CAPITULO 33: A Sky Full Of Stars

     La ceremonia pasa en silencio, mi padre está ahí junto con los demás, el cuerpo está en una cama de madera en este como jardín que tiene vista hacia el exterior, parece la misma clase de magia que tiene la corte de los milagros, nosotros podemos ver hacia afuera y sentir la brisa, la lluvia, pero los que pasan por la acera no son capaces de percibirnos. El cielo se pinta de negro, las nubes bloquean el sol, la lluvia empieza a caer mientras las llamas devoran la madera y el cuerpo de Yusuf, el último profeta confiable, por fin estará con su hermana o simplemente renacerá sin recordar un carajo de lo que fue su vida anterior, no sé si es algo triste o bueno, si me preguntas en este momento, me rehusaria a perder mis recuerdos, malos o buenos, no podría con la idea de olvidar quien fue mi madre, mi padre, mi hermano, de olvidar el rostro de Hariel a quien extraño con cada respiración, pero... Cuando mueres... No es que te pregunten o ¿Si?, Simplemente pasa, cuando abres los ojos, cuando sales del útero de tu nueva madre, cuando tu esencia se mezcla con el siguiente cuerpo, no recuerdas nada, no recuerdas quién eras y no puedes lamentarte por lo que no está ahí, ese es el consuelo, no recordarás lo que tenías olvidar.

     La lluvia no es capaz de apagar el fuego que arde entre nosotros, Nuriel me toma del brazo y me acerca a él mientras que extiende sus alas para cubrirme, siento el calor que estás me ofrecen, pasa su brazo por encima de mí y me abraza con cuidado y protección, tanto mi padre como mi hermano me ven con confusión y tristeza, por un momento no puedo evitar fijarme en el rostro carcomido por el dolor de mi padre, busco con la mirada, pero no la encuentro, no encuentro a mi madre, supongo que la separación no era un juego, en verdad se dejaron de amar, o eso se esperaría, pero creo que si algo tortura a mi padre es que no ha dejado de amar a mi madre, no le es tan fácil dejarla ir y eso lo está matando. 

     El silencio es molesto, incómodo, todos entramos de nuevo dejando atrás las cenizas de Yusuf, que se vuelvan parte del suelo y que las plantas lo aprovechen. Nuestros pasos hacen eco en el recinto, es el único sonido que se alcanza a percibir, noto que los querubines han desaparecido, solo estamos nosotros en este lugar. 

-¿Y los querubines?- Escucho la voz de mi hermano a mis espaldas, causa un eco que poco a poco se disuelve en el ambiente no sin antes hacernos voltear a todos.

-Lo notaste... Que perspicaz... La seguridad tendrá que... Mejorarse... Descuiden, yo me haré cargo de eso...- Responde Aradia con arrogancia, de inmediato camina hacia su elegante silla, se sienta como toda una reina y nos ve con lastima.

-¿Y cómo harás eso Aradia?- Pregunta Tony, por su tono de voz detecto que no está muy feliz de estar aquí.

-Mi querido reclamador, podría explicártelo, pero al ser yo la profeta puedo evitarme hacerlo...de hecho...- Se levanta de su asiento y ve a Tony con malicia, con esos ojos que amenazan con complicar todo un poco más. -Creo que ya has servido suficiente al Covenant... Han sido años de entrega, mereces un descanso Anthoniel...- Todos nos quedamos sorprendidos por sus palabras, siento como mi mandíbula se desencaja. 

-¿Perdón?- Los ojos de Tony empiezan a resplandecer, se llenan de un rojo amenazante.

-¿No entendiste? Has perdido tu cargo como reclamador... Felicidades... Te acabo de jubilar... -Aradia da media vuelta acercándose de nuevo a su silla de reina del Covenant.

-¿Qué? ¿Ahora quién se hará cargo de convocar y capacitar a los inquisidores?- Mi padre sale a su defensa, parece que la rabia por las palabras de Aradia lo hacen salir de su miseria.

-Eso lo decidiré después... Por ahora con Leo y Baruch tengo suficientes inquisidores... Pero gracias por tu observación Lucifer...- Sus palabras salen con lascivia, mi padre solo aprieta los puños con molestia, tratando de contener su ira.

-Bien... Que así sea...- Es lo último que dice Tony antes de caminar hacia Aradia, le ofrece su mano y ella lo ve fijamente con regocijo. -Quitame tu yugo de una buena vez...- Mientras él se mantiene serio y conteniendo su coraje ella sonríe de oreja a oreja, toma su mano y entonces una energía empieza a fluir de Tony a Aradia, sus venas se marcan a través de su piel y un dolor fuerte y atenazante lo dobla, haciéndolo caer de rodillas. Cuando las manos de ambos se separan tanto Azazel como Gabriel se acercan a ayudarlo a levantar.

-Eres libre Tony...- Dice Aradia con placer y gusto mientras que Tony se levanta con dificultad, una gota de sangre escurre por su nariz, la limpia con el dorso de su mano y sus ojos se posan en mí, parece que la calma se apodera de su cuerpo y sonríe. 

-Algo debo de admitir criatura... La libertad de no pertenecer a ningún lado no tiene precio...- Con esas últimas palabras da media vuelta y camina hacia la salida, con paso firme. Yo me quedo pensativa, sus palabras me regresan la motivación.

     Salimos de ahí cabizbajos, la lluvia no para, deseo acercarme a mi padre y a mi hermano, pero Nuriel no lo permite, saliendo del Covenant, sin siquiera despedirnos caminamos hacia la puerta que nos lleva de regreso al cielo, no puedo evitar sentirme triste y algo desesperada, necesito actuar lo más pronto posible antes de que otro muerto aparezca. Llegando al edificio que se ha vuelto mi encierro Nuriel y yo nos dirigimos directo a la habitación, la noche también a caído aquí y siento que un nuevo enfrentamiento se acerca. Mientras me retiro el vestido con cuidado siento la mirada penetrante de Nuriel, le doy la espalda evitando tener contacto visual, cuando el cierre cede liberandome de mi vestimenta unas manos se posan en mis hombros y resbalan la tela por mi piel, un escalofrío vuelve a recorrerme, es una sensación desagradable, solo pienso en Hariel y en las ganas de tenerlo aquí, conmigo. Los labios de Nuriel empiezan a recorrer mis hombros y mi cuello, por más que intento controlar mi incomodidad no puedo. Empiezo a desesperar cuando sus manos se colocan en mi cintura y empiezan a recorrer mi piel con lujuria.