Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 45 “La rival de Édznah y Yev-Lirn”

Desde las alturas, Abihu y Yev-Lirn observan los edificios cercanos a las dieciséis cuadras que conforman la zona segura y de trabajo; zona dónde se han acomodado sus compañeros y miembros de la FESEDERM.

—¿Ya te diste cuenta, compañero? —le pregunta el éphimit al arcángel.

—Sí; están tomando posiciones para atacar —responde el faípfem de canguro.

Segundos después, descubren a dos sombras alejarse por los cielos.

—Réum Slee y Sophi —susurra Édznah; luego, le pregunta a su amigo—. ¿Despertamos a todos para avisarles?

«No lo hagan».

Es lo que dice una voz en las cabezas de ambos seres; ellos miran por todos lados pero no encuentran a nadie, a pesar de que su visión es igual en la noche y en el día. Su visibilidad omite los colores de alrededor, dejando solo una gama de grises, blancos y negros; perciben a los diferentes habitantes del universo como sombras llameantes blancas, grises o negras. Entre más oscura la sombra, más malvado es el ser que tienen en frente.

—Esa voz… —susurra Yev-Lirn, asombrado.

—Es él, ¿o ella? —dice Abihu, debido a que al parecer un hombre y una mujer están hablando al mismo tiempo.

«Sí, soy yo. La deidad única y suprema. Dejen que los demás descansen está noche; necesitarán fuerzas para el infierno de la mañana. No los alerten de ninguna manera. Solo mantengan vigiladas las aceras que delinean la zona que les encomendaron vigilar; si un enemigo sobrepasa esa línea, atáquenlo», ordena el ente seriamente.

—Sí señor —dicen ambos entes inferiores sumisamente.

Abihu quiere desobedecer esa orden, pero la deidad excelsa y superior es completamente diferente a su ex dios regente Kijuxe; tiene que someterse completamente bajo sus órdenes.

 

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Lugar: Arvtess, Pemetoe, Jedram.

 

Es la madrugada en la guarida principal de los leales dingos roñosos. Uno de los tantos integrantes de la gran pandilla duerme plácidamente en su habitación, hasta que es despertado bruscamente.

—¡Ócnum Antonio! ¡Ócnum Antonio! ¡Ócnum! —grita un compañero al abrir bruscamente la puerta.

El joven se cae de su cama al escuchar el escándalo, despabilándose rápidamente.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa, qué pasa?! —inquiere asustado el hacker experto.

—¡Rápido! ¡El protector sagrado y sus compañeros están en peligro! ¡Vamos, muévete! —dice el compañero nerviosamente.

Sin decir nada, Ócnum Antonio se apresura a vestirse con lo esencial, para luego salir corriendo de su habitación. Llega al cuarto de operaciones, descubriendo un alboroto general; también está presente la líder Alexandra, quien le entrega a su «mano derecha» un papel con números y letras combinadas. En el medio de la hoja hay varias frases, dejando lo demás en blanco.

«Todos los grupos tienen permiso de atacar. Repito: todos los grupos tienen permiso de atacar. No dejen sobrevivientes. ¡Mátenlos a todos!».

—Hace pocos segundos está circulando por la mayoría de los celulares en Quekea —dice Alexandra seriamente.

Al instante siguiente, Ócnum Antonio ocupa su lugar y se coloca sus audífonos especiales, preparado para salvar la mayor cantidad de vidas posibles, activando la aplicación especial que les envió.

 

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Lugar: Centro de Quekea, Wisune, Jedram.

Acontecimiento: Supuesto ataque terrorista en el año dos mil diez; no confirmado.

 

Al mismo tiempo ya es de mañana en la ciudad de Quekea (ocho AM); el sol ya salió, dejando al descubierto un cielo azul con pocas nubes paseando por ahí. Otro dormilón ya está en los últimos momentos de su sueño, cuando es despertado de igual manera brusca, pero con un sonido diferente.

Una alarma empieza a sonar muy fuerte en el celular de David Ricardo; siempre lo tiene cercas para cualquier eventualidad, igual a la que surge al segundo siguiente. No es una alarma común de despertador; es una alarma intermitente de peligro (tactical nuke). El protector se despierta en un dos por tres, asustado por ese sonido. Revisa su celular, descubriendo un mensaje en rojo que ocupa toda la pantalla, el cual dice: Ataque inminente. Prepárense.

De un salto Ricardo se levanta y sale corriendo de su cuarto; rápidamente cubre su cuerpo con su hielo para cambiarse. No se viste con sus ropas elegantes de costumbre, ahora usa su armadura completa de placas de metal color azuloso claro con vetas cafés claro.

Llama a todos sus compañeros mentalmente, pero ellos ya se están preparando. La misma alarma ha sido activada en todos los celulares del equipo, la cual tardará otros momentos en apagarse por sí sola.

Antes que nada, Ricardo se dirige con su ayudante en particular, debido a que supone que está varios pisos arriba.

«¡Fiorello! ¡Fiorello!».

Grita Ricardo mentalmente, tratando de comunicarse con su consejero siniestro, pero el jócsolfu maldito no responde.




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