Life Eternal

CAPITULO 30: Outsider

     La gente empieza a abandonar el lugar, algunos nos felicitan, otros simplemente se despiden y se van, en ningún momento Nuriel permite que me aleje de él, me toma de la mano o de la cintura y a donde él camina me lleva. Siento una necesidad fuerte que crece dentro de mí de correr a todo lo que den mis piernas y huir de aquí, alejarme de él, pero intento controlarla, intento mantenerme cuerda. Cuando casi todos se han ido se acerca mi hermano y los demás, parecen incómodos. 

-Chicos... ¿se retiran?- Les pregunta Nuriel con una sonrisa en el rostro.

-Si... así parece...- Responde Gabriel viendome fijamente con curiosidad, como esperando a que grite "auxilio".

-Si... ya vamonos...- Menciona Leo al mismo tiempo que me agarra de la mano que tengo libre, pero cuando jala de mí Nuriel no me suelta y con delicadeza vuelve a regresarme a su lado mientras mi hermano se queda confundido.

-Oh... lo siento Leo, pero... tu hermana ya va a vivir a mi lado... su hogar ya es este...- La voz de Nuriel tiene impresa cierta malicia acompañada de alegría. Le da satisfacción decirle a Leo que su hermana no se irá esta noche con él. 

-Creo que aún no se casan así que en teoría ella debería de poder regresar a casa conmigo...- Vuelve a tomarme del brazo con intenciones de alejarme de Nuriel. 

-Leo... el compromiso está hecho... ella ya pertenece aquí... solo falta oficiarlo...- Contesta Tony deteniendo a Leo quien parece desesperado, me ve directamente a los ojos, no puede creer lo que está pasando.

-Leo... hermano...- Nuriel intenta parecer fraternal, pero veo en los ojos de Leo que no está dispuesto a permitirlo. - Cuidaré bien de ella... te lo prometo... y... tiene razón Tony, solo falta oficiarlo... realizar la ceremonia pertinente... la cual se hará mañana, en verdad anhelo que esto se culmine...- Ante su afirmación no puedo evitar verlo con horror ¿mañana?, es demasiado pronto, siento ganas de vomitar. -Así que por favor... habla con tus padres, me encantaría que estuvieran aquí sin falta por la mañana para que no se pierdan de la unión.

     Cuando termina de decir eso, Nuriel hace una ligera reverencia y me lleva del brazo alejandome de ellos, todos parecen frustrados al no poder hacer nada, incluso Yusuf ve por un momento la empuñadura en su mano, como si no creyera lo que está pasando. Despego mi mirada de ellos y veo hacia donde caminamos, directo hacia mi encantadora media hermana y su amigo gigantón. 

-Aradia, Baruch... tenemos mucho que hablar... - La voz de Nuriel suena feliz, lleva de vivacidad, me toma con ambas manos de las mejillas y me sonríe. -Cariño... te ves cansada... será mejor que vayas a dormir un poco...- Me da un beso suave en los labios y después voltea en todas direcciones como buscando a alguien, se acerca de inmediato Daniel. -Por favor... llevala a la habitación a lado de la mía, ayudala en todo lo necesario para que se ponga cómoda y descanse...- Daniel asiente con la cabeza y me ve con lástima en la mirada, pero una sonrisa que intenta ser sincera. 

-Señor...- Hace una reverencia y me toma de la mano con delicadeza. Nos alejamos lentamente mientras Nuriel clava su vista en mí hasta que pasamos la puerta. 

     Caminamos por los pasillos sin que nadie diga nada, me siento anonadada, creo que estoy experimentando una crisis existencial, en verdad me siento atrapada, el pánico está haciendo estragos en mí, respiro tratando de controlarme, no puedo creer que esté desmoronandome en este momento, he estado en peores misiones y las he afrontado de manera heroíca, entonces no entiendo por qué me siento así. Cuando nos adentramos en el laberinto de pasillo Daniel se decide a hablar.

-¿Por qué lo hiciste?- Me dice en voz baja y noto cierto desagrado en su voz. No es capaz de voltear a verme, seguimos caminando de manera normal.

-¿A qué te refieres?- No entiendo bien su pregunta y tampoco sé si puedo confiar en ella.

-¿Por qué lo aceptaste?- Nos paramos frente a una puerta de madera tallada, bastante elegante, la abre con cuidado y me permite el paso. La habitación es bastante amplia, y claro toda blanca, no hay ventanas, parece más una cárcel, tiene un baño, una pequeña sala, una cama enorme, un closet de madera y un tocador, además cuenta con un librero con algunos tomos en el. 

-Tengo planes personales...- Volteo hacia ella quien se quedó pegada a la puerta una vez que la cerró. 

-¿Planes personales? no te conozco muy bien Fiore... pero si te pareces por lo menos un poco a tu madre... podría jurar que estás planeando matarlo... ¿me equivoco?- Se cruza de brazos y me quedo congelada ante su acusación, no puedo fiarme de nadie aquí, estoy sola. 

-No sé de que hablas... yo... siento algo por él... por algo no lo maté cuando estaba poseído por esa astilla...- Me siento en la cama con cuidado y desvío la mirada hacia el suelo, una alfombra grande adorna con detalles dorados el lugar tan blanco. 

-Claro... claro... no suena muy creíble ¿sabes? no después de cuando he visto como ves a Hariel... y claro, como te ve a tí...- Avanza hacia mí con los brazos cruzados, como si estuviera en un interrogatorio. -Lo que planeas es un suicidio... eso es... si logras tu objetivo, no saldrás de aquí viva... ¿lo sabes?- Levanto la mirada hacia sus ojos, noto que está preocupada por mí, lo que se me hace raro ya que no es que seamos las mejores amigas.




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