Lienzo Maldito: El Despertar

Capítulo 25. Percance 

Al día siguiente, el shogun se preparó para una reunión crucial con el clan Fujiwara. Era el momento de concretar los últimos arreglos para que la boda con Ohime se llevara a cabo lo antes posible. No era un hombre que gustara de perder el tiempo, pues, habiendo llegado tan lejos, lo más sensato era consolidar su imperio por cualquier vía disponible.

Aunque era un estratega formidable, su desconfianza rayaba en la paranoia. Tal vez aquello podía considerarse su mayor debilidad, no tener amigos, y ni una sola persona en quien pudiera confiar plenamente. Este camino lo recorría solo, pero por elección propia.

Kagetoki sabía aprovechar esa debilidad. El shogun había mandado ejecutar a todos sus hermanos, excepto a uno. Y Kagetoki se encargaba ahora de que no le quedara nadie, ningún vínculo y ningún obstáculo para la consolidación del clan Hojo, quiénes le habían prometido un alto puesto.

El shogun ya estaba vestido y salía de sus aposentos cuando Noriyori lo interceptó.

“Shogun, necesito hablar con usted”, dijo con urgencia en la voz.

Aquel tono alarmado sorprendió al shogun. Aunque, no era común que su hermano se dirigiera a él con tal apremio, como si se tratara de un asunto de vida o muerte. Aun así, no perdió la compostura.

“¿Qué sucede?”, preguntó con calma.

Noriyori no titubeó. Le habló directamente sobre la muerte de ciertos aliados, encontrados en extrañas circunstancias en el bosque. Pero antes de que pudiera terminar, Kagetoki apareció, interrumpiendo la conversación.

El shogun los miró a ambos, desconcertado. Aquello no era una simple disputa fraternal, había tensión, entre ambos, casi como si alguno le estuviera ocultando algo mayor. Alguien estaba mintiendo, sin duda... pero ¿cómo saber quién?

“El shogun no tiene por qué preocuparse”, dijo Kagetoki con voz serena. “Su hermano quizás confundió los cadáveres. Como bien saben, están casi irreconocibles”

Al instante, la frustración recorrió a Noriyori como una descarga eléctrica. Sintió que los vellos de su nuca se erizaban, y su voz brotó con firmeza: “Si estás tan seguro... ¿por qué no vamos ahora mismo a comprobarlo con nuestros propios ojos?”

El shogun los observó con atención. Noriyori hablaba con convicción, pero Kagetoki no parecía inmutarse. Ambos estaban seguros de sus palabras, pero uno mentía y hablar sin pruebas era como blandir una espada de madera. Mejor dejar que los hechos hablaran.

“Entonces vayamos”, dijo el shogun con voz cortante, haciendo un gesto con la mano para que lo siguieran.

Al llegar al límite del bosque, encontraron a varios soldados preparándose para enterrar los cuerpos. Los hombres se sorprendieron al ver al shogun aparecer en persona, sin previo aviso, acompañado por sus dos posibles testigos y su propio juicio.

Sin que nadie lo notara, a la distancia, Amelia y Andrew los habían seguido desde temprano. Sabían que esto era algo que tenían que presenciar. La verdad, o al menos una parte de ella, yacería entre la tierra removida.

“¿Era necesario que trajeras el arma?”, susurró Amelia, con el ceño fruncido, nerviosa.

!No importa que sea de día”, respondió Andrew en voz baja, sin apartar los ojos del grupo adelante. “En el bosque, cualquier cosa puede pasar, es mejor estar preparados”

Amelia dudó. El arma de Andrew era demasiado llamativa. Había personas allí con las que no podían cruzarse... Pero ya estaban comprometidos y no había vuelta atrás. Se deslizaron con cautela tras el séquito, avanzando entre sombras hasta llegar al corazón del bosque, donde los árboles eran mas grandes y la vieja casa abandonada los esperaba como un espectro anclado en la tierra.

A pesar de estar a plena luz del día, el bosque parecía ajeno al sol. Entre los árboles altos, la bruma persistente no terminaba de disiparse, y el silencio denso envolvía cada paso como una advertencia. La presión de la muerte aún se sentía en el aire, como si las sombras de los caídos se negaran a marcharse.

Amelia y Andrew se detuvieron entre la maleza. Sus ojos recorrieron el claro con desconcierto, habían notado que los rastros de la pelea de la noche anterior habían desaparecido por completo. No había nada, como si nunca hubiera ocurrido, como si todo hubiera sido una ilusión tejida por la oscuridad.

El shogun desmontó de su caballo sin decir palabra. Sus movimientos eran mecánicos y con un gesto seco, ordenó a los soldados que sacaran los cuerpos del interior de la casa. Cuando las puertas desvencijadas se abrieron, el hedor escapó como una bestia liberada. La escena era grotesca, pero el shogun ni se inmutó. Había visto la muerte demasiadas veces como para estremecerse.

Noriyori se adelantó, ansioso por confirmar lo que ya temía. Pero su rostro palideció al mirar dentro.

Los cuerpos que había visto la noche anterior, los aliados del shogun, hombres leales y valientes, ya no estaban. En su lugar yacían otros rostros desconocidos, algunos posiblemente enemigos, pero no aquellos que él había presenciado con sus propios ojos.

Su mente comenzó a trabajar febrilmente. ¿Cómo era posible? ¿Kagetoki había llegado antes que él? ¿Lo había seguido durante la noche, o simplemente ya tenía hombres apostados allí, esperando? Solo había una explicación lógica, alguien había manipulado la escena.

Desconcertado, se volvió hacia su hermano.

“Señor, le juro... anoche vine hasta aquí. Muchos de sus hombres estaban muertos. Los vi con mis propios ojos”, dijo con voz tensa, mirando al shogun lleno de impotencia y desesperación.

El shogun frunció el ceño. En su interior, algo se movió como una piedra cayendo en un pozo oscuro. ¿Mentía su hermano? ¿Estaba intentando inculpar a Kagetoki? ¿O estaba diciendo la verdad y alguien había limpiado la escena para ocultarla?

Pero el shogun no era un hombre que se dejara llevar por suposiciones, solo creía en lo que podía ver y las pruebas, en ese momento, hablaban en contra de Noriyori.



#2198 en Thriller
#875 en Suspenso

En el texto hay: fantasia, misterio, terror paranormal

Editado: 26.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.