Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 64 “Las primeras batallas de Cathal y su equipo”

Lugar: Ciudad de Alepo, Gobernación de Alepo, Siria.

 

Yev-Lirn se adelanta a las tropas, destruyendo el armamento pesado enemigo en segundos con sus cadenas; es una suerte que sea casi tan veloz como Fiorello, porque el arcángel puede alcanzar la mitad de la velocidad de la luz. Los tanques y camionetas lanzacohetes quedan destrozados en un parpadeo, pero eso atrae la atención de los demonios cercanos. Yev-Lirn se enfrenta a los primeros qumksos y cilnlumoíts que se acercan, invocando su maza de batalla a dos manos y venciéndolos después de una corta batalla; mas se percata que ha olvidado a su compañera de equipo. Él y Akuris Gaels son los que se encargarán de los entes inferiores, pero Akuris es más vulnerable. Rápidamente, el arcángel vuela de regreso con sus compañeros y ejército aliado.

La faípfem Akuris observa que se acercan los entes inferiores hacia los soldados. Se concentra y deja que su ser malvado surja por completo, ocurriendo la misma metamorfosis que sufrió cuando se enojó con Abihu, después de los ataques sorpresa en la ciudad de Quekea. Sus ropas cambian por un leotardo sexi color negro y medias altas de igual color, dejando sus garras de los pies al descubierto; en sus brazos aparecen mitones largos negros que se sujetan del dedo medio, dejando sus garras libres para las peleas venideras; prefiere usar sus dagas o ifgais que puede invocar, pero esas armas naturales pueden ser útiles de vez en cuando.    

Akuris se enfrenta a los primeros guerreros de luz que llegan, protegiendo al grupo de guerrilleros mortales que le ha tocado dirigir. Su fuerza y velocidad aumentan considerablemente cuando se transforma en este tipo de demonio en particular (una súcubo), logrando poder enfrentarse contra tísegops y éphimits. A pesar de su nueva imagen, Akuris Gaels sigue siendo una mortal, por lo tanto, los entes inferiores de oscuridad enemigos pueden lastimarla; varios de ellos se acercan velozmente contra ella, pero Yev-Lirn llega justo a tiempo para salvar a su compañera.

Arcángel y súcubo forman un equipo excelente desde el principio; no se separan y ambos se cuidan las espaldas todo el tiempo. Akuris cambia su armamento seguidamente: sus dagas largas y curvas por ifgais (*43) y viceversa.

El equipo de soldados ótbermins mortales que está con ellos ayuda en lo que puede, usando sus armas de fuego modernas.

 

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En otro punto de Alepo, un poco atrás de la línea frontal de los libertadores armados, Akaud ayuda al enfrentarse y derrotar en segundos a otros entes inferiores, dejando que los mortales se enfrenten entre sí; algunos soldados han entrado a las casas cercanas, para tener mejor posición y ventaja sobre los enemigos, especialmente en un alto edificio; el último que marca el límite de la ciudad. Los grupos invasores llegan al punto de visión de los defensores, empezando así las ráfagas de balas entre ambos bandos.

Al tanto que pelea en el aire, Akaud recibe una fuerte patada en un costado, mandándolo hasta las cercanías del aeropuerto internacional de Alepo. El campeón divino Belka se recupera en un segundo, volteando con la enemiga que se acerca por los cielos.

—Hola entrometido, ¿nuevamente metiendo tus narices donde no te llaman? —inquiere la reina Ókinam, mostrando una amplia sonrisa, ya preparada con sus ruedas filosas de fuego y viento, una en cada mano.

—Con que quieres otra paliza, eehh; bueno —dice Akaud, quitándose la larga bufanda en su cuello—. ¡Sacred weapon! —exclama él, invocando su arma sagrada.

Una nueva gran batalla comienza entre ambos seres poderosos.

 

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En otro punto, Cathal se ha quedado junto con Desmond atrás de su grupo, tratando de ayudar a los soldados defensores. El gitano invoca un par de armas vivientes, a las cuales les ordena atacar a los enemigos armados; el par de espadas luminosas color verde, las cuales flotan en el aire todo el tiempo, se apresuran a cumplir la orden. Los invasores no pueden defenderse de ninguna manera de las espadas vivientes, siendo asesinados de uno por uno.

Ayudando a su compañero y líder, el joven Eamon lucha contra los entes inferiores que se acercan; puede invocar las dos energías fundamentales divinas, pero necesita algunos breves momentos para cambiar de una a la otra, razón por la que se le dificulta pelear cuando lo atacan seres divinos de luz y oscuridad al mismo tiempo; afortunadamente, gracias al entrenamiento arduo de dos días que obtuvo de Akaud, sus movimientos son más ágiles y su tiempo de reacción mejoró en gran manera.       

De repente, las espadas vivientes de Cathal son destruidas por unos tentáculos de metal, de los cuales emana un aura color verde oscuro; segundos después, una mujer desciende de los cielos, manteniéndose flotando al frente de Albert Cathal y atrás de los mortales armados. Los guerrilleros defensores se dan la vuelta, dudando en dispararle o en seguir atentos al frente.

—¡Ustedes no se desconcentren! ¡Sigan disparándoles a los que se acerquen! —les ordena el romaní. Los soldados obedecen, evitando que los guerrilleros invasores lleguen al resto de la ciudad.

—Con que tú eres el segundo guardián divino. Uhmmnn… No estás nada mal para ser un habitante de otro universo —dice la demonio Aleryd, contemplando al gitano con una mirada pervertida.

Inmediatamente Cathal responde con dos bolas de fuego que invoca de sus manos, arrojándolas hacia la demonio, pero ella solo mueve tranquilamente su brazo de un lado a otro, desviando muy fácilmente los ataques.




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