Libro 3: Una guerra debe prevenirse

Capítulo 70 “Futura monarquía de tiranos”

En otro punto de la ciudad, Élmer Homero y David Ricardo siguen enfrentándose; desde que se reinició la pelea, Ricardo ganó ventaja en un dos por tres, aparte de usar los nuevos trucos que aprendió días atrás. El protector de Rómgednar se ha estado transformando en diferentes kerklus: de arena, roca, hielo y de aire, dificultándole bastante al forajido dañarlo. Élmer Homero ha intentado usar su forma especial de espectro esquelético, pero igualmente no es muy efectiva. Ahora está en su forma completa humana, tratando de recuperar el aliento; David está justo en frente, mostrando su forma de kerklu de hielo; no es mucha la diferencia con su aspecto de kerklu de arena. La única diferencia es su piel, aparte de la densa neblina que generan sus ojos y grietas en su cuerpo: son de color azul muy claro.

Desesperado, Élmer Homero usa su técnica especial robada.

—¡Star sh…

Antes de que termine esa segunda palabra y actuar, Ricardo golpea duramente el rostro del enmascarado, arrojándolo directamente hacia la pared de una montaña cercana; misma donde lo aplastó momentos atrás. Élmer Homero impacta fuertemente en la ladera de la montaña, para luego caer al duro suelo. El forajido no tarda en levantarse con dificultad, mientras que al lado aparece Ricardo, emergiendo tranquilamente de las arenas del desierto.

—Deberías de solo golpear en lugar de decir palabras mágicas de otros mundos —dice David, mostrando seriedad.

Haciendo caso del consejo, el enmascarado intenta propinarle una patada al rostro del protector; es una pena que otra vez esté cansado, porque ahora se mueve torpemente. Sin nada de esfuerzo, el humano terrestre detiene la patada con la mano izquierda; en un segundo Ricardo se agacha y le conecta un uppercut con su puño derecho al forajido negro. Nuevamente el perdedor cae al suelo al tanto que su sombrero sale volando.

—Todo acabó, desconocido; me aseguraré de que no vuelvas a ocasionar destrozos —dice el protector de Rómgednar, acercándose al enmascarado.

Segundos después, el forajido negro se empieza a reír con felicidad.

—¿Qué es lo gracioso? —le pregunta David, acercándose a él.

El demonio desconocido se levanta y se recarga en una gran roca al pie de la montaña, claramente agotado; se sigue riendo, hasta que por fin decide hablar.

—Primero que nada, Ricardo, mi nombre es Élmer Homero; pero no es mi verdadero nombre. Te diré mi identidad real, si tú haces lo mismo con tus amigos —dice Lozkar, mostrando una amplia sonrisa malvada debajo de su careta negra.

De un segundo al otro, David Ricardo deshace su transformación, volviendo a ser un humano con sus ropas elegantes, mostrando una cara perpleja y anonadada. Élmer Homero sigue hablando, notando que ha obtenido la atención completa de su némesis

—Sé muchos secretos de ti, humano terrestre; muchos secretos aparte de los que te dije en Quekea; por ejemplo, el nombre falso que has usado en este universo, durante la aventura anterior y la actual. Sé quiénes son tus familiares, dónde vives, que comida te gusta más, tus rutinas diarias; puedo seguir tus pasos sin que te des cuenta, a pesar de que esté atrapado en esta segunda dimensión vital.

David no puede entender completamente lo que su enemigo le está diciendo; escucha atentamente la segunda parte del mensaje, procurando que no lo sorprenda con alguna treta.

—El tiempo para mi regreso se acerca mes con mes, amigazo. Diviértete con tus pizzas artesanales en ese trabajo, disfrutando la acogedora sombra de tus padres; sigue despreocupado. El destino te alcanzará. Jeje. Recuerda mis palabras cuando te quedes sin trabajo: escribir no te ayudará de mucho, aparte de que es una pérdida de tiempo. Sayōnara «Técpatl». Jaja —dice el forajido negro, finalizando con una sonrisa macabra; luego, parece ponerle atención a algo que hay enfrente de él y atrás de David Ricardo.

El protector se queda demasiado pasmado, mirando al enmascarado; se tarda en percatarse de que su archienemigo está viendo algo atrás de él. Trata de voltear rápido, pero una ráfaga sobrenatural de aire lo golpea, mandándolo a volar un par de kilómetros lejos.

La reina Ókinam ha usados sus armas especiales, obteniendo segundos valiosos con su pareja.

—¡Lord Lozkar! ¿Está bien? —pregunta ella muy preocupada.

—Sí. Solo necesito descansar. Regresemos rápido al palacio; nuestro trabajo aquí ha terminado —dice el forajido tratando de caminar, pero no puede; la reina le ayuda demasiado, cargándolo con ayuda de sus energías morado oscuro.

Se abre un portal al segundo siguiente y ambos monarcas no oficiales lo atraviesan; segundos después, la grieta dimensional desaparece.

David Ricardo regresa justo en esos momentos, frustrado de que su némesis haya escapado; tiene bastantes preguntas en su cabeza, pero no tiene tiempo de responderlas en estos momentos. Se apresura a llegar con sus compañeros.

 

╘╪╛Ʊ╘╪╛

 

Aris y Sophi se han ocultado en un almacén abandonado, muy atentas a su alrededor. De repente escuchan en sus mentes que la reina Ókinam les llama, ordenándoles rescatar a su madre y abrir un portal hacia el palacio negro; ellas se sorprenden por esta noticia, preguntando quien tiene prisionera a Réum Slee, enterándose que el humano póbuf la ha derrotado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.