Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 23 “La misión”

Una vez que la calma regresa al monte Ísuc, Sérim retorna con sus amigos; no para de examinar sus alas y el metal blanco de su arma. Por otro lado, Ricardo libera a Quetzalzin del escudo de hielo que la protege; la pequeña se acerca con su padre.

—Eso fue… ¡muy emocionante! —exclama Sérim, feliz, a la par que da un par de saltos—. No sabía que puedo manipular la energía yaerp tan bien.

—No me la creo; de verdad no me la creo —dice el doctor Friedrich, recuperando el habla—. Son puras mentiras de que nunca has practicado tus dones.   

—Me da igual si me creen o no —asegura Sérim sin quitar su rostro alegre, transmutando el tridente en energía yaerp, la cual se introduce a su cuerpo por la palma de su mano derecha—. Lo importante es que ahora sé de lo que soy capaz —asegura la numsegohg tranquilamente. 

—De seguro esos reyes nos querían ingannare, capo —le dice el consejero siniestro al protector, presintiendo lo que en verdad pasó—; però usted ya tenía conocimiento de la treta, ¿vero?

—La elegí porque sus poderes se comportan casi igual que los míos; yo sí creo que no ha practicado nada en bastante tiempo —explica Ricardo.

—¡¿Nos estás diciendo que ella es igual de poderosa que tú?! —inquiere Francisco, asombrado.

—No lo creo, pero sus poderes yaerp se comportan igual que mi control sobre el hielo, tierra y piedras: entre más permito que los poderes hagan su trabajo, más fácilmente puedo concentrarme para atacar o defenderme —esclarece David.

—Tal vez no es igual de poderosa que usted, jefe, pero sí es más poderosa que la mayoría de nosotros —comenta el consejero diestro seriamente.

Inmediatamente todas las miradas se dirigen con el guerrero de luz.

—¿A qué te refieres? —inquiere Friedrich.

—El poder que percibo en la princesa Sérim es de un éphimit grado siete; tres grados menor que yo —explica Abihu seriamente—; lo curioso, es que antes del enfrentamiento, percibía en ella un poder menor que el de un éphimit grado uno.

Hay unos momentos más de silencio, hasta que son interrumpidos por una voz omnipresente masculina.

—Enmaru y Sérim. Acérquense inmediatamente.

Todos voltean, descubriendo que una gran esfera blanca ha surgido de la nada, acomodándose en el centro de las rocas flotantes; las mismas piedras han empezado a dar vueltas, delineando un gran circulo alrededor de la esfera.

Los dos habitantes nombrados obedecen, aproximándose a la esfera luminosa, de la cual emana un humo blanco; una vez en la distancia adecuada, Kijuxe puede dar el mensaje.

—Les doy la bienvenida, pequeños hijos. Ustedes dos han sido elegidos para ser los últimos ayudantes del protector de nuestro universo. A diferencia de los otros dos ayudantes y consejeros, ustedes no tendrán un trabajo fijo que cumplir en el grupo; aunque de vez en cuando ayudarán con ciertas tareas: Enmaru, tú serás el explorador; de vez en cuando tendrás que aventurarte por nuevos territorios desconocidos, para que les compartas a los demás tus descubrimientos; todavía tienes que aprender muchas cosas, tus compañeros te ayudarán. Sérim, tú serás la organizadora; habrá momentos en que tus cinco compañeros y el protector no sabrán qué hacer, por lo que tú tienes que ayudarles en poner todo en orden. ¿Entendieron? —inquiere la voz del dios.

—Sí señor —dicen los dos nuevos miembros al mismo tiempo.

—Francisco, Friedrich, Abihu y Fiorello, acérquense con sus compañeros. A ustedes ya les di sus obligaciones antes y después de la guerra de las estrellas llameantes; al igual que mi compañero regente lo hizo contigo, Evangelos. Protector, ven y escucha atentamente.

Los cinco personajes se acercan; todos dejan que Ricardo se pare justo al frente de ellos.

—Guardián sagrado, hay una nueva gran amenaza que ha surgido en Sepnaru. Los enemigos planean apoderarse de una ciudad, primero destruyéndola por completo para luego levantar ahí un puesto avanzado, quieren reclutar a más demonios y almas incautas. Tu deber en esta ocasión es evitar esa batalla y mantener a salvo esa urbe del ataque por parte de ese forajido enmascarado. Usará trucos para aparentar que todo sucederá por casualidad, pero la verdad es que él estará detrás de esa catástrofe.  

—Muy bien, gran Kijuxe; ¿y cuál es la ciudad que está en peligro? —pregunta David seriamente.

—No te lo puedo decir, porque tú tienes que saberlo; aparte, otro guardián sagrado te ayudará, sumando otros viejos compañeros, incluyendo Akuris Gaels y Nila Oleim. Regresen inmediatamente a Sepnaru y detengan la amenaza.

Al segundo siguiente la esfera se desvanece y las rocas caen al suelo.

—¡Perfecto! Eso significa que nuestros hombres podrán ayudar —expresa el comandante Francisco, muy feliz.

—Entonces me parece que debemos de regresar a la torre mayor en México —expresa Friedrich, para luego hablar con el dirigente—. Richard, ¿cuál ciudad será atacada?

Todas las miradas se dirigen con el protector, quien está de espaldas. Esperan por unos momentos, pero no obtienen respuesta.

—¿Jefe? —le llama Abihu mientras se acerca lentamente. A pocos pasos de llegar a él, escucha que está susurrando algo.

—¿Otro guardián sagrado? ¿Cómo que otro guardián sagrado? Pero yo no…




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