El sol brillaba intensamente al día siguiente, pero el ambiente en el pueblo estaba cargado de nerviosismo. A medida que la comunidad se preparaba, Emely sentía una mezcla de esperanza y ansiedad. Era un nuevo día, pero el eco de la amenaza seguía resonando en sus mentes.
Con Amara en su cuna, Emely se dirigió a la cocina donde Darwin estaba organizando su equipo de patrullas. Él parecía concentrado, revisando las herramientas y las provisiones que habían recolectado.
Darwin: (sin levantar la vista) Estoy pensando en quiénes deberían estar en cada grupo. Quiero asegurarme de que todos estén protegidos.
Emely: (acercándose) Deberías estar en una de las patrullas, Darwin. Tu experiencia es vital.
Darwin: (mirando hacia arriba) Pero tú también necesitas estar lista en casa con Amara.
Ella sabía que no podía estar en ambos lugares a la vez, pero la idea de estar separada de él la inquietaba. Sin embargo, también sabía que su fuerza se complementaba.
Emely: (decidida) Haré lo que sea necesario. Pero, por favor, ten cuidado.
Mientras se preparaban, la casa se llenó de la luz del sol, y Emely sintió que el calor que la rodeaba no era solo por el clima, sino por el amor que compartía con Darwin y su hija. Esa conexión les daba el coraje para enfrentar cualquier desafío.
Más tarde, cuando el grupo de patrullas se reunió, Emely observó a sus vecinos con gratitud. Todos estaban listos para defender su hogar, unidos por la voluntad de proteger lo que habían construido.
Marina: (dirigiéndose al grupo) Recuerden, la comunicación es clave. Si ven algo sospechoso, den la alarma de inmediato. No se arriesguen.
Darwin: (añadiendo) Además, siempre mantengan la guardia alta. Nunca subestimen el peligro.
Con el plan en marcha, Emely se sintió orgullosa de la fortaleza de su comunidad. Mientras tanto, Amara se despertó, y su risa resonó en la habitación, iluminando el ambiente.
Emely: (acariciando su cabeza) ¿Quién está lista para ser valiente?
Darwin sonrió al ver a su hija.
Darwin: (acariciando la mejilla de Amara) Con una madre como tú, no podría ser de otra manera.
El día avanzó, y aunque las patrullas estaban en movimiento, Emely se mantenía alerta en casa, esperando que Darwin regresara. La incertidumbre la envolvía, y su mente divagaba a veces hacia los peligros que acechaban.
La tarde se convirtió en noche, y el cielo se llenó de estrellas. De repente, un ruido proveniente del exterior hizo que su corazón se acelerara.
Emely: (susurrando) ¿Darwin?
Cuando la puerta se abrió, su corazón se detuvo un segundo. Pero fue solo Darwin, con el rostro cansado pero seguro.
Darwin: (sonriendo al ver a Emely y Amara) Todo está bien. Las patrullas informaron que no hay señales de actividad sospechosa.
Emely: (aliviada) Gracias a Dios.
La tranquilidad momentánea se rompió con un grito proveniente de la plaza del pueblo. Emely se puso en pie de un salto, con la adrenalina fluyendo a través de ella.
Darwin: (rápido) Quédense aquí, protegeré a ambas.
Emely: (desesperada) No, voy contigo. No puedo quedarme aquí sin saber.
Darwin dudó por un momento, pero vio la determinación en los ojos de Emely.
Darwin: (suspirando) De acuerdo, pero quédate cerca de mí.
Corrieron hacia el exterior, donde un grupo de vecinos se había reunido, formando un círculo alrededor de un hombre que parecía haber sido atacado.
Marina: (gritando) ¡Alguien llama a un médico!
Emely se acercó, su corazón latiendo con fuerza. El hombre, con una herida en el brazo, era un conocido del pueblo.
Emely: (calmando a la multitud) Todos, mantengan la calma. ¿Qué ocurrió?
Hombre: (con dificultad) Estaba en la patrulla... vi algo en el bosque. Era un grupo, parecían estar armados.
El eco de su declaración resonó en los corazones de todos los presentes. La amenaza estaba más cerca de lo que pensaban.
Darwin: (a Emely, con voz firme) Debemos volver a reunir a la comunidad y preparar nuestras defensas.
Mientras la oscuridad envolvía el pueblo, la sensación de peligro se hacía palpable. Emely sabía que la lucha apenas comenzaba.