Licántropo y Metamorfomaga

CAPÍTULO XVI: Poción Matalobos y un perfume estimulante

Los rostros de Harry, Ginny, Hermione, Ron y los gemelos; desaparecieron al igual que la locomotora echando humo cuando tomó la curva y Tonks no pudo evitar sonreír al ver como Sirius en su forma animaga corría tras ellos y luego se devolvía, agitando la cola después de haber perseguido el tren, se notaba que estaba feliz de haber salido de aquel encierro, aunque sea por unas horas y eso la alegraba.  Algo que, al parecer, Remus ya no compartía, estaba frio y distante no sabía si solo era con ella o con todos, pero desde que había llegado temprano en la mañana lo notó raro en su comportamiento, hablaba con ella si algo le preguntaba o decía, pero no con la calidez de antes.  Ni siquiera cuando le dijo que había decidido mudarse con ellos pareció alegrarse porque su respuesta fue un simple: «Que bien, Sirius estará contento ahora». Fue todo lo que mereció de su parte y nos es que ella tampoco esperaba una fiesta o algo así, pero por lo menos si algo más cercano de lo que había recibido.

—Por favor, Sirius, haz el favor de comportarte.  Te lo suplicó.

Escuchó susurrar entre dientes a Molly que miraba intransigentemente el comportamiento de Sirius de correr a su alrededor dando agiles piruetas y persiguiéndose la cola, entretenidamente.

—¡Oh! Molly, déjalo que disfrute, está feliz— exclamó Tonks con una sonrisa mientras se agachaba a rascar las orejas de aquel enorme perro negro el cual empezó a lamer su cara al instante haciéndola reír.

—Ya Sirius, compórtate y vámonos.  Debemos regresar—exclamó, Remus, mirando la escena con celos al ver que Sirius aprovechándose de su condición animaga estaba pasando descaradamente su lengua por el cuello y mejillas de Tonks—.  La próxima vez te pondré una correa, oíste— lo amenazó al ver que no le hacía caso.

Tonks se levantó como pudo, quitándose las patas que el enorme perro le había puesto sobre los hombros.

—Es verdad, Sirius debemos volver o las personas empezarán a mirarte demasiado y podemos levantar sospechas.      

—Bueno, yo me marcho— anunció Moody despidiéndose—. Informaré a Dumbledore lo que ha pasado con Sturgis.  Es la segunda vez que no se presenta en una semana y eso me está preocupando.

—Está bien, Alastor.  Gracias por tu ayuda. —agradeció Molly con una sonrisa—.  Cuando quieras pasa por la casa para cenar, almorzar o desayunar, lo que gustes.  Siempre habrá espacio para uno más ahora que la casa a quedado un poco vacía.

Moody aceptó amablemente con un gesto de su cabeza.

—Gracias, lo tendré presente.  Mas vale que amarres a ese perro, Lupin —gruñó Moody con gesto de desaprobación hacia el enorme perro negro que pareció sacarle la lengua mientras sonreía maliciosamente. —Y Tonks, recuerda que no debemos levantar sospechas — su ojo mecánico bailaba hacia todas direcciones antes de alejarse.

—Está bien, Alastor.  Me aseguraré de que eso no suceda.  Nos marcharemos enseguida a la casa.

—Yo también debo irme ya, querida—.  Arthur también se despidió de su esposa con un rápido beso.

—Pero cariño, es domingo —renegó con tristeza, Molly.

—Lo sé, pero los bromistas antimuggles siguen haciendo de las suyas en los baños públicos y cada vez es peor.

—Vándalos, desvergonzados.

—Lo sé, querida, prometo llegar a la hora del almuerzo —volvió a darle un beso y se despidió de los demás de la mano, excepto Sirius que soltó un ladrido como despedida.

 

Molly y Remus, caminaron de regreso hasta el número 12 de Grimmauld Place, gracias a la insistencia de Tonks, dándole según ella, un poco más de tiempo a Sirius que buena falta le hacía y que lo estaba disfrutando mucho, bastaba con verlo correr detrás de las palomas que se posaban en la acera o de aquellos gatos incautos que caían en sus garras como aquel que trataba de espantar en ese momento escondido debajo de un automóvil muggle.     

—Remus, ¿te pasa algo? —susurró Tonks tratando de acortar esa fría distancia con él.

—Nada—respondió él sin mirarla.

—¿Seguro?  Desde la mañana te noto muy serio y distante —volvió a insistir queriendo iniciar una conversación. —¿Sucedió algo que yo…?

—¿Por qué crees que todo se trata de ti o es conforme a ti? —Cortó fríamente sus palabras empleando un tono descortés que Sirius dejó de ladrar al gato y se acercó a ellos, (una pareja inusual, un hombre de estado demacrado discutiendo junto a una mujer de apariencia mayor) mientras Molly atravesaba la avenida para entrar a Grimmauld Place—.  Estoy harto de que hagas eso— Sirius en su forma animaga empezó a ladrar llamando su atención, pero Remus lo ignoraba y Tonks estaba quieta sin hacer nada—.  ¡Quiero que me dejes en paz! —añadió en voz alta y Sirius se alzó sobre sus dos patas en actitud defensiva y le gruñó a Remus.

—Espera —Tonks, agarró del brazo a Remus que, deshaciéndose de las patas del canino, se disponía a marcharse. — Sé que no eres tú en este momento, sé que la fase lunar empieza a hacer efecto en tus actitudes que no puedes controlar y es lo que te hace decir y actuar de esta forma…

—¡Remus, Tonks, Canuto! ¿Qué esperan?, entren ya— llamó la señora Weasley desde el pórtico.

Remus se soltó bruscamente del agarre de Tonks y siguió a pasos acelerados hasta entrar a la casa.  Sirius gruñó desafiante.




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