Holo chic@s hoy si vine tempra...
Espero y les agrade el cap por cierto la otra semana comienzo con los proyectos y entre ellos esta que no entiendo a ingenieria financiera por lo que recurriré a asesorias y eso me quitara unas horas para escribir por lo que les pido paciencia por si no lo hago a tiempo.
L@s quiere,
Mich <3
Desperté sobresaltada.
Estabamos en el agua y la brisa del mar me inquietaba.
Por el rabillo del ojo pude ver que la señora y el chico dormitaban.
Pero no recordaba la trayectoria de la barca y no podía recordar el mapa.
Lejos de casa.
Tenía que irme de aquí y regresar a ellas.
El martilleo de llegar a un lugar a salvo era inquietante.
La señora despertó y aulló de dolor.
-¿Se encuentra bien?-pregunté.
Revisé su herida y me di cuenta que se estaba poniendo negro.
Gangrena.
-¿Dónde estamos?-preguntó la señora.
No contesté.
No sabía que decirle.
Cambié de tema.
-Su herida no esta bien-dije-si tuviera plantas, tal vez…tal vez podría ayudar a desinfectar y cerrar la herida.
A mi lado, el chico despertó.
-¿Cómo te llamas?-preguntó en un tono cansado la joven mujer.
-Me llamo Neftalí.
-Oh Neftalí-dijo. Tienes un bonito nombre.
Solo asentí.
Tras unos minutos de silencio, pregunté.
-¿Cómo se llaman?
-Yo me llamo Sandra y el es mi hijo Max.
-Si-dijo el chico que aparentaba mi edad-me llamo Max.
-Oh vaya- que curioso nombre-dije refiriéndome al chico.
Sumergí mis manos en el agua y me arrepentí de haberlo hecho porque estaba frio.
-No te acerques al agua es peligroso.
Notaba inquietante su voz. Como si titubeara.
-¿Por qué lo dice señora?-susurré inquietante.
-Las sirenas pueden jalar al mar.
-¿Sirenas?-pregunte al mismo tiempo en el que el agua se movía.
Fannie me había dicho que las sirenas formaban parte de los seres mágicos pero aquí… ¿en alta mar?
-El agua esta calmada-dije para tranquilizarlos. Nadie atacará a nadie.
Acomodé unas cobijas a mi cuerpo para no sentir el frío.
Ahora es cuando necesito una ayudadita.
Recordando a los angeles de fuego.
-Esperemos a pasar por este mar y lleguemos a salvo a donde quiera que nos lleve la barca.
-¿Alguien sabe como se llama este lugar?-pregunte al cabo de unos minutos.
Sonaba estúpido pero era para liberar tensión.
-No hay ninguna brújula
-De todas formas, ¿alguien sabe leer las brújulas?
El silencio fue la única respuesta.
Mi cuerpo estaba…cansado.
Me quite las mantas del cuerpo y me acerqué a la señora porque me recordaba a Fannie.
Era una señora no mayor que mi madre, con sus manos idénticas a las de ella, tomó mis manos y dijo a mi oído-gracias- y por cierto, cubre tus manos.
Le dí un abrazo recordando a mi madre en sus pequeños y cálidos labios en mi frente.
-Entonces adonde quiera que esta barca nos lleve-dijo Max.
Me alejé poco a poco de los brazos de la joven mujer y cubrí mi cuello con las mantas para no sentir el frio inmenso que provocaba estar en invierno y en el agua.
Pasamos un rato en silencio hasta que el sueño me estaba llevando.
Me acomodé poco a poco en el espacio entre la bolsa de la señora y las mantas y pestañe poco a poco incitándome a dormir.
No.
Una pegajosa canción sonaba en mis oídos.
Acercate amor, acércate ya.
Max y Sandra estaban en el borde de la barca siguiendo la voz.
Me quité las mantas del cuerpo y comencé a obedecer.
Y una hermosa mujer estaba en el agua peinando su cabello azabache.
Sus pómulos eran muy pronunciados y largas pestañas guardaban y decoraban aquellos ojos violetas.
Hebras de algas marinas adornaban sus pechos y escamas perlaban todo su cuerpo. Una belleza adornada.
Aquella mujer era la mujer más hemosa que en mi vida había visto.
Pero luego recordé a la otra mujer de mis sueños con una corona desconocida.
Tu beso anhelado y un hermoso sueño obtendrás.
Max llegó primero, se acercó a la barandilla con la intención de tocarla. Saborearla con sus callosas manos.
-Eres hermosa.
Y mi cuerpo estaba en un trance obedicendo su melodiosa canción.
Estaba presionando para que no se metiera en mi cabeza.
Ven acércate. No temas a mi voz.
Mientras peleaba mentalmente con la sirena, Sandra tenía sus manos metidas en el agua.
-Que cosa tan hermosa tenemos aquí-dijo.
-Sube-objetó Max y la llamó con su mano.
Una nueva red de palabras embrujadas empujaban en mi cabeza.
Dejame entrar. No puedes ceder a mí y a mi poder.
Y más palabras comenzaron a entrar a mi mente.
Acercate quiero ver quien eres. Que eres ante mi poder.
La barca comenzó a moverse cuando más sirenas se reunieron y comenzaron a tararear la canción.
Editado: 27.12.2019