Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 28 “¡¿Trillizos casi idénticos?!”

Lugar: Hotel Marquis Reforma, Ciudad de México, México.

 

Muy temprano, David Ricardo se despierta con sobresalto.

Se mantiene acostado, pero su corazón palpita aceleradamente y descubre que su lengua está totalmente seca; por fortuna hay una botella de agua en la pequeña mesa al lado de su cama. Luego de hidratarse, Ricardo se quita las cobijas de encima y se sienta en el borde del colchón.

«Condenadas pesadillas. Detesto tenerlas», piensa Ricardo mientras su corazón se tranquiliza lentamente.

Empieza a recordar el sueño terrorífico que acaba de tener.

 

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(Escena retrospectiva)

Él está en medio de una ciudad moderna, llena de rascacielos, otros edificios grandes y casas particulares; al parecer todo abandonado, porque no hay nadie por ningún lado.

Ricardo empiaza a caminar por las calles de la ciudad fantasma, hasta que decide entrar a una casa que tiene la puerta abierta; pero al entrar por completo a ese lugar, descubre todo el piso lleno de cadáveres grotescos, llenos de ronchas pequeñas y enormes negras, brazos inflamados o con gangrena y con manchas rojas.

David sale apresuradamente de ese lugar, aguantando el asco; pero al salir, una muchedumbre aparece de la nada en el otro extremo de la calle. Son útbermins y varios faipfems armados con armas de fuego de todos los tipos. De un segundo al otro le apuntan y disparan. El protector huye de la balacera, refugiándose en otro edificio; escucha los fuertes disparos y las balas impactar por todos lados.

Después de unos segundos, todo vuelve a la tranquilidad.

Ricardo se asoma con cautela, descubriendo que las calles alrededor han quedado vacías de nueva cuenta. Camina por otros momentos, hasta que voltea hacia arriba. El cielo despejado ahora se oscurece muy rápidamente, debido a nubes negras que llegan por todos lados; luego, una tormenta eléctrica se desata, lloviendo relámpagos por doquier.              

Ricardo mira alrededor varias veces, apareciendo repentinamente su peor enemigo, parado justo al frente; el forajido negro solo lo observa y comienza a reír malvadamente. Otra voz desconocida le habla directamente a su mente, diciéndole unas cuantas palabras.

Instantes después, una de las cadenas doradas del forajido enmascarado emerge de su espalda y se dirige directamente a la cara de Ricardo.

 

(Fin de la escena retrospectiva)

 

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Ese fue el momento preciso que él despertó de la pesadilla.

Desconcentrando y asustando al protector, alguien toca la puerta de la recámara; Ricardo se acerca y pregunta quién es.

—Señor Ricardo. Ya tenemos que ir con el comandante Francisco —dice el sargento Firulais al otro lado de la puerta.

—Gracias por avisarme. En unos momentos iremos; solo nos arreglamos —responde David Ricardo, todavía un poco somnoliento.

El protector regresa a la cama, viendo que Ricardito aún sigue dormido; lo bueno que no se ha movido mucho durante la noche, dejándolo dormir a gusto. David se apresura a despertar a su «hijo», ordenándole darse un baño antes que él. Una vez que ambos están aseados, usan sus respectivos poderes para vestirse. Ricardo vuelve a usar la ropa elegante de ayer; Enmaru casi hace lo mismo, porque hace aparecer tenis blancos y pantalones Jeans, pero la chamarra sencilla y la camiseta cambian de color y diseño, al igual que sus audífonos; conserva esa imagen de un Dj, en especial por los audífonos acomodados en su cuello.

Ya listos, el jefe y su pequeño ayudante se dirigen con sus compañeros; solo tienen que caminar media cuadra para llegar a la torre mayor.

Entre tanto, todo el equipo restante alojado en el club cincuenta y uno ya se ha despabilado y arreglado; solo están esperando al protector, quien tiene que conocer al segundo guardián sagrado. Francisco es quien recibe la llamada por parte de la recepcionista de la planta baja del rascacielos, avisándole que Ricardo ha llegado. Todos se preparan, reuniéndose en una de las amplias salas de juntas del piso cincuenta.

Abihu y Fiorello reciben al jefe en la recepción del club cincuenta y uno.

—Buongiorno capo. El segundo guardián lo esta esperando —le informa el consejero siniestro.

—Lo saludamos rápido y empezamos con una reunión; tengo que decirles algo importante —dice Ricardo seriamente.

Los tres hombres caminan por varios pasillos para llegar al lugar; los ventanales que dan una panorámica de la ciudad por el momento están tapados con persianas. Ricardo abre las puertas de madera, encontrándose con todos los compañeros de antes, sumando a dos antiguos conocidos: Nhómn Beleg y Lindalë Ered. Atrás de ellos está el gitano de Ítkelor; estaba sentado, pero al momento de que Ricardo entró, él se puso de pie. El eunuco y la guerrera alada se mueven a un lado, al tanto que el consejero diestro se acerca con su amo, diciéndole mientras que Ricardo voltea con el segundo guardián sagrado.

—Jefe, le present…

—¡Albert Cathal! ¡¿Qué estás haciendo aquí?! —exclama David Ricardo, muy asombrado y al parecer preocupado.




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