Todo el mundo se droga a veces, ya sabes.
¿Qué más podemos hacer cuando nos sentimos deprimidos?
Así que respira hondo y déjalo ir.
No deberías estar ahogándote por tu cuenta.
Y, si sientes que te estás hundiendo,
Voy a saltar justo
En agua fría, fría por ti.
Y aunque el tiempo nos puede llevar a diferentes lugares,
Seguiré siendo paciente contigo
Y espero que sepas
Que no te soltaré.
Seré tu línea de vida esta noche.
No te soltaré.
—Justin Bieber - Cold Water ft. MØ.
***
"La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser". — Hesíodo.
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Es natural estar triste, sentirse decaído o desanimado. Somos humanos.
Todos somos diferentes, sentimos y pensamos diferente. Cosas distintas nos ponen tristes o felices. Para lo que algunos es un problema banal, para otros es todo un caos y dentro de ese caos, a veces, intentamos buscar la paz. Pruebas negando todo, ignorando. ¿Para qué? ¿Por qué?
José se puso triste por haberse peleado con su mejor amigo. Alejandro por haber terminado su relación de tres años con Talía. Valentina por haber aprobado con nota mínima matemática. Así como estos había muchos casos más. Pero lo importante era salir de eso, ¿no?
José y Máximo hablaron para solucionar todo. Alejandro estaba tranquilo solo, pensaba disfrutar de su soltería. Valentina... Ella podría seguir intentando, al final una nota nunca definirá quién eres, ¿verdad?
La tristeza en nuestras vidas siempre estará presente. Y debemos aprender a sobrellevar estos sentimientos y reponernos... Sin embargo, ¿qué pasa cuando esto no ocurre? ¿Cuándo al problema más 'insignificante' no podemos encontrarle salida? (Sí, insignificante para ellos más no para ti).
Depresión.
Estado de ánimo intenso que implica tristeza, desesperación o desesperanza. La depresión también afecta a los pensamientos de la persona que lo padece, interfiere en la capacidad de percibir y disfrutar de las cosas buenas de la vida. Es como si fueras un fantasma y ves a todos avanzar sin ti, viviendo felices.
***
Midyat; 9 de abril de 2025. 6 a.m.
Podía escuchar la televisión mientras se iba acercando a la cocina, frunció un poco el entrecejo y achinó los ojos. Era martes, tenía sueño y quería dormir. Sin embargo la escuela en ese momento era una de sus mayores prioridades. Agregando que, si llegaba a faltar sabía muy bien que su amiga bajita se enojaría muchísimo con él y haría una de sus rabietas de nene de seis años.
—Buenos días.—murmuró aún somnoliento. Tomó asiento y esperó a que su madre le sirviera el desayuno.
—Buenos días, amor —Respondió ella muy feliz. Tomás Valencia la veía caminando de un lado a otro hasta que ella dejó una humeante taza de anís delante de él. —Para combatir el frío, bebé. —Él asintió con una sonrisa. No sabía en carne propia todo el esfuerzo que hacía su mamá día a día por él, pero aun así lo valoraba. La veía siempre feliz, con la cabeza en alto. Tomás estaba muy orgulloso de ser hijo de aquella esbelta mujer y quería que ella también se sintiera orgullosa de tenerlo a él como hijo.
Solo eran ellos dos. Siempre fueron ellos dos. Tomás nunca conoció a su padre pues según las chismosas de las vecinas éste había huido cuando se enteró del embarazo de su progenitora. Pero él no lo odiaba, no tenía ningún sentimiento hacia aquella persona, ¿Cómo sentir algo por alguien que nunca conociste? Le hizo mucho daño a su madre al dejarla sola con un bebé en camino, sin embargo, eso la hizo a ella más fuerte, la hizo la gran mujer que es hoy. No tenía la mejor historia familiar, pero le gustaba la actualidad, le gustaba su vida con esa mujer que le dio luz.
Sus ojos viajaron de su agraciada madre al ruidoso televisor.
"Mi única valiosa vida."
Escuchó atentamente el reportaje, llegó a quedarse en shock por un pequeño instante, mismo que usó su progenitora para dejarle el desayuno al frente.
—Ten un buen día en la escuela, hijo. —habló la mujer antes de salir de la cocina. Tomás escuchó como sus tacones resonaban hasta la puerta principal, suspiró cuando sintió el portazo final.
Terminó su desayuno y levantó todo para proceder a lavarlo rápidamente. Se fijó en el reloj y sabía que le quedaban menos de 10 minutos para llegar a la escuela. Debía correr.
Antes de salir de la cocina cogió un pan, recogió su mochila y salió volando. La escuela no estaba realmente lejos por eso iba caminando siempre, era como su ejercicio diario dentro de su sedentaria vida.
Sintió su celular sonando pero decidió no prestarle atención, tan sólo debía cruzar la calle y llegar a la escuela. Esperó a que el semáforo cambiará y corrió por el crucero peatonal hasta la acera del frente. Escuchó en ese momento un coro de ángeles cantándole. Le dio una mordida a su pan con soledad e ingresó al colegio.
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8:15 a.m.
Intentaba prestar atención a la clase de historia, habría un examen al final de la semana y debía, obviamente, aprobar. Tomás no se caracterizaba por ser el mejor de la clase, pero al menos daba su mejor esfuerzo. Él intentaba con todas sus fuerzas no quedarse dormido escuchando al profesor Elías Vich.
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Editado: 23.03.2025