Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 47 "Tres por ciento de la esencia de Sophi se purifica”

De regreso con Fiorello y Akuris, ellos intentan llegar con los compañeros de inteligencia y militares mexicanos atrapados en su edificio; saben que lo mejor es ayudarles a sobrevivir. Vuelan por los pasillos y escaleras para moverse más velozmente, hasta que aparece otra conocida de Fiorello, quien se interpone en su camino.

—Nos encontramos nuevamente, lagartija. Esta vez no te podrás salvar —saluda la demonio Aris muy feliz, sosteniendo su naginata negra con ambas manos, pero la hoja afilada está envuelta con fuego color gris pizarra.

—Lo que faltaba; la loca que no me quiere dejar de molestar —dice Evangelos, harto.

Al segundo siguiente Fiorello invoca su arma favorita: su guitarra eléctrica Warbeast negra envuelta con fuego blanco; él empuña su arma desde el medio del mástil con ambas garras; al mismo tiempo extiende sus alas, protegiendo a la pu-naisvu, pero eso atrae la atención de Aris hacia ella, intuyendo inmediatamente lo que eso significa.

—¡¿Tienes una pareja sentimental?! ¡¿Tú?! —exclama Aris, al parecer enojada.

A Evangelos le parece extraña esta reacción de su enemiga, pero no tiene el tiempo para preguntarse el porqué, debido a que segundos después la cilnlumoit comienza el ataque con su naginata. Aprovechando que Aris está concentrada en Fiorello, Akuris llega y la embiste fuertemente, enviándola lejos y provocando que atraviese desastrosamente una pared de concreto.

—¡Deja en paz a mi ragazzo! —exclama la faípfem de équf, enojada.

No le ha provocado daño alguno, pero obtiene el tiempo necesario para que su novio le facilite sus dos espadas talwars, las cuales también están envueltas con fuego blanco. Pocos segundos después, se inicia la batalla de dos contra una.

 

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Afuera, el águila gigante de David por fin llega a la ciudad, derribando a los primeros helicópteros que encuentra y que están atacando los edificios, esperando asesinar más rápidamente a los que se esconden ahí adentro. El dragón japonés también llega, porque no se puede separar de su mejor amigo plumífero, ayudándole con el trabajo de destruir a esas máquinas voladoras. Ambas bestias gigantes escupen el fuego que pueden producir naturalmente.

En los cuatro hoteles, los primeros guerrilleros llegan a los puntos secretos donde se han atrincherado los soldados y grupos de inteligencia extranjeros; por fortuna, los lacayos de hielo y rocas de David Ricardo protegen los únicos dos pasillos que conducen a esos sitios, impidiendo que logren pasar. Los ciudadanos usan su armamento, pero los soldados especiales son totalmente inmunes a esas municiones. Son demasiado fuertes, que con un solo golpe pueden arrojar a un grupo de mortales varios metros lejos; para sorpresa de los agresores, los guardaespaldas pueden invocar lanzas de sus propios elementos (hielo y rocas), logrando así defenderse a distancia.

Deseosa de un combate llega Sophi a uno de esos puntos secretos. Usa la misma armadura que usó durante la guerra épica de las estrellas: parte de una armadura de placas que cubre su torso, junto con una falda corta; dejando parte de sus piernas y brazos al descubierto. En sus antebrazos tiene unos guanteletes que incluyen sus afilados katárs; mientras que lleva unas medias largas en sus piernas, acabando en un tipo de botas cortas, pero metálicas, haciendo juego con su armadura  y guanteletes negros. En su cabeza usa una especie de diadema que tiene incluidos cuatro cuernos de demonio.

Lamentablemente, la jovencita está demasiado confiada y no piensa en las posibles consecuencias. Se acerca a unos guardianes de hielo, pero no tiene las fuerzas para enfrentarlos; ni sus poderes rupmohe le son de ayuda, porque no les afecta para nada. A duras penas logra pasar esa defensa, esperando aniquilar al grupo de mortales atrincherados. Para mala suerte de ella, los soldados tienen municiones especiales yaerp: letales para otros mortales y para los demonios de su tipo. Sophi llega a un salón de eventos, donde es recibida con una lluvia de esas balas blancas; los soldados también tienen dispositivos especiales que les permiten observar a esos demonios invisibles al ojo mortal.

Sophi se protege gracias a un escudo que logra invocar, pero varias balas logran atravesar su piel; especialmente en una pierna y un brazo. Asustada y herida, la jovencita qumkso se retira; trata de evitar a los guardianes de hielo y roca, pero uno de ellos la golpea, lastimándola más. Con esfuerzo logra ponerse de pie, para luego invocar de nueva cuenta sus alas de plumaje negro, buscando una manera de salir; está tan malherida que no tiene las fuerzas para romper una pared o un ventanal. Sube un par de pisos, donde se detiene a descansar al lado de las escaleras, sentándose en el suelo.

Después de unos momentos y de un segundo al otro, aparece un muchacho de quince años. Inmediatamente ambos jovencitos se espantan, toman distancia e invocan sus armas, pero no se atacan inmediatamente. Para sorpresa de Sophi, el jovencito le recuerda mucho a alguien, aunque el otro muchacho que recuerda tenía cabello lacio; este jovencito tiene el pelo rizado, al igual que su propio cabello. Ambos se quedan asombrados uno por el otro; especialmente Sophi, quien empieza a sentir un sentimiento que había olvidado completamente.

Esa pequeña porción; ese tres por ciento de su ser inocente vuelve a florecer, removiendo la mancha oscura que lo había cubierto (*32). Se pierde unos segundos en las nubes, hasta que el dolor la hace despertar; no puede permanecer de pie debido al par de balas que atravesaron su pierna, así que vuelve a sentarse, recargándose en la pared cercana. Sus katárs desaparecen mientras cierra sus ojos, soltando un par de lágrimas incoloras; pero al abrirlos nuevamente, se percata que el jovencito desconocido se ha hincado frente a ella. Sus espadas cortas se han desvanecido o las ha guardado, pero ya no las tiene en las manos.




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