Life Eternal

CAPITULO: 35 Demon Heart

>>Desde los ojos de Tony<<

     Todo el día me he mantenido sobrío, me siento libre y a la vez vacío, desde hace siglos que soy el reclamador del Covenant y desde que Aradia decidió presindir de mis servicios siento que no tengo nada, que perdí todo, no solo un empleo o un lugar si no que todo lo que sacrifiqué en su momento, pensando principalmente en Tila, se fue a la basura, ¿en verdad me privé de su amor y de otros tantos goces por una organización que con la mano en la cintura me desechó como basura? ¿De qué sirvió entonces todo lo que hice?. Golpeo con fuerza el escritorio, siento la desesperación y el arrepentimiento ardiendo en mis venas, busco en el cajón mi revólver, el único que sabe cual es mi destino y cuando terminará mi miserable existencia, preparo el tambor, vuelvo a escoger la misma bala y la coloco al azar, hago girar el tambor y apunto a mi sien, me concentro en el frío metal de gatillo, cierro mis ojos lleno de decisión, sé que esta vez será el definitivo, cuando jalo el gatillo el percutor jamás golpea, parece atascado, lo único que escucho es una queja mal humorada, abro los ojos y voltea hacia mi arma que tiene una mano encima, la misma que detuvo su funcionamiento, salto de la silla y veo al maldito sacudiendo su mano de dolor.

-Tony... Tony... ¿en verdad ibas a hacer lo que creo que ibas a hacer?- Pregunta Asmodeus sin dirigirme la mirada, solo revisa su mano machacada por el percutor que jamás llegó a su destino, interrumpiendo el disparo. Se quita el guante y veo aquella mano que perdió en esa primera guerra con Alexiel, ahora tiene la piel negra con líneas rojas que recorren su piel, pareciera estar hecha de lava incandescente, con unas uñas que más que uñas son garras.

-Asmodeus... ¿qué haces aquí? ¿de dónde saliste? ¿quién te invitó?- Levanto el revólver hacia él con molestia, podría jurar que esta vez la bala estaba en el lugar correcto, pero él evitó mi muerte. 

-Necesito tu ayuda mi querido Anthoniel... - Voltea hacia mí con una sonrisa irritante, parece confiando en que aceptaré. -La otra vez noté que tienes un interés bastante grande por esa criatura, Altair...- Escuchar su nombre eriza mi piel, recuerdo sus ojos, recuerdo la última vez que la vi, en ese conjunto de lencería que levantó mis más bajas pasiones. -Has de saber que ella mató a Nuriel... así que ayudame a liberarla de su encierro...- Su comentario me toma por sorpresa, me quedo sin palabras, no sé que decir. 

-¿Sabes lo que pasará si nos descubren?- Me acerco a él molesto, la situación que plantea es demasiado peligrosa.

-¿Tortura y destierro enterno? No sé si recuerdes que ya pasamos por eso Anthoniel... una vez más no hace daño... además... ¿permitirás que esa pobre alma en desgracia sufra por haber hecho lo correcto?- Sus intentos por convencerme no paran, veo en su rostro la confianza de que aceptaré. 

-¿Desde cuando los demonios nos encargamos de impartir justicia?- Me cruzo de brazos y noto como pone los ojos en blanco molesto. -Tu quieres algo de ella... ¿me equivoco?- Parece que mis palabras lo hacen pensar algo mejor para convencerme. 

-¿Tú no?... claro que si... vamos Tony... hace cuanto que no te interesabas en una criatura de su género de esta forma...- Camina hacia mí hasta colocar su mano en mi hombro, su mirada se vuelve comprensiva, parece relajarse. -Creo... y solo creo... que ... le tienes aprecio, y si es así... no podrás seguir viviendo sabiendo que ella murió y tu podías hacer algo... ¿no crees?- Bajo la mirada y sonrío con desgano, veo hacia el revólver antes de volver a enfrentarme a sus ojos. 

-¿Qué te hace pensar que no era para eso el revólver? jajajajaja- Suspiro con fuerza mientras Asmodeus pone los ojos en blanco y vuelve a alejarse de mí, rodeando el escritorio. -Bien... hagamoslo...- Le respondo tomandolo por sorpresa, abre sus ojos de par en par, sorprendido de haberlo logrado. 

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     Lo difícil no es llegar al cielo, lo difícil es internarnos en la ciudad, la noche nos cubre, pero no será tan fácil llegar a las celdas donde tienen a Altair. Caminamos pegados a los edificios, buscamos la entrada que mejor nos quede para entrar a los sótanos que es donde por lo general encierran a sus presos. De repente un árcangel conocido y algo despistado sale por la puerta viendo hacia el cielo, tomandose su momento para meditar. Le doy un codazo a Asmodeus parece que comprende mi plan, caminamos furtivamente hacia Gabriel antes de que decida emprender el vuelo lo jalamos hacia un callejón angosto y lo ponemos contra la pared, él al principio intenta pelear, pero se da cuenta de quienes somos y se relaja. 

-¡¿Qué chingados hacen aquí?!- Pregunta aún con mis manos en el cuello de su camisa.

-Creí que los ángeles no decian groserías...- Dice Asmodeus divertido en voz baja mientras Gabriel parece perder la paciencia. 

-Y yo creí que los demonios no se atrevian a venir al cielo... no lo preguntaré otra vez...¿Qué vergas hacen aquí? par de pendejos...- Retira mis manos de su ropa con un solo golpe y empieza a comodarse la camisa y el saco.

-Necesito que me lleves hasta las celdas...- Cuando le digo eso deja a medio acomodar su corbata y me ve con los ojos bien abiertos.

-¿Estás loco?... El líder serafico acaba de ser asesinado... ese es el lugar más custodiado en ese momento... - Gabriel pasa su mirada de mí hacia Asmodeus y de regreso, parece que no cree que seamos capaz de tal idiotez, yo tampoco lo creería, pero heme aquí. 




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