Licántropo y Metamorfomaga

CAPÍTULO XX: Ninfas

La observaba en completo silencio, estaba distinta desde que había vuelto del trabajo, pero él también lo estaba desde que los había visto a ella y a Sirius en el vestíbulo…

«Te quiero» era la frase que se repetía una y otra vez.

¿Sirius estaba enamorado de ella…?

Giraron a la izquierda, luego a la derecha y nuevamente a la derecha para descender por los escalones que finalmente los llevaría al nivel nueve.  Las paredes de azulejos negro estaban vacías, sin ventanas ni puertas, la luz azul-blanca que proporcionaban las antorchas, le brindaban un poco de orientación a Tonks que era quien dirigía; Remus, detrás, la seguía, estaban bajo el encantamiento «Desilusionador»; sin embargo, eso no evitaba que aspirara perfectamente el aroma a lavanda de su cabello, negro como la oscuridad en ese momento, la tenía demasiado cerca, su cuerpo casi rosaba con el suyo.

—Hemos llegado —un suspiro de alivio rompió el silencio— esa es la puerta— señaló Tonks, la puerta negra en el extremo del pasillo—.  Pensé que me había extraviado, pero estaba en lo correcto —sintió la respiración de Remus cerca de su oreja y una vibración energizante dentro de su estómago la invadió.

—Así, que aquí es el Departamento de Misterios —murmuró Remus evocando un “Lumus” que encendió la punta de su varita.

—Si, agradable lugar —intento usar el sarcasmo en su tono mientras abría la puerta muy despacio, el hechizo desilusionador que aún llevaban sobre sus cuerpos los hacia translucidos, pero podían verse y sentirse entre sí.

—Si, muy acogedor —frente a Remus estaba una sala circular de piso de mármol oscuro, iluminada por velas que emitían también una luz azul. Y había alrededor varias puertas que conducían a por lo menos seis cámaras, cada una rotulada con un nombre.

—La quinta es la que debemos cuidar —murmuró Tonks—.  La cámara de las profecías.  Debemos vigilar que nadie entre a este departamento.  Después de lo Sturgis es muy probable que quien utilizó la maldición «Imperius» contra él, quiera volver y obtener lo que allí se oculta.

—Es probable que vuelvan a hacerlo, debemos vigilar cada uno de los pasillos que conllevan a esta dirección.

—Si, pero ahora nosotros estamos más preparados —murmuró con una sonrisa de suficiencia mientras su cuerpo se materializaba nuevamente.

—Claro, es una suerte contar con Aurores tan escurridizos y excelentes estrategas—concedió Remus con una sonrisa que hizo sonrojar a Tonks pero que debido a la oscuridad no se notó —.  Bien.  Yo haré la primera ronda.  Como tus has trabajado durante ocho horas seguidas, es lo justo que descansa en el primer turno.  La noche será larga y debemos mantenernos en alerta hasta el amanecer.

—Es cierto, llevar una doble vida es de todo menos descansado. pero no me quejo así que haré la ronda contigo. —Agregó Tonks con firmeza—.   No obtuve mi título de Auror por ser una floja.  Y no vine a “descansar” en esta misión. —sonrió.

Remus asintió e hizo lo mismo, sonreír.  Le fascinaba que, siendo tan joven, ella estuviera trabajando con tanto ahínco.  Siempre dispuesta, siempre voluntariosa.  Siempre dispuesta a ayudar.  Muchos días aparecía con ojeras, pero siempre traía una sonrisa y una chispa de buen humor.  Le encantaba su carácter.  Era fuerte, entregada, trabajadora, fiel a sus principios, colaboradora… y además era preciosa… llevara el aspecto que llevara.

—Claro, entiendo.  Entonces, tu ve por ese lado, y yo vigilaré por acá —señaló extremos opuestos y sin dar lugar a más conversación se alejó.

Tonks lo vio marcharse con su varita en alto vigilante y concentrado…  solo habían pasado treinta nueve horas desde luna llena y su temperamento había ido mejorando paulatinamente. 

Descubrir características de su condición, la estaban ayudando a entender mejor a Remus, había unas que eran tan obvias en él como su mal humor, pero otras que Tonks no sabía si las ocultaba o las poseía como, por ejemplo: el gusto por la carne cruda o semicruda.  Durante las comidas lo había observado últimamente pero no reflejaba, al menos no delante de nadie, aquella preferencia; sin embargo, si poseyera ese gusto, tampoco cambiaria su concepto de él ni mucho menos la ahuyentaría.

También había descubierto que podían identificar olores característicos y específicos como la sangre a kilómetros de distancia u olores humanos como el sudor provocado por el miedo o la ansiedad, y ciertos perfumes que hacían un tipo de clic en su memoria a corto o largo plazo y tal vez, eso era lo que…

Un ruido proveniente del pasillo por donde se había alejado Remus, la alertó por lo que se apresuró hacia esa dirección, pero unos bazos que aparecieron de la nada por un extremo de la pared la envolvieron y cubrieron en medio de la oscuridad.

—Shhhh —le pidió haciendo la señal con una de sus manos y a punto estuvo de rosar sus labios, que nerviosos se habían abierto unos centímetros como si quisieran decir algo, pero el encantamiento desilusionador evocado en silencio por Remus, borró cualquier expresión porque se quedaron en completa oscuridad.  

La figura de Eric Munch con la punta de su varita iluminada, era quien sigilosamente merodeaba el lugar revisando que todo estuviera en orden y pareció percibir algo muy cerca de ellos porque se detuvo, Remus se apretó más a ella, la tenía sujeta entre la pared y su cuerpo y sus rostros cada vez más cerca… mientras la mano de Munch se estiraba lenta y peligrosamente…




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