Libro 1. La princesa perdida

Capítulo 18

Holo! animalitos del bosque ultimamente me he sentido abrumada de muchas tareas en la escuela e intento de verdad no bloquearme.

Espero que les guste el cap.

Con cariño,

Mich.

Todo el reino estaba de luto tras la muerte inesperada del rey de Pieluck y la reina decretó que debían proclamar al nuevo rey pero sucedería luego de la boda real.

Así que la reina tuvo que abdicar a favor de su hija, la princesa Nolshen y Joseph Eniar Tercero, siendo este el rey de Pieluck.

El día de la boda, todo el palacio corria para los últimos preparativos.

Desde el amanecer, la tormenta de nieve amenzaba con evitar mi boda pero era inevitable que no me pudiera casar.

Desperté sobresaltada al sentir el dýnami de Nyx.

-Eres cuan insignificante para el reinado que te tocará liderar.

No podía decir nada.

Mi lengua estaba entumecida.

Entonces, me soltó.

Caí de la cama y me contemplo desde su gran altura.

-Eres insignificante para mi como lo fue tu madre-dijo.

Me levanté dispuesta a defender el honor de mi familia verdadera.

A matarla.

Pero tomó mi fuerza de voluntad y la aplastó mentalmente.

Sentí vértigo.

-Tan estúpida y escuálida que me regocijé cuando Tulio te raptó.

Empujé mis manos para que me ayudara a levantarme y tomó mi cara con sus uñas enterrando en la carne.

-Sufrirás como no tienes idea y me deleitare con tu sufrimiento.

-¿Por qué no me mataste? ¿Por qué sufrir asi?-le pregunté.

Entonces dejo que su poder fluyera en toda mi habitación.

Oscuridad golpeó a mis ojos como si estuviera ciega.

Andando en un vacio sin fondo.

E hilos de alfileres exprimiendo mis entrañas y ahogándome.

-No puedo ver-dijo Cahefes.

Apreté mi cabeza para no sentir terror.

Esto era miedo y oscuridad ascendiendo ante el brillo de la luz en mi.

Por la que brilla el sol.

-Cahefes-dije-tengo miedo.

No respondió.

-Tienes un poder que me gustaría probar y disfrutar de ti.

Intenté salir de la oscuridad y llamar a mi dynami.

Nada ocurrió.

-Esto es lo que debes temer de mi porque yo siempre triunfaré ante la reina solar.

Tanteé mi habitación para llegar a mi kopesh pero no pude localizarlo.

Solo la oscuridad reinaba.

-Crees que con un arma mortal me puedes vencer-dijo.

Entonces la claridad volvió dejándome sola en mi habitación.

Las lágrimas no tardaron en llegar.

Me levanté y me envolví en las mantas.

¿Este era el futuro al que estaba destinada? Un futuro donde me amarraría a leyes estrictas.

Siempre he sabido que el modo de oponerme implicaba consecuencias y esta era una de ellas…

No quería amarrarme de ese modo.

Casarme con alguien que no amaba.

Mi instinto decía que no permitiera a acceder pero si en verdad quería llevar a la ruina por lo sucedido tenía que hacerlo.

-Debemos seguir en el juego…-dijo Cahefes.

-Callad, por favor-dije.

Guardó silencio mientras pensaba en mi futuro.

De pronto, la puerta se abrió y cerré los ojos para que no me vieran despierta.

-¿Nolshen?-preguntó María.

No respondí.

Me zarandeo un poco pero no respondí.

-Creo que esta bien dormida-dijo Hakilo.

-Cada vez que intentas decirle-refunfulló María-pasa algo.

-Creo que se lo diré pero en una carta.

Ellos se traían algo bajo la manga.

Me revolví en las mantas y les dirigí los ojos.

-¿Qué sucede?-pregunte.

-Eh…Hakilo-dijo María-quiere hablar contigo.

Hakilo se adelantó.

-Si pero…a solas.

-Bien pero necesito tomar un baño…

-Esperaré lo que sea necesario-dijo Hakilo.

-De acuerdo-contesté.

Entendió mi respuesta y salió.

Mientras María preparaba mi baño, de nuevo vino un salto a mi mente para preguntarme algo.

-Agregue petalos de rosa al agua para poner suave tu piel-dijo.

-Bien-dije y entre al agua.

Me pase la fibra por mi cuerpo y mis partes sensibles.

-María, que es lo que quiere hablar conmigo Hakilo?-pregunté a mi mejor amiga.

-En realidad no se de que trata pero se que necesita hablar contigo y creo que es muy importante.

Al poco tiempo que terminé, María me ayudaba a entrar en el vestido blanco con encajes en todos los pliegues.

El vestido estaba pesado y apenas podía respirar.

Luego me ubique en el tocador.

Maria enrrollaba mi cabello en pequeñas ganchos y piedras para dar un realce a mi cara.

-María…-dije.

-¿Si?-preguntó.

-¿Que ocultas con Hakilo, amiga?-pregunté.

Ella no respondió y opto por sentarse en la cama.

Tenía la cara seria.

Y mientras se volvia a acercar, en el espejo se reflejó una felicidad contenida en mucho tiempo.

Una que nunca le había visto.



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En el texto hay: sirenas, brujas, faes

Editado: 27.12.2019

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