Liga Del Asfalto: Retribucion - Libro 2

Capítulo 5

JUEGO EN EQUIPO

 

La tarea de Irvin Lagos consistía en hacer que su candidato, William Jaimes, Ganara la Alcaldía Mayor de Ciudad Victoria, había otros candidatos del Partido Renovación que se postulaban para ser alcaldes de los 17 sectores que componían la Capital de la Unión Federal Latina, pero políticos, periodistas y votantes sabían que el premio mayor en esas elecciones era ocupar el cargo de la primer autoridad civil Metropolitana.

 

Para cumplir tal objetivo, Lagos y su equipo produjeron un plan de campaña, lo estudiaron, lo practicaron, reclutaron voluntarios, establecieron rutinas, distribuyeron recursos; quitarle la Alcaldía Mayor a Henry Oberon y competir contra los otros partidos políticos demostraría ser una tarea titánica, sobre todo después del atentado contra su vida que le permitió ganar unos cuantos puntos en las encuestas.

 

Pero de un día para el otro y sin explicación William comenzó a tomar decisiones contrarias a las que le decían sus asesores, de no ser por los resultados positivos de las mismas su entorno más cercano ya hubiese entrado en pánico, sector tras sector, discurso tras discurso los votantes y los medios parecían apoyarlo, los puntos que lo separaban de Henry decrecían esperanzadoramente, no a la velocidad que V.I.R.U.S. necesitaba.

 

Cada semana, la oscura organización solicitaba la presencia del abogado con aspiraciones políticas para preparar estrategias de campaña, que luego haría pasar como suyas a sus subordinados, más en la última reunión le dieron instrucciones que eran difíciles de digerir.

 

—¿De verdad esperan que haga una conferencia de prensa para decir esto? —Se sorprendió William al leer el comunicado que le pasaron a los tres monolitos holográficos frente de sí.

—No harás eso porque nosotros te lo digamos, lo harás porque Irvin Lagos y el resto de tu gente estarán tan felices con la noticia que te pedirán hacerlo público — Habló La Primera Compañera.

—¿Están demasiado seguros de que esto va a funcionar?, la gente lo va a interpretar como un intento desesperado.

—La gente lo va a interpretar como nosotros queramos que lo interpreten—Dijo El Camarada Supremo.

—¿O es que acaso crees que eres el único que se presenta ante nosotros? —Preguntó La Segunda Compañera a su invitado.

 

William Jaimes estaba asustado, no sólo porque su secreto pueda hacerse público y sumergirlo en la vergüenza, sino por el obvio fracaso de la Unión Federal Latina de impedir que un grupo como V.I.R.U.S. pudiera acumular tanto poder sin que nadie se diera cuenta, no les creía cuando estos le dijeron que no tenían nada que ver con el atentado contra Henry Oberon, como tampoco creía que no sacarían su secreto si lo consideraban necesario. «Fracasamos, todos nosotros fracasamos».

 

Terminada la reunión William se dirigió al comando general del Partido Renovación transitando por calles con afiches estampados con su rostro y de su rival en la contienda electoral, al llegar lo esperaba su equipo de campaña junto a Irvin Lagos y su hija, todos estaban visiblemente felices.

 

—¿William dónde estabas?, te estaba llamando al G-Com—Preguntó Irvin.

—Quería desconectarme unos minutos—Se disculpó William.

—¡Papá ha ocurrido un milagro! — Pía abrazó a su padre, éste lo hizo con aún más fuerza, como si alguien se la fuera a arrebatar en cualquier comento.

Irvin Lagos entrega un P.A.C a William para que vea los correos electrónicos y los comunicados que evidenciaban una realidad que el candidato ya sabía de su reunión con V.I.R.U.S.

—¿Tú sabías de esto William? —Preguntó Irvin entre sorprendido y emocionado—¡Se supone que yo debería ser el director de campaña!, pero tus últimas estrategias han sido buenas, ¡así que te perdono, ja, ja, ja!

William respiró hondo, tenía que ejecutar su rol.

—Llama a los medios Irvin—Ordenó el candidato—También al resto de los partidos políticos, que preparen a un representante y que se mantengan al tanto.

 

 

 

 

****

 

A Lázaro Ximénez todavía le dolían las manos por la pelea contra los carroñeros, pero esas dolencias eran más psicológicas que físicas.

 

Pudo comprender perfectamente que debía mantenerse en pie de lucha, Marcos no le daría ningún tipo de piedad si terminaba en el hospital por una pelea o un accidente en las calles mientras competía para él «El próximo golpe me puede tirar al piso, y siempre hay un próximo golpe» pensó el joven piloto mientras se preparaba para la clase de Educación física del profesor Hugo Sandoval en la entrada de la cancha escolar.

 

—¿Puedo adivinar lo que piensas? —Le preguntó Circe acercándose a ver qué le pasaba.

—Eso me ahorraría mucho trabajo—Dijo Lázaro con una sonrisa leve—Sólo me limito a decir que todo ha sido muy difícil, y parte de mí cree que me lo merezco.




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