Liga Del Asfalto: Hijos Del Mañana - Libro 1

Capítulo 18

 

VISITA A LA TORRE

 

—Déjame ver si entendí, quieres llegar a la oficina de tu papá… ¡Atravesando una pared!

 

Ciertamente era una idea que Anthony no esperaba escuchar a primera hora de la mañana.

 

Lázaro y él se presentaron en el mismo callejón que el joven motociclista visitó la noche anterior, querían aprovechar las horas de la mañana antes de entrar al colegio, pero les faltaba un compañero.

 

—Christian, ¿estas allí? —Preguntó Lázaro por el G-Com, en la pantalla vio a su compañero de clases que aún estaba en casa, preparando a su hermano menor para llevarlo a su colegio.

—Aún sigo creyendo que es una mala idea—Acotó Christian— Además no sé qué puedo hacer desde aquí.

 

—Sólo tienes que mirar que qué es lo que pasa, por allí de se te ocurre alguna idea.

 

Lázaro le muestra por la cámara del G-Com el panel, realiza la misma acción que ejecutó horas antes con los mismos resultados.

 

El joven Siller se quedó pensando, creyó haber visto eso antes en algún lugar, lo cual le llenó de confianza, pero al mismo tiempo de miedo, si estaba en lo correcto Lázaro podría hacer algo que él consideraba incorrecto, pero si no le daba una respuesta podría intentar entrar a la oficina por medios más imprudentes.

 

Tomó un lápiz y un papel llevando consigo a su hermano menor que con sus 6 años no entendía que estaba pasando.

 

—Dile a Anthony que haga lo mismo que tú hiciste—Indicó Christian, con el lápiz comenzó a escribir los mismos números en el orden en el cual Anthony los colocaba.

—¿Qué haces? —Preguntó Lázaro.

—Siguiendo el patrón como dice el panel—Respondió Christian mientras su hermano lo miraba con ganas de jugar.

—¿¡Pero cómo puedes buscar una contraseña con lápiz y papel?! —Exclamó Anthony—

¡Usa una computadora!

—La tinta y el lápiz pueden resolver un montón de problemas.

—Intenta esto, 3 y 5 en los dos recuadros de arriba, 8, 1, 7, 2 en los cuatro del medio, y 6 y 4 en los dos de abajo.

 

Anthony hizo exactamente lo que Christian le sugirió, para su asombró y el de Lázaro la pared que estaba frente a ellos desaparece, dejando ver un pequeño elevador en cual cabrían a duras penas dos personas.

 

—¡¿Qué clase de brujería es esta?! — Preguntó Anthony.

—No es magia, son fotones resencuenciados unidos por un campo magnético de fuerza, el que crea que corriendo hacia una pared sólida puede llevarte a otro lugar, es un tonto.

 

—Pero no entiendo, ¿Cómo supiste que era la secuencia correcta? —Preguntó Lázaro.

—Fue la mejor opción que encontré, se parece a un juego que hice en el campamento de matemáticas dominical que voy, sus intentos anteriores tenían algo en común, todos los números o alguno de ellos estaban cerca de su próximo, así que los ordené de tal forma que todos estuvieran separados, creo recordar que existen varias soluciones para esto, no estoy seguro, supongo que tu papá prefirió hacerlo así y no con el típico método de password para despistar.

 

Anthony y Lázaro se miraron mutuamente.

 

—¿Vas a un campamento de matemáticas en tu tiempo libre? —Preguntó Lázaro.

—Necesitas una novia, ¡y rápido! —Bromeó Anthony.

 

La respuesta del joven no se hizo esperar, esta fue dada con una expresión calma pero voz contundente.

 

—¡Una novia no fue el que les resolvió esto! —Y cortó la comunicación.

 

Como pudieron, los dos estudiantes se metieron en el pequeño elevador, al cerrarse las puertas comenzó a llevarlos a una gran velocidad hasta la oficina de Juan Ximénez localizada en el último piso sintiendo las típica molestia en los oídos al subir una gran altura tan rápido.

 

—Esto es más apretado de lo que pensé — Se quejó Lázaro.

—Sólo deja las manos en su lugar y todo estará bien — Bromeó Anthony — Por cierto, ¿recibiste una invitación de Débora?

—Sí, pero no tengo ganas de ir, de hecho no quiero verla, a ella o a ninguna otra.

 

Para el muchacho de cabello ondulante era comprensible la respuesta de su compañero, conocía por sus héroes literarios que el dolor volvía a las personas incapaces de construir momentos felices, lo más que podía hacer, tal como lo estaba haciendo Christian y los demás, que acompañar a su amigo en ese camino tan sombrío como lo es el luto, pero especulaba que también podrían estarlo acompañando por el camino de la venganza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.