Licántropo y Metamorfomaga

CAPÍTULO XIV: Proposiciones inesperadas

La fogata, se alzaba en el medio del claro. Los residentes de la aldea, formando un semicírculo alrededor del fuego, lo miraban expectantes y otros murmuraban señalándolo con poca discreción.  Cenarían todos juntos alrededor de una gran mesa y esa noche, Remus por fin sería un invitado más entre ellos.

Luego de unos minutos de incertidumbre, la presencia de Radolf se hizo notar ante los presentes cuyas expresiones de alegría y sonrisas de júbilo surcaban sus rostros. Ubicado en medio de los que parecían ser otros miembros importantes de la aldea, se encontraba Remus que sentía que lo miraban con desconfianza, Radolf se colocó a su lado.

—¡Una vez más nos reunimos en esta mesa para compartir los alimentos como la familia que somos! —se escuchó la firme voz de Radolf. —¡una comunidad unida ante un solo deseo, la libertad de vivir sin ser discriminado! —se escucharon aplausos y vítores que fueron disminuyendo cuando la voz del cacique volvió a hacerse oír. —¡Esta noche es una noche muy especial!  ¡No sólo por la llegada de un viejo amigo que, como nosotros, comparte la misma naturaleza y forma parte de nuestra entidad y que esperamos, un día decida unírsenos como un miembro más de la familia! —añadió mirando de reojo a Remus que se notaba muy incómodo y fuera de lugar desde la charla en el lago— ¡sino también por la salvación que se ha hecho presente entre nosotros a través de la magia antigua convertida en la leyenda de una flor!  ¡Así que hoy los invito a compartir y celebrar la alegría de vivir! —.  —Más gritos de euforia se volvieron a oír, esta vez con más intensidad que antes y comenzaron a tocar sus instrumentos y a danzar entre ellos mientras las mujeres hacían aparecer sendos platos de comida sobre la gran mesa donde los comensales empezaron a degustar de las delicias.

—No he venido para quedarme a vivir aqui —el susurro de Remus llegó casi inaudible por la música que se entonaba en el lugar.

—Lo sé, pero deberías reconsiderarlo —el anciano le ofreció a Remus un poco de agua miel, una bebida casera producida con fermentación parecida a la cerveza. —Y me gustaría conocerla.

—¿A quién? —preguntó Remus, aceptando la bebida.

—A Nymphadora, deberías traerla alguna vez.  Siento que ya me agrada —sonrió y esa expresión hizo que Remus sonriera también al recordarla.

—Lo haría, te agradaría.  Es divertida, jovial, activa, sensible, honesta, leal y muy inteligente pero también un poco torpe y distraída —su sonrisa se volvió cálida.

 —Uhm… Cualidades muy interesantes reunidas en una sola mujer.  La has observado bien.

—Es pariente de mi mejor amigo y comparte mucho de su tiempo con nosotros en el cuartel de la Orden, es un miembro más, así como yo

—Interesante —degustaban de la comida en bocados pequeños. —¿Y es de ello que has venido a hablarme?…

Remus asintió.

—… ¿Y cuál es exactamente la ayuda que Albus requiere de nosotros?

—Ya debes saberlo.  Si te has pasado todo el día leyendo mi mente.

El anciano rio ampliamente como si se tratara de algo gracioso.

—Puede que tenga una idea, pero prefiero que tú me la expliques mejor.  Soy el cacique de esta aldea y mi misión más importante y primordial es la de proteger contra cualquier amenaza a sus habitantes— su voz sonaba tranquila y amable pero muy firme y segura.  —Cómo habrás notado, nos abastecemos por nuestros propios medios, cosechamos nuestra comida, tejemos nuestra propia ropa. Pero intuyo que tu propósito no es el de conocer nuestra forma de vida.

Remus, negó lentamente con la cabeza.

—Entonces debo pedirte que hables con franqueza de tus verdaderos motivos o deberás marcharte inmediatamente.  Por nuestra protección.  Nuestra comunidad vive oculta de todo rastro de civilización externa y si tú has llegado hasta aquí es porque…

—Porque aún lo recuerdo, era un niño, pero no lo he olvidado.

—Me doy cuenta de eso.  Tu vida hubiera sido muy distinta aquí… pero eso ya no tiene importancia ahora ¿verdad? —Remus guardó silencio, no deseaba responder a esa pregunta y Radolf lo miró de frente sopesando en silencio por un momento lo que le diría…— Bien, oigo tus argumentaciones. —Dijo finalmente.

—Magia oscura.  Todo está volviendo a ocurrir y sino unimos fuerzas, esta vez logrará su objetivo.  Radolf, sé que tú no tomas partida por nadie, pero necesitamos de tu ayuda esta vez.  Voldemort está reclutando todo tipo de comunidades de aliados incluyendo la de hombres lobo.

—Lo sé, he oído algo al respecto.

La serenidad en su voz frustraba a Remus.

—Pero nosotros somos una comunidad libre.

—Si él llega al poder, ya no lo serán más.  Todos estamos en peligro.

—¿Y qué cambiará? Si tomamos partida, estaremos aún más en peligro.  Esta comunidad tiene buenas defensas y no hacemos daño a nadie por lo que preferimos mantenernos al margen de todas sus guerras.

—¿Es que no entiendes? Contra él no hay garantías, no hay seguridad y quieras o no tendrás que hacer una elección y para ese entonces prefiero que estés del bando correcto, sino, no habrá más libertades… todos —señaló alrededor, la fiesta estaba en su máximo apogeo— están en peligro y si de verdad quieres protegerlos debes evitar que el mal ascienda al poder.  Dumbledore quiere evitar eso, tu conoces la mayoría de comunidades y te respetan, sé que si tú hablas con sus líderes ellos te escucharan, yo puedo ir contigo y ser vocero de Dumbledore, pero solo no lograré nada.




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