Libro Il: El Susurro De La Montaña ​el Camino Primitivo

Prólogo: El ahogo de la ciudad

​Había pasado exactamente un año desde que Luis contempló el atardecer en el Cabo Finisterre. En aquel entonces, la claridad era absoluta; el "Constructor de Puentes" se sentía invencible. Pero la vida, con su inercia implacable, tiene una forma sutil de erosionar las cumbres del espíritu.

​Al regresar a Madrid, Luis no volvió a su antiguo puesto, pero la creación de la fundación y la gestión de los proyectos en Asia lo sumergieron en una nueva forma de estrés: el estrés de la responsabilidad. Los despachos, aunque fueran para causas nobles, seguían teniendo techos bajos. El aire acondicionado no olía a eucalipto ni a tierra mojada. Las llamadas de Zoom sustituyeron aes pausadas en los albergues.

​La evolución que sintió en su interior empezó a agrietarse. La ciudad, con su ruido constante y su prisa sin alma, estaba ganando la batalla. Luis se sentía de nuevo como un motor gripado, un arquitecto que diseñaba puentes mientras se hundía en un pozo.

​Una noche de lluvia en Madrid, mirando el asfalto brillante desde su oficina, Luis comprendió que no podía ir a Japón ni al Tíbet. No así. No con esa opresión en el pecho. Había olvidado la lección de Finisterre: el espíritu necesita el aire del camino para no marchitarse.



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En el texto hay: camino santiago, camino primitivo

Editado: 27.12.2025

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