El aroma a tierra húmeda y flores frescas llenaba el aire en el parque, un lugar donde la luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un espectáculo de sombras danzantes sobre el suelo. Amara se encontraba sentada en un banco, con un libro en sus manos, pero su mente estaba lejos de las páginas. Desde que comenzó el nuevo año escolar, su vida había dado un giro inesperado. Nuevos rostros y nuevas historias se entrelazaban con la suya, pero había uno en particular que la tenía intrigada.
Era Leo, un chico nuevo en la escuela, con una sonrisa que parecía iluminar incluso los días más oscuros. Había algo en él que la atraía, un magnetismo silencioso que la hacía sentir viva. Amara recordaba la primera vez que cruzaron miradas; fue en el aula, cuando él llegó tarde y se sentó justo detrás de ella. Su corazón había latido con fuerza, una sensación que no había experimentado antes.
Los días pasaron, y aunque intercambiaron algunas palabras, no se atrevían a dar el siguiente paso. La tímida inseguridad de Amara chocaba con la aparente calma de Leo, pero había momentos en los que ella sentía que él la miraba con un interés que iba más allá de la amistad.
Esa tarde, mientras observaba a los niños jugar y las parejas pasear de la mano, un ruido familiar interrumpió sus pensamientos. Era Leo, acercándose con su andar despreocupado, un libro en la mano y una sonrisa juguetona en su rostro.
—¿Te importa si me siento aquí? —preguntó, señalando el espacio vacío a su lado.
Amara asintió, su corazón latiendo con más fuerza de lo normal. Era la primera vez que estaban tan cerca.
—¿Qué lees? —preguntó él, inclinándose un poco para ver la portada.
—Es solo una novela sobre aventuras en un mundo mágico —respondió, sintiendo cómo sus mejillas se sonrojaban. Se preguntó si debería contarle más o mantenerlo simple.
—Suena interesante. Me encantan las historias que me transportan a otros lugares —dijo Leo, con los ojos brillantes de emoción. —¿Te gustaría que la leyéramos juntos alguna vez?
Amara sintió una chispa de alegría en su interior. La idea de compartir su amor por la lectura con Leo era tentadora.
—Sí, sería genial —contestó, tratando de mantener la calma, aunque por dentro se sentía como si estuviera flotando.
Pasaron los minutos hablando sobre sus libros favoritos y compartiendo risas, y Amara se dio cuenta de que Leo era más de lo que parecía. No solo era atractivo, sino que tenía una mente curiosa y un corazón bondadoso.
Sin embargo, en medio de la conversación, una sombra de duda pasó por la mente de Amara. Recordó lo que su madre le había enseñado sobre el amor y la confianza. Ella había luchado para abrirse, y aquí estaba, sintiendo que Leo era alguien en quien podría confiar, pero ¿y si se equivocaba?
—¿Tienes hermanos? —preguntó Leo, sacándola de sus pensamientos.
Amara sonrió al recordar a su hermano pequeño, un niño travieso que siempre estaba en busca de aventuras.
—Sí, tengo un hermano menor. A veces es un poco… complicado —admitió, riendo suavemente.
—Lo entiendo. A veces la familia puede ser un desafío —dijo Leo, con un tono serio que hizo que Amara lo mirara fijamente. Había algo en su voz que hacía que ella quisiera conocer más de su historia.
—¿Tú también tienes hermanos? —preguntó, sintiendo la curiosidad apoderarse de ella.
—No, soy hijo único. A veces lo deseo, otras veces no —respondió, encogiéndose de hombros. —Pero tengo amigos que son como hermanos.
La conversación fluyó sin esfuerzo, cada risa y cada confidencia fortaleciendo el vínculo entre ellos. Amara se sintió más cómoda, y la sombra de la duda comenzó a desvanecerse. Quizás Leo era exactamente lo que necesitaba en su vida.
—Amara, gracias por hablar conmigo —dijo Leo de repente, su mirada intensa haciendo que su corazón se acelerara. —Me alegra haber encontrado a alguien con quien puedo ser yo mismo.
—Yo también me alegro de haberte conocido —respondió, sintiendo que el momento se llenaba de una promesa silenciosa.
En ese instante, rodeados de sombras y luces, Amara supo que este era solo el comienzo de una historia que podría cambiar sus vidas para siempre.