeros pasos.

Mis descubrimientos con la tecno-magia.

09 / Lom (Luz) / 676 – 6 días, 6 mes, 4 años

Han pasado dos meses y diecisiete días desde que empecé con mi entrenamiento autodidacta o, como me gusta llamarlo, mi gloriosa cruzada para no morir devorado cuando realicé mi examen como explorador.

Antes de que continúen leyendo esto, mis queridos compañeros de aventuras, me gustaría disculparme con aquellos que no sean muy apasionados leyendo explicaciones de cosas técnicas. Para esta parte me gustaría compartir lo que he aprendido con mi entrenamiento, por lo que si a alguien le aburren este tipo de cosas puede fácilmente saltarse esta parte, no el capitulo completo, y continuar leyendo normalmente.

Para los que sean igual de maniacos de las mecánicas de las cosas, el entender el porqué de las cosas y el descubrimiento de nuevos conocimientos, comencemos.

Durante este tiempo, mi vida se ha reducido a tres cosas: desarmar trampas, reparar trampas, y volver a desarmar trampas cuando la primera reparación me explota en la cara.

Si algo he aprendido de mi vida pasada, es que ser artesano es vivir en un ciclo infinito de prueba y error.

Primero, crees que entiendes el mecanismo. Tomas la pieza con confianza, ajustas el perno, limpias el círculo mágico y, justo cuando piensas: “Ja, soy un genio, esto va a funcionar”, ¡pum!

El núcleo suelta una chispa, la trampa se activa a medias, y terminas rodando por el suelo con olor a tostada.

Al día siguiente, lo intentas de nuevo.

Cambiando el ángulo, reforzando la unión, ajustando el círculo para que fluya la magia de forma más estable, probando y… otra vez falla.

Quizás sin explosión, pero con un humo azul que huele a fracaso.

Así es este camino: fallar, fallar, y fallar otra vez, hasta que de repente, casi sin darte cuenta, algo funciona.

Y ese pequeño triunfo sabe mejor que cualquier victoria heroica que pudiera imaginar.

Empecé a entender por qué en este mundo hay tan pocos artesanos capaces.

La mayoría de la gente ni siquiera considera esta opción porque requiere paciencia absurda y tolerancia al dolor físico y al ridículo. Es mucho más fácil rezarle al dios artesano, recibir una habilidad, y crear objetos de calidad de manera natural, casi automática.

Pero yo no tengo esa bendición y, en el fondo, creo que eso me hace libre.

Mi única maestra es la experiencia. Mis libros son cada trampa rota, cada pieza quemada, cada perno torcido. Mi progreso es lento, pero mío.

Puple, por supuesto, sigue viéndome como un mocoso testarudo con demasiado tiempo libre. Pero ya no me echa a patadas y me permite utilizar sus herramientas para mis experimentos después de que termino de reparar un par de sus trampas. Supongo que ahorrarle unos cuantos cientos de créditos con mis reparaciones ayuda a que me haya aceptado, aunque fuera un poco.

Aunque, si le preguntas a él, diría que soy “el idiota que desmonta chatarra peligrosa por diversión”.

Y no lo niego.

Después de casi tres semanas desarmando trampas, empecé a notar patrones.

Lo primero que descubrí fueron las trampas de presión.

No son tan diferentes de las minas de mi mundo anterior, si lo piensas. Consisten en una pieza que se deforma con el peso: madera fina, un cojín como de algodón, o algo así como una arcilla endurecida. Si la criatura pisa y la pieza se deforma lo suficiente, un círculo mágico diminuto detecta el cambio y manda la señal al círculo principal.

La señal viaja por unas líneas con garabatos, supongo que son palabras o runas, que se encargan de conectar los diversos círculos del artefacto.

¿El resultado? Una ráfaga de hielo, un chorro de fuego, una onda paralizante o, en el peor de los casos, una explosión que te deja sin cejas. Claro que esto es solo mi teoría. Aquí nadie enseña estas cosas porque todos dependen de las habilidades del dios artesano.

Para mí, cada trampa es un rompecabezas. Y cada vez que entiendo un pedazo más, siento que mi cabeza hace clic.

El segundo gran descubrimiento fue sobre las Nefakapes, esas piedras mágicas que funcionan como batería. He notado que casi todas las trampas las colocan en el mismo lugar del círculo principal, como si fueran el corazón del mecanismo.

También descubrí que hay dos tipos de círculos de alimentación:

Uno grande, lleno de subcírculos, que acepta Nefakapes neutrales. Son piedras que contienen magia sin elemento, más baratas, pero sin un propósito especifico, son lo que podríamos llamar energía pura.

Existen también otros más sencillos, que solo acepta piedras de un elemento específico. Estas trampas consumen menos energía, tienen una activación más rápida, pero dependes de tener la piedra adecuada que, como han de imaginar, suelen ser más caras.

Tambein existen otros componentes como los discos de Resonancia, o así decidí bautizarlos yo. Estos son pequeños discos metálicos, pulidos como espejos, con círculos concéntricos grabados con la precisión de un relojero obsesivo. Cuando la magia fluye a través de ellos, vibran. A veces es un zumbido leve, otras veces un sonido tan agudo que solo las bestias parecen escucharlo.




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