Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 57 “Dos seres malditos en el grupo”

Aquí es donde el grupo se divide.

Akaud decide iniciar con entrenamientos especiales para Enmaru y Desmond, llevándolos hacia una zona despejada en lo alto de una montaña.

Ricardo, Nhómn y Friedrich montan un centro improvisado de operaciones en uno de los cuartos. Gracias a los poderes especiales de Ricardo, él puede transmutar su hielo y arenas en cualquier objeto inanimado en segundos, proveyéndoles de laptops de última generación a los dos sabios, aparte de otros dispositivos.

Albert Cathal decide investigar los alrededores, junto con Abihu, Fiorello, Yev-Lirn y Akuris.

Por otro lado, Lindalë y Ariadna invitan a Nila y a Quetzalzin a pasar un día en la playa, aprovechando que el hotel donde se están hospedando está a escasos metros de la misma. La hevpou semi-acuática acepta, esperando que eso ayude a la niña; en este tiempo, Quetzalzin ha estado un tanto deprimida. Nila también quiere que Francisco las acompañe; el comandante acepta. Berenice es quien les provee un traje de baño a sus amigas; mientras que Ricardo le hace el mismo favor a su ayudante militar. David es quien les facilita otros accesorios y productos.

Al final resulta una muy buena idea, porque la niña se divierte mucho, en especial con su madre adoptiva faípfem, quien se encuentra en uno de sus elementos naturales: el mar. Nila juega con Quetzalzin tanto en la arena como en el agua. La playa está solitaria y las olas son tranquilas.

 

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Antes de que Akaud empiece con los entrenamientos, tiene que revisar las habilidades de sus alumnos. El mismo maestro es quien revisa sus agilidades en combate, disminuyendo su poder a un mínimo.

Hay una batalla intensa entre los dos jovencitos y Akaud; el campeón Belka les da permiso de invocar sus armas: las dos espadas gladius y el par de largas garras filosas de metal (tekko kagis); por su parte, Akaud invoca su kwan dao doble. Cuando los dos pupilos acaban agotados, el maestro ni siquiera ha sudado.

—Esto tomará más tiempo del que imaginaba, pero no tenemos mucho. Uhmmnn. Voy a tener que usar un poco de mis habilidades para aprovechar estos tres o dos días al máximo —dice Akaud en voz baja. Se acerca con los dos jovencitos, colocando sus manos sobre sus cabezas—. ¡Complete healing! —exclama Akaud.

Un golpe de aura curativa recorre los cuerpos de los dos pequeños. De un segundo al otro sus energías y vigor se restauran completamente, listos para seguir con las enseñanzas. Tienen largos momentos de entrenamiento exhaustivo físico y mental, aprendiendo a canalizar mejor las energías rupmohe y yaerp de cada quien; cuando se cansan demasiado, Akaud usa sus poderes especiales para recargar sus energías. Eso no significa que dejen de sentir hambre; en la tarde, toman un largo descanso para ir a visitar uno de los tantos restaurantes que hay disponibles.

 

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En la tarde temprana Cathal regresa de su exploración, descubriendo que algunos están disfrutando de un día en la playa; decidiendo relajarse por unos breves momentos, Albert decide acompañarlos.

Sus cuatro acompañantes deciden vigilar por otros momentos, sentándose en lo alto de una gran montaña que está unos metros mar adentro. Los cuatro observan el paisaje, refrescándose con la leve brisa marina; Fiorello no quiere que su novia sufra por el calor del día, provocado por el cielo despejado. Invoca su ala de ave negra, debido a que ahora tiene la apariencia de útbermin con el pelo alborotado corto, proveyéndole de buena sombra a la faípfem Akuris.

—Grazie amore —le dice la pu-naisvu a su novio, muy feliz, acomodando su cabeza en el hombro de él. Evangelos sigue usando sus ropas negras, pero siempre se mantienen a temperatura templada; nunca se calientan por el calor del nus. Fiorello solo la abraza con su brazo derecho.

Los dos compañeros ignoran la escena amorosa, lo que aprovecha Yev-Lirn para resolver una duda que tiene.

—Compañero, quisiera preguntarte algo —le dice el arcángel al éphimit.

—¿Qué pasa? —inquiere Abihu tranquilamente.

—Después de que Akaud nos salvó de esa demonio Aleryd, invocaste una energía especial —recuerda el faípfem de canguro con armadura de placas.

—¿Te refieres a esta? —inquiere Édznah, alzando un poco su mano izquierda, la cual es envuelta con un fuego gris pizarra.

—¡Esa es mi debilidad! Espera, nunca me has revelado el cómo es que puedes invocar esa energía especial —comenta Fiorello, sorprendido; Akuris también está asombrada, pero no dice nada.

—Creo que es mejor revelar la verdad de una vez —dice Abihu, cerrando los ojos por unos momentos y mostrando una amplia sonrisa; luego de unos segundos, vuelve a abrir los ojos, diciendo—. De hecho también puedo hacer esto.

Al instante siguiente, el fuego se convierte en una densa aura de color negro: energía rupmohe pura. Para sorpresa de sus amigos, el ojo izquierdo de Édznah cambia de un blanco total a un ojo completamente negro; apenas se le nota un iris de color azul oscuro.

—Interesante, ¿no les parece? —dice Abihu, manteniendo su sonrisa.

Los tres compañeros se quedan boquiabiertos por unos segundos; Abihu hace desaparecer sus energías rupmohes y su ojo izquierdo vuelve a ser completamente blanco. Abihu descansa su brazo por unos momentos, al tanto que sus amigos recuperan el habla.




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