La mañana siguiente, el pueblo despertó bajo un cielo nublado, una atmósfera tensa se cernía sobre el lugar. Emely se preparaba para una reunión con la comunidad, donde compartiría la información que había recibido de Javier. Cada paso que daba hacia la plaza del pueblo resonaba con la gravedad de la situación.
Emely llegó al centro, donde los habitantes ya comenzaban a congregarse. Podía ver la preocupación en los rostros de sus vecinos; el eco de sus murmullos llenaba el aire. Sabía que debían ser honestos y directos. La seguridad de todos dependía de ello.
Emely: (alzando la voz) "Gracias por venir. Sé que estos tiempos son difíciles, pero es crucial que hablemos de lo que se avecina", comenzó, sintiendo cómo el peso de sus palabras se posaba sobre ella.
Darwin: (apoyándola desde un lado) "Lo que Emely va a compartir no es solo una advertencia, es una llamada al deber. Estamos aquí para proteger nuestro hogar y nuestras familias", añadió, mirando a la multitud con determinación.
La atención se centró en Emely, que sintió la presión de sus miradas. Respiró hondo y continuó.
Emely: "He recibido información sobre un posible ataque. Un grupo está buscando venganza y tiene información sobre mí y mi pasado. No solo soy yo la que está en peligro; todos ustedes lo están también", reveló, y el murmullo de la multitud se intensificó.
Marina: (interrumpiendo) "¿Qué podemos hacer para prepararnos?" preguntó, su voz firme y decidida.
Emely sonrió, sintiendo la solidaridad que había construido entre ellos.
Emely: "Debemos organizarnos. Necesitamos formar patrullas y reforzar las defensas del pueblo. Todos debemos estar listos para actuar", explicó, y vio asentir a varios.
Darwin: "Cada uno de ustedes tiene habilidades únicas que pueden ayudar. Debemos unir fuerzas y trabajar juntos. No dejaremos que el miedo nos divida", afirmó, y el sentimiento de unidad creció en el aire.
Mientras la reunión avanzaba, comenzaron a trazar planes de acción. Los hombres y mujeres del pueblo ofrecieron su ayuda, cada uno dispuesto a poner de su parte para proteger a sus seres queridos. Emely sintió un renovado sentido de propósito y esperanza.
Al caer la tarde, las discusiones se convirtieron en acciones. Se establecieron turnos de vigilancia, y se distribuyeron roles según las habilidades de cada uno. Emely, consciente de que no podía quedarse en la retaguardia, decidió unirse a las patrullas.
Esa noche, mientras se preparaban para el primer turno, Emely miró a Darwin, que estaba cuidando a Amara.
Emely: "Debo hacer esto, Darwin. No puedo quedarme al margen cuando hay tanto en juego", le dijo, sintiendo la angustia de dejar a su familia.
Darwin: (tomando su mano) "Entiendo. Pero prométeme que tendrás cuidado. No quiero que te pongas en peligro", respondió, su mirada llena de preocupación.
Emely: "Lo prometo. Pero también necesito que cuides de nuestra hija. Eres su protección", le recordó, dándole un suave beso en la mejilla.
Con el corazón pesado, Emely se unió a su grupo de patrulleros, todos listos para enfrentar lo que pudiera venir. La noche era oscura, y el viento soplaba, trayendo consigo un aire de incertidumbre. A medida que caminaban por los senderos del pueblo, los murmullos del grupo resonaban en la oscuridad, pero Emely sentía que la unidad y el compromiso que habían construido los haría más fuertes.
Javier: (caminando junto a ella) "¿Estás lista para esto, Emely?" preguntó, su tono serio.
Emely: "Más que nunca. No dejaré que mi pasado defina mi futuro", respondió con determinación, su voz firme.
La patrulla continuó su recorrido, revisando cada rincón y asegurándose de que todo estuviera en calma. Sin embargo, a medida que avanzaban, un sentimiento de inquietud crecía en el aire. Algo no se sentía bien.
De repente, un grito desgarrador resonó en la distancia. Todos se detuvieron en seco, mirándose entre sí con preocupación.
Emely: (susurrando) "¿Qué fue eso?" su corazón latía desbocado.
Javier: (mirando hacia la dirección del sonido) "Vayamos a investigar", ordenó, moviéndose rápidamente hacia el lugar del grito.
Mientras se acercaban, Emely podía sentir el sudor frío en su frente. Lo que pudieran encontrar no solo cambiaría la dinámica del pueblo, sino también su propia vida.
Al llegar a la escena, lo que vieron las dejó paralizadas: una figura encapuchada estaba en el centro, su mirada fija en la multitud, como si estuviera esperando.
Emely: (con el corazón en la garganta) "¡Alto!" gritó, tratando de mantener su voz firme, aunque el miedo la invadía.
Figura encapuchada: (con voz sombría) "He venido a buscar lo que es mío, Emely", respondió, su tono helado, y el reconocimiento hizo que el mundo de Emely se detuviera.
El rostro de su pasado la miraba a través de la penumbra, y Emely supo que la batalla por su vida y la de sus seres queridos había comenzado.