Life Eternal

CAPITULO 8: Talking To Myself

     El silencio se hace incómodo, mientras unos bajan la cabeza otros nos ven con curiosidad. Mis padres simplemente se toman de las manos, aguantandose las ganas de hablar, sé que para ellos lo mejor sería seguir viendo a sus hijos libres, aunque terminemos viviendo en el infierno, pero para mí y para mi hermano, esa no es la mejor opción, sacrificarnos por ellos es una cuestión de honor. Antes de que Leo o yo podamos decir algo con respecto a esto, Tony nos salva, si... nos salva.

-Es demasiado pronto para que tomen una decisión tan importante...- Su voz atrae todas las miradas, inclusive la de Diana. - Aún queda mucho por hacer... no nos sirve de nada tener a los primeros dos inquisidores si no tenemos una sede para el Covenant, tampoco una fragua... no podemos trabajar sin una...- Sus palabras me hacen sentir que veo una luz de esperanza, después de estar nadando para evitar ahogarme veo tierra firme. 

-No necesitamos una fragua... tenemos cuatro espadas... custodiadas por ángeles en el cielo...- El argumento de Diana me molesta, siento la desesperación apoderandose de mí. 

-Diana...solo tenemos un Profeta... no tenemos fragua... ¿qué quieres hacer con dos inquisidores y un profeta?...- Camina hacia ella con molestia, por un microsegundo voltea a verme, suspira y baja su mirada con pesar. -Si quieres hacer las cosas, hazlas bien... no los presiones aún... busquemos un lugar para el Covenant, busquemos la forma de crear una fragua y entonces hablamos de Inquisidores...- Todos se mantienen en silencio, tanto Leo como yo parece que estamos aguantando la respiración, esperando el beredicto. 

-Apoyo a Tony... necesitamos más que un profeta y dos inquisidores...- Gabriel se acerca y parece que está dispuesto a mostrar su apoyo. En lo personal yo no quiero hablar, no quisiera arruinar todo, pero Diana parece no estar del todo convencida y a final de cuentas la que decide las cosas es ella.

-Yo me comprometo a ser Inquisidor...- Dice Leo y nos toma a todos por sorpresa, no puedo evitar abrir la boca. -Pero creo que ambos tienen razón... un ejercito sin una base sólida no significa nada... - Responde acercandose mientras Diana sonríe de oreja a oreja.

-Supongo que tienen razón... con tu promesa me das un respiro... Gabriel, Azazel... busquen el lugar perfecto junto con Tony para consagrarlo... - Pone su mano en la mejilla de Leo y volteo hacia mis padres que parecieran estar dispuestos a saltarle encima. -No sabes lo feliz que me haces... ahora solo falta esperar a lo que diga tu hermana...- Voltea hacia mí y siento como si su mirada fueran cuchillos que se encajan en mi pecho y no me dejan respirar. Mantengo su mirada, pero no soy capaz de decir nada, ella solo sonríe y camina hacia la salida del lugar. Cierro mis ojos, mi cuerpo se llena de esa sensación de hace rato, las ganas de caer al piso me empiezan a dominar.

     Mientras Tony, Azazel y Gabriel se alejan de nosotros yo camino a paso rápido hacia Leo y le doy una bofetada, él simplemente la recibe sin decir nada, por un momento se queda con la mirada clavada al piso y mis ojos vuelven a arder con esa fuerza, las lágrimas no tardan en salir. Cuando se digna a voltear a verme noto la tristeza en la mirada.

-¿Qué crees que estás haciendo?- Le digo cuando escucho que la puerta se cierra, avisando que Diana y los demás se han ido. 

-Si... puedo negociar... lo haré... si se conforma solo conmigo... no dudaré en ser un inquisidor...- Me dice con tristeza en la mirada, pone su mano en mi hombro, la siento tan pesada como si fuera de plomo. 

-No quiero martires aquí...- Dice mi madre acercandose con mi padre a su espalda. -No parí santos... espero que eso quede claro a los dos...- Parece molesta, se cruza de brazos y suspira, está tan desesperada como yo. Mi padre posa su brazo en los hombros de ella y trata de tranquilizarla, pero creo que no será suficiente. -Aún tienen tiempo para decidir... y creanme... el infierno no es tan malo...- Da media vuelta deshaciendose del brazo de mi padre y camina hacia el elevador directo al penthouse. 

-Ni su madre ni yo los queremos envueltos en este circo del Covenant... - Dice mi papá sin quitarle la vista de encima a las puertas del elevador. -Sería bueno que recordaran que ustedes no tienen cadenas... no le deben dar razones ni al cielo ni al infierno... - Voltea hacia nosotros y nos ve de arriba a abajo, sonríe. -Cree dioses... no lacayos...- Nos guiña un ojo y camina hasta llegar a la barra. Tanto Leo como yo nos quedamos sorprendidos por la palabra que usó. ¿Dioses?. 

     Veo a Hariel quien nos ve con media sonrisa, al parecer no difiere mucho de lo que dice mi padre. De repente me acuerdo de Asmodeus, camino hacia mi papá quien está a punto de darle un trago a la bebida que Héctor le preparó, me siento a su lado y me ve por el rabillo del ojo. 

-Papá... necesito un favor... - Gira totalmente su cabeza hacia mí. - El hombre poseído... traía a Asmodeus dentro... necesito entrar a la cabeza de ese demonio... - Noto que se queda pensativo, gira en su banco hacia mí, ve hacia Hariel y de regreso a mí. 

-¿Asmodeus?... tal vez te confundes... ese hijo de puta no le gusta poseer humanos... de hecho los aborrece... no sé si más que a los ángeles...- Parece confundido, frunce el ceño, arruga la frente y gira su vaso en la barra. 

-Por favor papá... necesito hablar con él... necesito poder ver en su cabeza, entender por qué lo hizo...- Me levanto del banco y lo veo fijamente, inconscientemente pongo mi mano en su brazo y me aferro a su saco. Asiente con la cabeza, suspira y se toma de un solo trago lo que restaba en su vaso. 




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