Life Eternal

EPILOGO: Never Say Never

>>Desde los ojos de Atair<<

     Han pasado meses, las cosas han tardado más de lo que esperaba, en este momento ha terminado la resolución de mi caso, al final terminé siento libre, Fiore hizo hasta lo imposible por justificar mi asesinato, se mantuvo a mi lado en cada momento, dando la cara a varios ángeles, pero claro, su puesto como nueva Líder serafico le ayudó, es lo bueno de tener amigos con influencias. Aún sigo aquí en el cielo, después de todo no me siento lista de regresar a la tierra, sé que Asmodeus está esperando su moneda y planeo darsela, pero me encanta saber que lo estoy torturando. 

-¿Lista para regresar a la tierra?- Escucho la melodiosa voz de Fiore a mis espaldas, volteo y la veo radiante, con sus mejillas rosas y su enorme bulto en el vientre, camina como pingüino, no puedo evitar sonreír.

-Jajajaja y ¿tú? ¿Lista para parir?- Me cruzo de brazos mientras la veo con diversión.

-Si... ya me urge... ¿sabes cuantas veces voy al baño en el día?- Intenta agarrar aliento mientras se sujeta de la espalda con ambas manos. 

-Jajajaja me imagino... y... ¿Hariel? supongo que encantado...- Mi comentario la hace sonreír aún más, las pocas veces que los he visto juntos él actua de forma muy protectora y servicial con ella. 

-Demasiado... y ahora que, bueno... es oficial nuestra unión... se agrega una nueva dicha... angeles blancos y dorados juntos... peleando juntos, compartiendo conocimiento... es... es fantástico...- Parece muy ilusionada, no quiero parecer negativa, pero nunca falta un racista extremista que eche todo a perder.

-Bien... me alegra saber que todo está en órden ahora...- Suspiro y me recargo en la pared con los brazos cruzados, veo en sus ojos que algo no le termina de convencer.

-Si... eso creo... aunque ahora... el Covenant está mucho peor que antes... No hay inquisidores, no hay profetas, no hay reclamador... no hay nada... las instalaciones fueron destruidas... de hecho... creo que oficialmente ya no queda nada de el... absolutamente nada...- Parece que ese punto le perturba.

-Y... ¿eso es tan malo?- Levanto los hombros excusandome, sinceramente no lo veo como algo malo. 

-No sé... tengo un mal presentimiento... alguien saldrá del mismo lugar de donde salió Diana y complicará todo... lo sé... lo presiento...- Noto como masajea su cuello mientras su rostro se descompone en una mueca de preocupación.

-Vaya, no sabía que de entre todos tus encantos también eras vidente...- Le sonrío de forma arrogante y ella solo se ríe, parece que mi comentario la relaja aunque sea un poco. 

-Mis padres están separados... y llevo meses sin verlos, sin recibir noticia de ellos... el Covenant totalmente destruido... siento que no tengo muchos aliados para enfrentar lo que venga...- Se cruza de brazos y regresa la preocupación a ella. Doy un par de pasos y pongo mi mano en su vientre, puedo sentir como la criatura dentro de ella se mueve. 

-Pase lo que pase, eso ya no te toca a ti... ya salvaste el mundo un día... deja que alguien más lo haga cuando pase lo que tenga que pasar...- Le guiño un ojo y ella parece dar un respiro, me abraza de lado para que su enorme estómago no me saque el aire. 

     Cuando nos separamos aparece Hariel vestido de manera elegante, como todo un hombre de la realeza, toma a Fiore por la cintura y la ve como su ella fuera todo en la vida, con un anhelo y un cariño que me hace sentir algo de envidia, parece que estos dos encontraron su lugar en el mundo. 

     Salgo escoltada por un par de ángeles hasta la puerta que me llevará hacia la tierra, suspiro antes de atravesarla, cuando lo hago y esta se cierra tras de mí veo un sol brillante que quiere brindar confianza en un mundo mejor, pero ambos sabemos que es cuestión de tiempo para que se vuelva a nublar y la lluvia caiga sobre todos nosotros. Camino con paso tranquilo por el callejón hasta que llego a la avenida, ahí encuentro a Baruch en una moto, parece estar esperandome, me guiña un ojo y me invita a subirme con él, tenemos un último lugar a donde ir antes de emprender el camino en busqueda de nuestra familia. 

     El viento golpea mi rostro, mi cabello se sacude en el aire y pronto se estaciona afuera del café donde abordamos esa vez a Asmodeus, es hora de quitarle el castigo. Decido entrar sola así que Baruch se queda en la moto. Cuando entro al café veo a la gente disfrutando, viviendo su vida cotidiana y normal sin darse cuenta que comparten el lugar con un demonio que se esconde detrás de su periódico hasta el fondo del local. Camino con paso seguro entre las mesas hasta que llego a la indicada, me siento en la silla frente a él y pongo la moneda en la mesa, coloco dos dedos sobre ella y la deslizo hacia él, en cuanto la libero baja su mano y con un manotazo la apriciona entre su piel y la madera de la mesa. 

-Ya era hora...- Lo veo algo furibundo, no puedo evitar sonreír ante su reacción. La sujeta entre dos dedos y la ve con detenimiento.

-Cuando sepas lo que quieres... pide un deseo...- Él clava sus ojos en mí y le guiño un ojo. -¿Sabes que es lo que pedirás?- Noto una sonrisa maliciosa. 

-Si... de hecho si... lo gastaré en una vieja amiga... una vieja amiga pelirroja...- Parece que es un chiste personal. Levanto los hombros desinteresada, no lo entiendo y no me importa. Cuando me dispongo a levantarme y salir de ahí vuelvo a escuchar su voz. -¿No te despedirás de él?- Siento como un escalofrío me recorre, mi sangre se congela y él lo nota.




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