Licántropo y Metamorfomaga

CAPÍTULO XXVI: Nuevos planes y misiones

Tan pronto como Remus tocó el umbral, Sirius volteó hacia la puerta, tenía un vaso de whisky en una mano y en la otra un pedazo de pergamino.

—No he visto esa cara en mucho tiempo— dijo Sirius mientras observaba la ceja arqueada en el rostro de su amigo.

—¿Qué cara sería esa? —exclamó Remus sabiendo a lo que se refería.

—La expresión que haces cuando desapruebas algo.  La única ceja de la decepción.  Lo suficiente para que todos volvamos a comportarnos.

—Ojalá fuera suficiente para lograrlo contigo— dijo Remus, con una risa seca—.  ¿No crees que ya es suficiente? —inclinó su gesto hacia el vaso de licor y los recuerdos abrumaron su vista.  Tres rostros jóvenes y risueños formaban parte del collage de la noche inconclusa y llena de pesadillas que había tenido durante la noche.

—¡Oh! Vamos deja ese papel de rectitud por un momento conmigo. 

—Sabes que beber así ya no es normal.

—Bueno— dijo Sirius con una expresión repentinamente aguda. — Es mejor que este infierno.  Primero Azkaban y luego esto… ¿no crees que me lo merezco? ¿un poco de… placer?  —añadió, alzando el ultimo sorbo de su vaso de licor.

—Me atrevería a decir que lo es — susurró Remus, después de una pausa.  Doce años en Azkaban.  El pensamiento fue aplastante. —Sirius…

—No le quites la diversión a las cosas, por un momento en la vida deberías salirte de los limites tu también ¿no te parece una insensatez exagerada privarte de las cosas? Solo se vive una vez.

—Yo…— Remus ingresó a paso lento al salón de la biblioteca donde estaban en ese momento y se pasó las manos por el cabello. El sentimiento de culpa se había asentado ahora en su estómago.  Con su nuevo trabajo, Sirius pasaría la mayor parte del tiempo completamente solo en casa… no sabía cómo empezar.

—Lo sé, amigo — dijo Sirius, interrumpiéndolo y con una leve sonrisa fue él quien terminó por acercarse hasta él y rodearlo con un fuerte abrazo —.  Lo de ayer fue una estupidez.  Eres mi amigo vivo más antiguo y nuestra amistad ha superado grandes cosas y no vamos a dejar que… oye, espiar no es educado —exclamó Sirius de repente.

—No estoy espiado, la puerta está abierta.

Se separaron y Remus observó que Tonks les sonreía desde el umbral negando con la cabeza.

—Actúan como críos.  ¿Me van a decir por qué fue que pelearon ayer?

—Por ti, cariño.  —Sirius sonrió ampliamente al ver la expresión en ambos, tanto en Tonks como en Remus sobre todo en este último a quien más quería que reconociera sus verdaderos sentimientos porque sabía que entre ellos dos, el obstáculo más grande era él con su baja autoestima. — Fue tu culpa que nos hayamos enfrentando.  Eres nuestro premio a disputar.

—¡Están idiotas! —exclamó Tonks—.  ¿Desde cuándo yo soy un maldito trofeo para los hombres?

—Pues la verdad…

—No-no es cierto —exclamó Remus nervioso, interrumpiendo las palabras de Sirius y al ver como Tonks se fijaba en ellos no muy satisfecha con lo que acababa de escuchar —.  No hagas caso, solo está bromeando.

Sirius miró de reojo a Remus que tenía las orejas coloradas y un gesto de real preocupación hacia Tonks.  Era obvio lo evidente entre ellos.

—Si, Nymph.  Estoy bromeando, no me hagas caso—murmuró con sonrisa culpable—.  Pero ya que están aquí, ambos, quiero mencionarles que ayer Mundungus vino a verme y me dio una información interesante acerca de la primera visita de mi ahijado a Hogsmeade el fin de semana pasado.  Al parecer el gen rebelde de Los Merodeadores está aflorando en él. —Agregó con satisfacción y orgullo—.    Ha decidido formar frente a las narices del Ministerio, pero sobre todo de la cara de sapo de Umbridge, un grupo de Defensa contra las Artes Oscuras donde él va a enseñarles y el grupo parece ser grande.

—¡Harry piensa formar un grupo de estudio de Defensa! —Tonks, más que sorprendida se veía también orgullosa por la idea.

—¿Y Dumbledore, lo sabe? —preguntó Remus con sensatez.

—No lo sé, pero asumo que es cuestión de tiempo de que lo descubra, está dentro de sus dominios.  Hay que destacar que estos chicos tienen huevos para desafiar a la “suma inquisidora de pacotilla” —Sirius soltó una carcajada—.  Cómo en los viejos tiempos, Remus ¿lo recuerdas? Rompiendo las reglas.  Debería escribirle a mi ahijado para felicitarle y darle mi absoluta aprobación.

—Ni lo intentes —exclamó de inmediato Tonks— esto hay que hablarlo con la Orden. 

—Cómo sabes qué tan cierto es, Mundungus no es muy de confiar. —Dijo Remus. 

—Él estuvo de incognito en “Cabeza de Cerdo” y lo escuchó todo.  Yo le creo.  Aunque ¿por qué diablos se habrán reunido allí? Ese pub no es visitado por gente del todo confiable o decente ¿y si alguien más escuchó? —Sirius negó con preocupación—.  Debo responderle, ahora mismo.  Ten, Molly avisa que esta noche ella está de guardia en el Ministerio y que no te olvides de decirle a Kingsley que le envíe la capa de invisibilidad —le entregó el pergamino que tenía en sus manos a Tonks y sin esperar la aprobación de nadie en absoluto se marchó de allí a grandes pasos.

—Es inútil que lo siga e intente detenerlo.  Lo hará de todos modos —murmuró Remus en actitud derrotada mientras Tonks revisaba la nota de Molly.




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