Holo!
Se que los he abandonado mucho pero esto de estar estudiando a veces te satura con tantas tareas y proyectos que dejas aun lado llevar a cabo este proyecto.
Creo que Nef y Nolshen tienen tantos problemas en los que pensar así que creo que el desenlace se esta acercando y con ello muchos finales se cruzan...
Ahora estoy meditando en que final se tornará en esta historia pero sin más preambulos, les traje el nuevo cap.
Con cariño,
Mich.
Todo transcurrió con normalidad.
Había pasado dos días de mi boda y estaba casada con el nuevo príncipe legitimizado de Pieluck y…no lo soportaba.
La noche de mi boda le había dado un brebaje para que Joseph durmiera y no me tocara.
Observe como se desvanecía en su sueño y yo no pude pegar un ojo en toda esa noche.
-¿Qué sucedió?-preguntó al día siguiente.
-Te dormiste y te quedaste así toda la noche.
-Pero…
-Yo ya no quiero hacer nada contigo-exclamé enojada.
Y sin más me levanté temprano y el se quedo en la cama.
Observaba con atención desde mi ventana a los habitantes de este reino y me recordó a Hakilo.
Aquel beso inesperado impulsado por mi interior…
-No debes estar triste-dijo Cahefes.
-Tengo mucho en que pensar-dije ignorándola.
Me levanté y fui a la biblioteca.
Necesitaba saber de todo cuanto pudiera de mi familia y si Nef era mi hermana.
Nef.
En su búsqueda me pregunté por mi hermana Catalina así que fui por ella pero no se encontraba.
En otro momento la encontraría.
Me sumergí en las estanterías repletas de libros.
Fue un arduo trabajo encontrar libros y más de los seres mágicos.
Solo pude dar con dos libros.
En el primero estaba la vida en el reino de los secretos y en el otro narraba a Jorgio Versall Sockutsbane.
En el libro de mi abuelo estaba una imagen de el.
A Jorgio Sockutsbane lo adornaban el látigo y cayado para la pelea y comandar sus ejércitos.
Un hombre sabio y poderoso.
Era el rey sol pero su verdadero don era sanar a cualquiera persona.
Era muy bueno con eso.
Desafortunadamente, el deterioro de los libros habría sufrido efecto: era difícil leer.
Acerque una lupa y no distinguí las letras que apenas se veían.
Todo estaba destruido.
Y mi familia perdida.
Me abracé y comencé a sollozar.
Y mientras ojeaba y ojeaba, encontré un indicio: la reina Nesterani tenía dos hijas.
Axelia y Haidee.
-Oh-dijo una voz.
Nef estaba cargando un enorme libro.
Su mirada estaba radiante.
-No te preocupes-dije-toma asiento a mi lado.
Dudó pero aceptó.
-¿Quieres té?-pregunté.
Negó con la cabeza.
-¿Ahora que te pidió Catalina?
-Mmm…me dijo que buscara algunos libros.
-¿Es ella Nef?-preguntó Cahefes.
-Si.
-Ella podría ser…
-No lo sabemos todavía…-respondí.
Y antes de que interrumpiera a Cahefes, Nef preguntó.
-Puedo pedirle permiso para enviar una carta a mi familia.
-En realidad no es necesario…
-Oh-dijo y se le encendieron las mejillas.
Tenía que saber…
Estaba a punto de levantarse cuando la detuve agarrando parte de su vestido ajustado al brazo.
-Puedo hacerte una pregunta…
-Claro, su alteza.
-He oído que mis sirvientes generalmente tienen dýnami y acaso tú…hum… ¿tienes?
Su cara cambió de color.
Sin duda era un movimiento atrevido pero no descartaba la idea de que podía ser ella…
-No-dijo al mismo tiempo de que soldados entraban.
Ella bajó la cabeza y se llevó las manos al pecho.
-Su alteza, la reina desea hablar con usted.
-Diganle que en un momento voy con ella-dije.
-Debe ser importante…-dijo Catalina entrando a la bilbioteca.
-Pues creo que si-dije mientras me levantaba del sillón.
-Puedes retirarte, Nef-exclamó mi hermana.
Nef se retiró y solo pude ver el destello de su cabello.
-Voy contigo-dijo mi hermana Catalina volviéndome a la realidad.
-No te preocupes ire yo sola-dije ignorando su petición.
Caminé a la puerta y con paso decidido, fui al despacho de Nyx.
***
Mi mañana había trancurrido muy alarmante.
Desde que me levanté no tuve el tiempo suficiente para alistarme. Apenas salí con el cabello mojado y enredado y el vestido de lo más fatal.
Acompañaría a la princesa Catie a buscar libros en la biblioteca real.
Puede que sea algo formal de hacer pero estaba acostumbrada a cazar.
Era muy entretenido.
En cuanto llegamos, me pidió algunos libros de idiomas y otros de historia antigua.
No puse objeción ante la idea de que ella iría a desayunar y yo ni eso había hecho.
Me agazapé y comencé de abajo hacia arriba por las estanterías.
Editado: 27.12.2019