Liga Del Asfalto: Hijos Del Mañana - Libro 1

Capitulo 12

ENEMIGO OCULTO

 

En el primer recreo, Lázaro se encontraba en las gradas de la cancha viendo un juego de baloncesto, cuando Christian se le acercó.

 

—Ok, ¿has vuelto a las carreras?

—Como supondrás, no he podido correr en estos días debido a la muerte de papá. Pero he podido ver los circuitos en la Interweb. —tardó Lázaro en responder.

—¿Y?

—Las carreras se vuelven cada vez más interesantes, la gente apuesta más, a propósito, me enfrenté con Nómada, es decir Damián, fue una victoria bastante cerrada, de verdad pensé que cuando dejé de ser piloto de esos desgraciados me reemplazarían con ZigZag, pero no, se las arreglaron para poner a Damián detrás del volante, y ahora saben de primera mano que estoy de vuelta en el circuito.

—¿Damián?, pero tú me dijiste que era el segundo al mando de los pandilleros con los que estabas, ¿ahora es piloto?, ¿y no era su hermano menor el piloto titular?

—Cuando los conocí el titular era ZigZag, pero el muy bruto no pudo continuar, yo lo reemplace, gané unas cuantas carreras, eso no me lo perdonaron, luego me fui y sabrá Dios que pasó que pusieron a Damián como titular.

—Eso hace que todo sea más peligroso, ¿no?, puede ser que no te hayan hecho  nada hasta ahora pero no olvidan.

—¡Son unos malditos que recibieron lo que se merecían, y les hubiera hecho cosas peores si hubiera tenido la oportunidad! —dijo cerrando su puño. Sus ojos se cargaron de rencor— Además esto va más allá de lo material. Quieren ponerme en mi lugar, hacerme sufrir.

—Desde el principio te dije que no te juntaras con ellos. Pero todo lo tienes que aprender a las patadas.

 

En la distancia, Circe y Anthony los observaban. Veían perplejos como Lázaro conversaba con Christian como si nada hubiera pasado.

 

—No puedo entenderlo, Anthony —comentó Circe—. ¿Cómo es que puede cargar con ese peso y seguir así? Ni una lágrima, ni un rostro triste, nada...

 

Anthony puso un rostro pensativo.

 

—Bueno, lo que pasa es que, ha habido rumores.

—¿Rumores?

—¿Te acuerdas de cuando fuimos a su casa para ver cómo estaba? Parece muy simple, pero su papá tenía muchísimos más créditos de lo que aparentaba. ¿No te parece extraño que él, mande a estudiar a su hijo a una escuela como ésta, que es para gente de clase media?

—Puede ser porque su papá estudió aquí, yo qué sé.

—Resulta que no. Su papá quería que estudiara en el mejor colegio de la ciudad, y no lo dejaron entrar, no por falta de créditos, sino porque es, como decirlo, un poco “bestia” en los estudios.

—Pero cualquiera puede tener problemas con los estudios, yo los tengo y no por eso tengo problemas con mi papá.

—Lázaro lo que tenía era más que problemas. Como no entró a ese colegio, lo dejó aquí hasta que lo lograse, pero sus notas son muy bajas. Cada año, el padre lo hacía enfrentarse a las pruebas de admisión y cada año fallaba. En otras palabras, él está estudiando aquí desde segundo año como castigo, o mejor dicho, como recordatorio. Supongo que fue difícil tener un padre como Juan.

—Es triste que se traten así.

—Mira, por allí pueden existir otros detalles. Lo demás tendrías que preguntárselo a él.

 

Pero nadie se atrevía a hablar con él sobre el tema, la única persona con la cual se sentía cómodo expresando sus sentimientos era su mecánico, y por tanto era sólo con él al que le mostraría todo lo que su alma guardaba.

 

****

—¿¡Cómo que no hay un detenido!? —gritó el Comandante Vargas, al tiempo que golpeaba con su puño el escritorio. Los dos agentes que estaban frente a él no sabían qué más decirle—. Casi una semana señores, muchos interrogatorios y sabrá Dios cuántos kilos de papel en trámites, ¿¡y no tenemos nada!?

—Hemos hecho de todo señor, investigado a la familia y compañeros de trabajo, revisado toda la zona del siniestro y capturado a varios sospechosos, pero todos tienen cuartadas. Algunos tienen antecedentes por robo, pero hemos determinado que no son asesinos — habló uno de los agentes, que tuvo el valor de responder. El enojo de Vargas ya no daba para más.

—¿¡Qué!? ¿¡Una coartada!? ¿¡Acaso todos estos años se han sacado los mocos en vez de trabajar!? ¡Ahora mismo puedo hacer pensar a cualquier perdedor comprándolo o amenazándolo que estuvo comiendo pizza con el Papa ayer al mediodía!

—Pero todas las coartadas han sido verificadas señor —dijo el otro agente.

—¡Eso no me interesa! ¡Tengo a cada periodista persiguiéndome pidiendo una nota sobre el caso, y nos siguen a sol y sombra! —y con esas palabras tomó unos segundos para calmarse y continuar—. Quiero esto resuelto para el miércoles ¿escucharon? Quiero un culpable, con motivo y pruebas, ¿entendieron?

 




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