—Solo falta conseguir el polvo de antracita— murmuró Tonks, mientras revisaba su cuadernillo de anotaciones. —Tu contacto… —alzó la mirada al ver que Moody parecía no estar escuchándola y miraba impaciente su reloj de bolsillo— ¿Sucede algo, Alastor?
Este negó distraídamente.
—Estamos en la fase de cuarto menguante, así que debes empezar con la preparación a partir de esta semana y no olvides poner a fermentar el queso durante todo el ciclo y por lo que más quieras— la miró— sé muy cuidadosa, estamos violando más de una regla y por esto lo único que nos esperaría sería la destitución de nuestros cargos y un tiempo en Azkaban.
—Lo sé, Alastor. Tendré mucho cuidado, solo esperemos que tu contacto realmente sea de confiar.
Moody soltó una pequeña exclamación de risa irónica.
—Jamás pongas tu confianza en un contrabandista, esos siempre anteponen su lealtad al mejor postor y a sus propias conveniencias. Pero por ahora es lo único que tenemos. Dentro de tres días volveremos aquí para tratar de conseguir la antracita. —Tonks asintió, si la había estado escuchando. —Ahora marchémonos de aquí, este lugar… nos es bueno para una chica como tú.
—¿Chica? —la expresión de Tonks pareció ofendida.
—Si, y no intentes decir que no lo eres y toda esa sarta de razones que sé, están batallando en tu boca por salir. Estos lugares son muy peligrosos. Nunca intentes venir por aquí sola, Nymphadora, podría… —detuvo sus palabras no quería sonar sentimental. Alastor Moody no expresaba afecto por nadie.
Tonks sonrió, la preocupación paternal que veía en Moody, borraba cualquier disgusto provocado por oír la pronunciación de su nombre.
—Sabes, Alastor. Siempre he creído que soy tu favorita —se acercó más a él mientras emprendían el camino de salida de aquella caverna sucia y mal oliente en la que habían estado negociando hace poco con el contrabandista—. Y tú el mío.
—¡Ja! —expresó con sarcasmo— hace un par de noches era “otro”, el que tenía todas tus atenciones. ¿Qué pasa entre Remus y tú?
«Maldición» Susurró su cabeza mientras esa sensación de sentirse auscultada golpeaba nuevamente sus reacciones. ¿Estaba siendo tan obvia?
—Nada que no pasaría en un intercambio normal en un diálogo amable entre dos personas que se han hecho amigos ¿por qué? —se apresuró a responder.
—“Intercambio normal”, “amigos” ¿y esto? —murmuró mientras su ojo mecánico daba vuelta como loco en todas direcciones.
—Si. ¿Hay algo de malo en que quiera ayudar?
Moody enarcó las cejas.
—Tu vida social o tus amoríos…
—No es un amorío —protestó Tonks.
—Bueno, no me interesan solo no quiero que te involucres en algo que pueda terminar lastimándote.
Tonks no entendió a que se refería exactamente con terminar lastimada pero la expresión de Moody al ver por centésima vez su reloj de bolsillo, terminó por exasperarla.
—¡¿Se puede saber porque miras tanto ese reloj?! Y no trates de ocultármelo porque te conozco bien.
Moody la miró con el ceño fruncido pero la altanería en su mirada desafiante con la que le mantenía su frente en alto, terminó por hacerlo sonreír, le agradaba esa forma tan descarada que tenía ella de no demostrar temor ante nadie y a veces ni siquiera respeto. Le recordaba muchas veces a él en su juventud.
—Tengo una reunión importante dentro de unos minutos y no he llevado un encargo de Dumbledore a Lupin y no sé qué…
—¿Y para que estoy yo aquí? Puedo llevar aquel encargo —respondió con naturalidad, su reacción inmediata más que ayudar con la preocupación de Moody, era la posibilidad de poder verse una vez más con Remus de quien además en su bolso aun cargaba su abrigo.
—Tu, ¿quieres…? — preguntó con cierta desconfianza.
Tonks se encogió de hombros.
—Por mí no hay ningún inconveniente, ya hemos terminado nuestra jornada laboral y si quieres puedo ayudarte. Solo dame la dirección donde debo ir y lo haré.
Moody lo meditó por unos segundos.
—Digo, si tu reunión es muy importante…
—¡Lo es! Es muy importante que entregues esto a Lupin y solo a él, en sus manos —sacó con mucho cuidado un sobre de su chaqueta— debe recibirla sin más retraso y no trates de husmear, tiene un hechizo repelente para curiosidad —murmuró al ver que Tonks miraba fijamente aquel sobre.
—¡Buf! —exhaló un suspiro— me ofendes con eso que acabas de decir, ni por asomo tengo curiosidad de saber lo que hay aquí dentro — tomó el sobre de las manos de Moody, en realidad, si sentía curiosidad, pero se las aguantaría, además quedaba la posibilidad de que Remus se lo dijera si tenía suerte.
—Bien, aquí está la dirección del lugar donde vive. Ten cuidado y procura volver de inmediato. No te quedes más de la cuenta.
—Se cuidarme bien, no tienes que andármelo recordando a cada rato. Remus sería incapaz de intentar...
—Obviamente que Lupin no haría nada por propasarse contigo, eres tú la que me preocupa…
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Editado: 10.08.2021