Libro 1. La princesa perdida

Capítulo 22

Holo!

Apoyen con un corazoncito a la novela.

Pliss.

Con cariño,

Mich.

Los días pasaban y el mundo avanzaba muy deprisa.

A veces cabeceaba, otras veces gritaba, y otras más, lloraba.

Era un revoltijo de emociones.

Nuestra comida se redujo ante la mano de la reina y las princesas no podían ejercer control por encima de ella.

Recordé a mi madre y luego a la reina.

Nunca había visto el trato de una madre como ella en comparación con Fannie.

Eso no era amor.

Era como si no valiera el amor que dio en el parto por sus hijas.

Solo piedra sobre brasas. Porque eso eran las princesas.

Tenía que estar moldeadas para el dolor y odio.

Y para quien llegara a su vida se convirtiera en automático en príncipe o mejor aún, un rey.

Porque solo el poder lo valía.

Y tras el festín que se daría en honor de las personas que se sacrificarían, surgiría una carnicería.

Una carnicería que nadie podía detener.

Porque la reina siempre obligaría a la princesa Nolshen aunque fuera la reina de todo Pieluck.

Tal vez y solo tal vez, podía dormir en el placer apenas dulce de que mi familia estuviera sana y salva para no verme morir de forma cruel.

Y era lo único que importaba realmente.

Me acomodé en mi catre y recordé el poder latente que dormía bajo mi piel.

¿Era un regalo o una maldición?

No pensaba mucho en ese don que podría ser un arma de doble filo.

Me lleve la mano a la bota y pude sentir mi collar en mis yemas.

Di una vuelta para acomodarme y plácidamente, cai en un sueño ligero.

 

Parpadeé dos veces ajustando mi vista pero no podía ver nada.

Solo la oscuridad reinaba y pude sentir como el vello de mi piel se erizaba.

Todo estaba oscuro y, completamente solo.

Paseé mis dedos en las cuencas de mis ojos y los sentí mojados.

Estaban mojados de tanto llorar en silencio.

Y la soledad hacía su trabajo rondando y acunándome en su manto.

Sentí esa extraña sensación de que lo había perdido todo pero me confortó darle una cálida caricia a mi collar.

Su tacto era como plantar los pies en la tierra porque me decía que podía sobrevivir y aguantar.

Podía aguantar.

Podía aguantar.

Traté de impulsarme pero no pude moverme hacia ningún lado.

Respiré profundo y dejé que mi miedo se desvaneciera.

 

Mientras seguía con ese forcejeo, escuché olas golpeando algo.

Había mar cerca pero todavía la oscuridad me sofocaba así que cerre los ojos.

Y pensé en cosas que me hacían sentir bien.

Fannie.

Monica.

Carswell.

Pasaron muchos minutos cuando los volví a abrir.

Sentí un poco de alivio.

-¿Estas aquí, Rahema?-pregunté.

Nadie contestó.

El lugar era una oscuridad infinita donde no existía nada, excepto, tinieblas pero con vida propia y como si fuera instantáneo cambió a un palacio reluciente en nebulosa en medio de la nada donde fluia un pequeño arroyo y con mucha fuerza.

No era nada comparado a los reinos que existían porque este reino no lo podía reconocer en ningún mapa.

Esto era como el principio de la vida misma.

-Me he sentido muy solo-dijo mientras escuchaba crujido de carne y hueso rasgándose formando a un hombre-o al menos fue lo que pude percibir-porque a duras penas se hacia visible.

Se sentó en un trono de nube y aire quejumbroso que fue poco a poco amancillado por él.



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En el texto hay: sirenas, brujas, faes

Editado: 27.12.2019

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