Mew no soportó más la ansiedad. Y le susurró un par de cosas a Mariam mientras ella empujaba su silla hasta la sala.
Gulf estaba parado en un costado con los brazos cruzados. Los padres de Mew lo miraban inquisidoramente desde el gran sillón de cuero blanco. Gulf reprimió un gruñido al ver a Alyn mirando a Mew con una sonrisa embobada.
–Entonces, dinos Gulf, para conocerte...¿Cuáles son tus apellidos? ¿A qué se dedican tus padres? ¿Cuánto ganas por mes? ¿A cuál universidad pretendes asistir?
Gulf se mordió el labio. Se le hacía difícil creer que aquellas preguntas se hicieran en la vida real. Las había escuchado en películas y series y siempre se había reído, creyendo que era un cliché literario bastante exagerado.
"Creí que ya estábamos en el siglo XXI", pensó.
–Gulf me invitó a comer pizza esta tarde...– intervino Mew nervioso.
–¡Yo también voy!
–Lo siento, Alyn, sólo chicos...–Gulf realmente parecía lamentarlo.
–La próxima...– suspiró Alyn.
–Debemos irnos...Así que pueden seguir con su interrogatorio otro día...– ahora la voz de Mew conenzaba a temblar de rabia.
–¡No irán a ningún lado hasta que este...joven...no responda!– la madre de Mew lo señaló mientras miraba con desagrado la ropa de trabajo manchada y gastada de Gulf– Porque hasta ahora apenas he escuchado su voz. Tengo mis dudas de que realmente pueda hablar...o entender lo que se le dice.
–Quizás...si te lo preguntamos más...lento...
El padre de Mew habló exageradamente pausado como si estuviera frente a una persona con debilidad mental.
–¡Tengo 24 años! Puedo ir a la Luna si me da la gana...– la ira de Mew se reflejaba en su rostro y sus ojos se estaban cargando de lágrimas. Verlo en ese estado, precipitó a Gulf a hablar:
–Tengo...un solo apellido..., el de mi padrino, porque mi madre me quitó el suyo. No sé en que trabaja mi padre porque nunca lo conocí. Mi madre se emborrachó una noche cuando era adolescente y tuvo sexo en el baño de un bar y quedó embarazada. Jamás le preguntó su nombre. Ella limpiaba los pisos de la iglesia pentecostal del barrio por algunas monedas hasta que se casó con el nuevo pastor. Y en esa nueva familia yo no tenía lugar. Y me echó de la casa al cumplir 13, por mis gustos...enfermos...¿Cuál fue la siguiente pregunta? –Gulf cerró los ojos un momento buscando concentrarse. Un segundo después los abrió– ¡Ah, sí! ¿Cuánto gano al mes? Puedo decirles cuánto dinero gané el mes pasado pero no puedo decirles cuánto ganaré este mes. Hay meses que gano mucho, incluso suficiente para llenar mi heladera, y hay otros meses en los que sólo vivo a café, igual que mis hermanos. Nuestro trabajo en el taller depende de cuántos clientes tengamos... Y...nunca estuvo en mis planes ir a ninguna universidad. No creo que un papel me convierta en una persona exitosa o buena. Conozco muchos licenciados y doctores, que van al taller con sus autos, y escucho cómo tratan a sus hijos o a sus parejas y la verdad...no me interesa ser como ellos. Aunque nunca haya estudiado para serlo, seré mecánico hasta el día en que me muera. Ese trabajo me hace muy feliz. Y esa seguirá siendo siempre mi única ambición: ser feliz y tratar de hacer feliz a quien esté a mi lado...
Las miradas de Gulf y Mew se encontraron y la sala quedó sumida en un profundo silencio. Un segundo después, Mariam, que había escuchado todo desde el rellano, descendía las escaleras con una pequeña mochila.
–Bueno, nos vamos...Y si necesito algo, no se preocupen, Gulf me ayudará. Los llamaría pero...tú nunca me atiendes el teléfono.– dijo Mew mirando a su padre– Siempre estás ocupado con tus reuniones. Y ustedes dos...,– Alyn y su madre miraban a Mew como si lo estuvieran viendo por primera vez– nunca atienden mis llamadas, siempre están ocupadas, en el spa, en el club, en el shopping...Ah, no me esperen despiertos. Volveré tarde...
–O mañana...– balbuceó Gulf con una sonrisa traviesa, mientras empujaba la silla de ruedas hacia la puerta.
–Nunca olvidaré este momento...– susurró Mariam mientras atravesaban el patio en dirección a Josep que los esperaba con la destartalada camioneta ya en marcha...