Licántropo y Metamorfomaga

CAPÍTULO II: Reencuentros y presentaciones

«Quince minutos…»

Scrimgeour le había hecho repetir todo el informe porque según él, la redacción carecía de una contundencia clara basada en los hechos que se desviaba del diseño metodológico y fundamentado de la interpretación de los resultados… ¿Era un informe o «La Constitución» lo que había tenido que redactar? Recordó enojada mientras se abría la puerta del ascensor que daba al Atrio del Ministerio.

«Quince minutos tarde…»

Buscó en todas direcciones, pero ninguna cabellera pelirroja sobresalía entre la poca multitud que aún circulaba en ese momento, la mayoría ya había concluido con sus labores y retirado a sus hogares.  El señor Weasley tal vez había hecho lo mismo al ver que no llegaba.

«Maldición, su primer día ¿y empezaba de esa manera?» la frustración empezó a invadirla… los estúpidos quince minutos le habían costado…

—¿Nymphadora Tonks? — un susurro detrás de ella le devolvió las esperanzas —.  No voltees, —le advirtió lentamente — si eres Nymphadora Tonks, únicamente toca tu oreja izquierda.  Soy Arthur Weasley.

—¿Y yo como puedo estar segura de eso? —ser una Auror y en tiempos como aquellos implicaba ser totalmente desconfiada, escuchaba una voz familiar pero no veía el rostro y con los hechizos apropiados, cualquiera podía simular ser otra persona.

—Bien, eso me agrada.  Precaución.  Fuiste compañera en el colegio de uno de mis hijos, Charlie y en vacaciones solías visitarnos en La Madriguera.  Además, no te gusta que te llamen por tu nombre, pero yo tuve que hacerlo así que me disculpo.

—Eso lo sabe todo mundo —sonrió y se tocó la oreja izquierda al comprobar que se trataba de quien debía ser—.  Señor Weasley —saludó con un susurro mientras este se colocaba a su lado y con una leve inclinación de su cabeza y una sonrisa le indicó que lo siguiera discretamente.  Ya una vez fuera del Ministerio, el trato fue más cercano. — Perdón por la tardanza, pero tuve mucho trabajo y…

—Lo supuse, no te preocupes que conozco lo exigente que puede llegar a ser Scrimgeour como jefe…

Tonks bufó para corroborar su afirmación.

—…En el Ministerio debemos tener mucho cuidado de ahora en adelante, sobre todo si empiezas a formar parte de la Orden —Arthur contempló con cariño a Tonks— porque, así como nosotros hay miembros del otro bando y debemos manejarnos con cautela, por eso me agradó mucho que tomaras tus precauciones antes de demostrarme que eras tú —avanzaron por la calle poco transitada que estaba a un costado del Ministerio.

—¡Alerta permanente! —exclamó con una sonrisa— Alastor no me hubiese permitido graduarme sino entendiera a la perfección aquella frase, su frase.  ¿Cómo nos vamos a ir?

—Aparición —respondió Arthur Weasley tocando el brazo de Tonks y ambos desaparecieron al instante, aterrizando segundos después sobre una pequeña parcela de pasto sin cortar situada junto a un parque, Arthur la guio a través de la avenida y cruzaron la calle, se detuvieron en la acera de enfrente. — Ahora, debes recordar lo que había escrito en el papel que te dio Alastor.

Tonks recordó aquella dirección, pero mientras miraba la fachada de los edificios que tenía enfrente notó que lógicamente algo no cuadraba.

—Solo están el número once y trece.

—Muy bien —sonrió Arthur al notar aquella confusión que solía pasar siempre a los que llegaban por primera vez—.   Piensa de nuevo en lo que estaba escrito, pero ahora recordando la dirección completa, no solo el número.

Al recordarlo de nuevo, frente a ella apareció una maltrecha puerta en medio de los edificios once y trece y poco a poco comenzaron a aparecer las paredes y ventanas del edificio.

—Vamos, entremos rápido— murmuró cuando ya había aparecido todo el edificio frente a ellos.

Tonks se dio cuenta de que parecía tonta allí paralizada observando todo lo que había ocurrido y el señor Weasley pacientemente esperando a que reaccionara.

—Lo siento — musitó avergonzada mientras subía los escalones de piedra de la entrada.

—Es normal.  A mí me pasó exactamente lo mismo, la primera vez que llegué aquí — sacó su varita y dio un pequeño toque con ella a la puerta la cual automáticamente se abrió con un chirrido —.  Adelante, pasa.

Tonks entró en aquella casa que parecía abandonada y se quedó de pie a un lado de la puerta esperando que el señor Weasley entrara también, el cual susurro unos hechizos en el exterior antes de cerrar la puerta.

—Por fin hemos llegado —se quitó la capa y la colgó sobre el perchero del recibidor y luego ayudó a Tonks con su abrigo.

—Gracias. —El recibidor estaba un tanto oscuro y todo parecía estar en completo silencio.

—Sígueme por favor, solo te pido que no hagas demasiado ruido, no queremos que se despierte nada —dijo el señor Weasley con una sonrisa cariñosa mientras empezaba a caminar.

Tonks sintió curiosidad de preguntar a qué era lo que se refería con eso, pero decidió guardárselo para otra ocasión.  Lo siguió por el silencioso vestíbulo, iba un poco distraida contemplando la casa, aunque se libró por escasos centímetros de tropezar con un enorme paragüero que tenía la forma de una pierna de trol.  Llegaron a la puerta que estaba al final del vestíbulo que conducía a la cocina del sótano que era una estancia grande y tenebrosa con bastas paredes de piedra y había una mesa enorme con muchas sillas alrededor.




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