Libro 1. La princesa perdida

Capítulo 11

Buen día animalitos del bosque, como lo prometido es deuda, les traigo un nuevo cap.

Apenas salí de vacaciones pero tengo que checar firmas y entrega de boletas por lo que les pido un poco de paciencia para los siguientes dias del nuevo cap.

Espero que les guste.

Mich <3

Personas enanas andaban de un lado a otro buscando quien sabe que y mujeres tan hermosas con el cabello fuera de lo normal desde el azul de las alas de un cuervo, rojo como una explosión de fuego en brasas  y blanco como la luna en su máximo resplandor se asomaban con espadas y uñas tan siniestras.

Pero lo que quedaba fuera de lugar era una mujer de cabello negro azabache con muchas joyas en la frente, además de una corona que perfilaba a la realeza  y entre sus manos tenía dos espadas.

Su expresión era fría y calculada observando todo el lugar.

Mientras la mujer coronada tenía el mando entre todas, estas no se quedaban atrás.

Una joya adornaba sus cuellos.

Parecía un sol como el tamaño del puño de un bebé.

Un sol resplandeciente de plata que, bañado por los rayos del sol, se atenuaba a diferentes colores.

Sabía que no podían verme así que continue observando.

Y mientras estaba parada entre ellos, vi que una ola de oscuridad se aproximaba haciendo que todos se alarmaran.

Las personitas comenzaron a agruparse y luego se dividieron en dos grupos.

El primer grupo entró al interior del río que estaba junto a nosotros y el segundo se quedó en la orilla.

Al instante la mujer de cabello negro  junto a una personita se voltearon para observar la oscuridad.

-Levantad escudos-levantad-dijo la mujer.

-Esto debe ser temporal-dijo enseguida-. Proteged vuestro río-dijo y todas las mujeres se arremolinaron en las orillas.

Algunas con arcos tensos para un ataque y otras con espadas desenfundadas.

Entonces ella entró y el agua tocó su cabello.

 Al instante se volvió blanco y fino que me hacía sentir decepcionada del mío. Sus movimientos eran frenéticos y audaces.

Y de pronto, el suelo comenzó a elevarse para ser sepultado con varias personitas. Estos eran el primer grupo.

Defenderían dentro del lago.

Oh no.

Duendes, las personitas eran duendes.

Duendes de cara gruñona y orejas puntiagudas en color verde y  cenizo.

Ellos tenían dýnami.

Solte un respiración profunda.

-Tengo miedo-dijo una chica a mi lado. Su melena era una explosión de rizos color zanahoria y de rasgos sensuales.

-Tranquila-dijo otra con el cabello azul, desenfundando unas flechas.

Silencio.

Por más que fuera un sueño, lo sentía real.

Muy real.

Y la oscuridad descendió en todo el lugar y no podía ver nada.

Nadie podía ver nada.

Entonces gritos y aleteos se escuchaban en la penumbra.

Dagas y plumas volaban por doquier haciendo que el miedo corriera por mi cuerpo.

Gotas de agua y fuego se elevaban salpicando todo a su paso.

Y solo la oscuridad reinaba encima de ese lago.

 

Desperté sobresaltada al sentir las sábanas pegadas a mi piel y el

sudor correr por mi pecho.

Solo el leve quejido del viento susurraba entre los palos haciendo que me apartara de inmediato.

¿Qué horas eran?

-Pero que dem…-dije observando todo cuanto mi campo de visión podía observar.

Mi hermana.

-Mónica, ¿dónde estas?- dije mientras me levantaba para buscarla.

Tenía miedo.

No sabía que habían hecho esos angeles de fuego.

Mi corazón dio un respiro cuando la encontré apilando unos platos en el lavabo y mientras los secaba, cuchareaba la comida.

Corrí y le di un fuerte abrazo.

Luego lloré en su cabello.

-Y ahora, ¿por qué el abrazo?-mientras me preguntaba, inspeccioné sus manos. No había ningún rastro de golpes y moretones.

Sus piernas.

Las inspeccioné por si tenía alguna herida.

Ningun rastro.

-¿Qué pasa Nef?-brincamos cuando escuchamos que la comida se regaba en el fogón de leña-. Voy a checarlo, si no se quema.

Mientras se alejaba, me quede pensando. No podía ser un truco. Lo había sentido tan real. Lo viví y sentí a flor de piel.

El ángel de fuego-ángelos fotiás-me golpeaba, el dolor que sentí en el pecho, el impulso y deseperación por proteger a Mónica y las chicas.

Mi dýnami.

Mi vacilación por evitar que me lastimaran cuando me arrodillé y el ángelos fotiás también lo hizo.

Esto no estaba bien, ¿qué había ocurrido?

-Mónica, ¿donde estuvimos ayer? Una pregunta y una posible verdad a mis dudas.

 El olor a papas y carne de carnero llenaron mi nariz con su rico aroma.



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En el texto hay: sirenas, brujas, faes

Editado: 27.12.2019

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