Liga Del Asfalto: Hijos Del Mañana - Libro 1

Capítulo 19

 

EL RETO

 

Ya habían pasado horas desde que Lázaro se apropió del disco póstumo de su padre.

 

En el colegio no se pudo concentrar y tuvo que hacer la típica pantomima de que entendía de qué estaban hablando los maestros cuando sus pensamientos sólo estaban en ver que qué era lo que su padre dejó antes de morir.

 

Debía de igual forma seguir con su vida de estudiante normal luego de salir del colegio, hacer proyectos, pelearse con los números en los ejercicios de matemáticas, ir a la biblioteca obligado por las instrucciones de sus profesores, comenzar ensayos que debieron estar terminados la semana pasada.

 

Mientras realizaba sus responsabilidades para mantener las apariencias, el disco de Juan permaneció oculto en el cuarto de su hijo, cuando Lázaro volvió al hogar recordó las advertencias de sus amigos que lo detuvieron de examinar su contenido en forma inmediata, era un objeto que debía respetar e incluso temer las posibles consecuencias.

 

Se limitó a esperar a la madrugada para revisarlo, cuando estuviera seguro de que su madre estuviera dormida.

 

Introdujo el disco en el lector de la computadora, listo para develar sus secretos sean cuales fueran, pero se da cuenta que al colocarlo corría un programa automático. La pantalla se pone negra y aparece una pregunta escrita con letras verdes: «¿Cuál es la palabra mágica?». Debajo de esta, un cursor titilante. «¿Qué cosa es esta? ¡Qué forma más idiota de poner una contraseña!». El chico se rascó la cabeza pensando cual podría ser la palabra.

«No creo que sea “abracadabra”, ni ninguna de esas estupideces, ¡Arg! Me doy por vencido. Después le pregunto a Christian si la puede descifrar».

 

Acto seguido intentó con el teclado salir del programa que el disco ejecutó automáticamente, pero fue en vano, uso comando de voz e incluso probó utilizar la interfaz holográfica, pero fue todo en vano, cada vez que lo intentaba el sonido de error se hacía escuchar.

 

—¡Este disco de porquería! —exclamó agarrándose la cabeza.

 

Pero hubo algo que no intentó, colocar una contraseña equivocada, algunos programas  al no recibir el código correcto mandan a usuario de vuelta al sistema operativo.

 

Lázaro escribió una palabra al azar y pulsa la tecla “Enter”. Un mensaje apareció en la pantalla:

 

Lo siento, pero acabas de perder le el contenido de tu disco rígido.

 

—¿¡Qué!? —gritó Lázaro pero se tapó la boca para no despertar a su madre.

 

En segundos, todo había terminado. El disco duro estaba completamente inservible y el disco de Juan Ximénez ya podía ser extraído manualmente.

 

—¡Mis archivos, mi música, lo perdí todo! —Se lamentaba Lázaro con el disco de su padre en la mano.

 

****

 

Anthony se preparaba para salir a su cita del sábado pero aún con ganas de estar en la reunión de Débora en la piscina, pudo perfectamente cancelar el compromiso con la chica de tercer año B, pero Anthony sería incapaz de faltar a su palabra, y menos a una dama.

 

Al terminar casi el religioso proceso de peinarse y de perfumarse por doquier, procede a vestirse con el mejor pantalón que tiene, pero llegó al dilema que siempre tiene a la hora de salir, qué corbata combina mejor con cual camisa. Anthony poseía una gran gama de corbatas. Con ojo clínico, examinó una tras otra, y al final escogió una. Hizo lo mismo para escoger una camisa.

 

Estaba a punto de irse al lugar de encuentro con su pareja cuando el teléfono suena, Anthony a tiende y cuál es su sorpresa al escuchar la voz de la chica con la que va a salir, se le percibe algo cansada y con dificultad para respirar.

 

—Querida, ¿qué es lo que te pasa? Te oyes extraña.

—Ay, mi amor. Qué pena me da contigo, pero me agarró la gripe.

—¿Gripe?

—Amanecí muy, muy mal, por favor, no te pongas bravo conmigo —dijo la pobre chica enferma, apenada por no salir con Anthony—. Te prometo que saldremos otro día.

—Pero, linda, ¿cómo puedes pensar que yo me puedo molestar contigo?

—¿Entonces no estás molesto ni decepcionado?

—Un ángel como tú nunca me haría enfadar. No te preocupes, yo puedo esperar hasta la próxima.

—¿De verdad?

—Salir contigo es un lujo por el cual soy capaz de esperar todo lo que tú quieras. Descansa, amor, que otro día será para nosotros.

 

Aquellas palabras hicieron que la adolescente no se sintiera aún peor de lo que ya estaba. Al mismo tiempo daba la sensación de protección y caballerosidad que Anthony gustaba lucir ante las chicas.




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