Life Eternal

CAPITULO 13: Mudshovel

>>Desde los ojos de Nuriel<<

     Aún recuerdo perfectamente su cañón apuntandome sin miedo, sus ojos se empezaron a tornar rojos, como los de un demonio mientras que su pupila se alargaba, haciendola una fina línea vertical. Admito que me dejo impresionado, sobre todo por que en ningún momento su mano tembló, se mantenía firme con la idea de volarme la cabeza... Grandisima hija de puta. 

     Estoy en una casa que tome prestada en los suburbios de esta gran ciudad, la familia parece contenta con mi presencia, tuve que matar al padre ya que fue el único que tuvo suficiente valor para enfrentarme, tanto la madre como los hijos se encuentran amordazados en el sótano junto al cuerpo de su padre para que puedan llorarlo todo lo que consideren necesario. Veo pasar a mí lado a Andras, con su singular contoneo, mi aliada más fuerte, camina de un lado a otro por la habitación, estoy sentado en uno de los sillones de la sala, la veo caminar hacia la repisa donde toma las fotos familiares y las ve fijamente con atención. Es una demonio alta y bastante bien proporcionada, sus ojos son granates la mayoría del tiempo, no sé si es su tono natural o simplemente no quiere mostrar su verdadero color, su cabello es rubio y lo tiene dispuesto en trensas muy delgadas y apretadas. 

-Entonces... Esa pequeña bastarda es más fuerte de lo que esperamos...- Deja caer una de las fotos, escucho como el marco se rompe y el vidrio se desquebraja, no siendo suficiente lo pisa en el suelo terminando de destruir la foto de la familia. 

-Tiene corazón... Sinceramente no pude comprobar que tan fuerte o no es... pero tiene iniciativa... tiene... algo... que no sé como explicar...- Andras voltea hacia mí y una sonrisa pícara se apodera de su rostro, camina hacia mí con ese contoneo tan característico de ella. 

-Nuriel... no me digas que te enamoraste...- Se cruza de brazos frente a mí y espera paciente mi respuesta, no puedo evitar reírme por su comentario, suena ilógico.

-Admito... que... hay algo en ella que no me permite pensar en otra cosa, ver como sus ojos cambiaron, su alma que no se doblega, ese espíritu de lucha... - Me inclino hacia delante y su imagen se materializa frente a mí, cierro mis ojos y por un momento puedo ubicarme de nuevo en el pasado, frente a ella, viendo directamente a sus ojos, su cañón a punto de volarme la cabeza.

-Nuriel... la deseas... eso no es bueno... por que te recuerdo que es trabajo... a nuestra querida jefa no le va a agradar...- Dice con voz melosa, infantil y sobre todo irónica. 

-Nadie le dirá nada... haremos nuestro trabajo... y con suerte... ella será mía... todo puede lograrse si uno se lo propone...- Me levanto de mi asiento ante la mirada sorprendida de Andras. Camino hacia ella y le sonrío confiado en el éxito de mis palabras. Solo hay que saber como mover las piezas. 

-Bien... como veas... solo recuerda que tenemos prioridades...- Me dice cruzandose de brazos, ahora resulta que los demonios son más comprometidos con la causa que nosotros los ángeles. Claramente sé cual es mi prioridad.

>>Desde los ojos de Fiore<<

     Abro mis ojos lentamente, no sé cuantas horas han pasado desde que caí dormida, aún tengo la ropa con la que llegué, me intento sentar y volteo hacia la ventana, el sol empieza a meterse, dormí todo el día, mis horarios están volteados totalmente. Salgo de la cama y preparo el baño, aún me siento adormilada, mientras la tina se llena con agua tibia me veo ante el espejo, noto ligeros hematomas en mi piel, algunos son color verde, otro tienen tintes rojos de sangre molida, veo mi cuello y noto una línea delgada, una cortada tan gruesa como la que se provoca con el borde de una hoja de papel, paso mis dedos por ella y entonces recuerdo cuando Nuriel tuvo su cuchillo contra mi cuello en esa ocación. Sacudo mi cabeza tratando de alejar esos recuerdos, empiezo a desvestirme para sumergirme en el agua y dejar que me ayude a relajarme, en verdad necesito hacerlo. 

     Después de un momento salgo del baño envuelta en toallas, me siento en el borde de mi cama y pienso todo lo que ha pasado, no le encuentro ni pies ni cabeza, veo sobre mi mesa de noche todas las astillas que he recogido de los diferentes cuerpos, ¿de qué tamaño son las cruces? y si los fragmentos de madera son tan pequeños, ¿cuantas astillas sacan de cada cruz?, ¡Dios! son demasiadas... ¿cómo se supone que los detendré?, solo sé de Nuriel, pero de seguro no trabaja solo. Me levanto de la cama y decido ponerme en acción, saco mis pantalones cargo color beige con mis botas militares negras y mi playera con cuello en "v" negra de lycra, supongo que ir al trabajo me hará pensar mejor, además sería bueno hablar con Kaspar, pobre hombre, está entre la espada y la pared. 

     Me visto lo más rápido que puedo, cepillo mi cabello y lo peino en una cola de caballo, me pongo mi boina negra y salgo de mi habitación jugando con las llaves de la motocicleta en mi mano. Paso por la sala y veo a mi madre sentada en el sillón, me ve como si me hubiera estado esperando todo el rato. Me paro en seco, me quedo estática por un segundo hasta que me hace una señal con la cabeza para que me acerque a ella. Con algo de duda empiezo a caminar hasta que me siento en el sillón de enfrente, sus ojos no dejan de escrutinarme, parece que está pensando mucho lo que me va a decir. 

-Fiore... quería hablar contigo... - Su seriedad me desconcierta, pongo toda mi atención en su voz y mis ojos siguen el movimiento de sus labios. -Es sobre este asunto del Covenant...hablé con Tony...- Bien, eso no me hace sentir confiada, de seguro discutieron. -Tu y tu hermano, lo que son es... algo que nadie se puede explicar, siempre lo han sabido, también están conscientes de que son mejor que los ángeles y los demonios... y por mucho... eso no solo los vuelve más poderosos y temidos... los vuelve más llamativos para los que aman la guerra. Tony me aclaró mucho las ideas... él sabe que de irnos al infierno, no tardará en salir algún grupo de demonios reboltosos queriendo someterlos a ti y a tu hermano como si fueran bestias y usarlos para sus fines bélicos... lo mismo pasaría en el cielo... es peligroso...- Pienso en sus palabras mientras me recargo en el respaldo del sillón. 




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