Liga Del Asfalto: Retribucion - Libro 2

Capítulo 11

EZEQUIEL

 

 

La violinista permaneció pensativa, era algo que no se imaginaba que podía ocurrir, entonces recordó las palabras de Liz Jelinek: «¿Vas a quedarte sola mirando cómo Lázaro se abraza con otra?. Muchas mujeres se la pasan buscando al hombre perfecto, pero la mayoría de las veces terminan con alguien lleno de defectos, y es ese el que las hace más felices». «¿Qué pasa? ¿Por qué piensa tanto? —Reflexionó Christian—. Ya lo suponía, fue un error haberle preguntado».

—Sí, está bien —dijo Circe. No sabía por qué había dicho eso, solamente lo hizo. Como era un amigo, tal vez no habría ningún problema.

 

En ese instante, el joven estuvo frío, no dio crédito a lo que escuchaba. Le había dicho que sí, aceptaba estar con él, ¿pero Circe aceptaba más por el supuesto desinterés de Lázaro en ella que por las virtudes de Christian?, ¿o sólo quería darle una oportunidad para ver si podía entrar en su corazón?

 

Emocionado, Christian arregló con ella que pasaría a buscarla en taxi a las 9.00 pm a su casa, se encontraba bastante satisfecho, tanto que incluso sonreía, eso extrañó a Romina que no entendía por qué tan de repente lucía tan feliz, era algo insoportable para ella.

 

La felicidad del joven tenía efectos secundarios, estaba tan alegre que olvidó durante todo el día decirle a Circe que con él estaría otra pareja, Anthony y Débora.

 

En la salida, al caminar para regresar a su hogar, Christian no dejaba de sentirse bien, no recordaba la última vez que se sentía así, el mundo común que lo rodeaba, los árboles, las casas, incluso la basura, parecía diferente ahora, en eso escucha la voz de una jovencita que lo estaba llamando, al voltearse notó que era Nayive. «Otra vez ella. Bueno, no importa, hoy estoy de buen humor».

 

La chica de pecas nota al instante el cambio en Christian, poseía un aire optimista y alegre que reemplazó al serio y sombrío de antes.

 

—Oye Christian, ¿recibiste alguna buena noticia?

—Eh, no, ¿por qué?

—Puedo darme cuenta por tu cara.

—¿¡Eh!?

Nayive ríe un poco.

—¡Aunque lo intentes a ti te resulta imposible ocultar lo que sientes! —Dijo ella alegremente.

—¿De verdad?

—¡Pero no lo tomes a mal! Por cierto, ¿por qué estás tan feliz?

—Es que pasé una prueba muy difícil, y eso me alegra —Contestó Christian sonriendo, luego sonó su G-com, era su madre, pidiendo que busque a Jordan, su hermano menor, al Colegio Pompei, Nayive lo acompañó y no pudo ocultar su agrado al verlo tan diferente, incluso hablaba más con ella que en las veces anteriores.

 

«Hoy está más divino que antes —pensó Nayive— ¡El amuleto de amor sí funcionó, después de todo!» «¡Es increíble que el mundo sea tan diferente si uno lo mira de forma positiva!», pensó Christian.

 

****

 

Lázaro desconocía de la cita de Christian con Circe, aquel día su mente se encontraba en una cosa, el disco de su padre, aún si lo obtenía no contestaría las muchas preguntas que lo envolvían.

 

Al salir de la Institución Educativa Abraham Medina, vistiendo su inseparable chaqueta negra y sin decirle a nadie, se fue atravesando la metrópolis, al lugar donde trabajaba el destinatario original del disco, Ezequiel Martin. «Tendrás que enfrentarlo tarde o temprano, no importa que tan rápida sea tu Stingray, de eso no podrás escapar», fueron las palabras de César para su joven amigo, el cual sentía que debía responder a sus actos y, al mismo tiempo, obtener las respuestas que tanto quería.

 

Lázaro entró en el edificio de prensa en el centro de la ciudad, con permiso de los vigilantes se dirigió a la oficina de Ezequiel, un lugar muy sencillo, con algunos libros, retratos de la familia y premios a la labor realizada. El periodista se sorprendió al verlo y lo saludó cordialmente, después de todo, era el hijo de un amigo y colega fallecido.

—De verdad te pareces a tu papá —Comentó Ezequiel, ambos tomaron asiento —Dime joven, ¿en qué te puedo ayudar?

—Nadie nos va a interrumpir ¿no?

—No, ¿por qué?

 

Lázaro se puso serio, desconocía el impacto de lo que estaba por decir.

 

—Escuche atentamente… —A partir de allí, le contó a Ezequiel que había tomado el disco antes que él, le dijo sobre el mensaje oculto en el VR-Zone y cómo el disco dañó su computadora.

—¡El disco! ¿Lo tuviste siempre tú? —exclamó el periodista, incrédulo.

—Pues sí. Sé que hice mal en ver el mensaje.

—¡Al contrario! —Ezequiel le contó que poco después de salir de la oficina de su padre, un sujeto con un objeto punzo cortante lo amenazó a él y a su familia por obtener ese disco, más al ver que no tenía nada  y desconocer quién se lo había llevado lo dejó en paz—.Estuvo mal que te metieras en esos asuntos, pero la suerte está contigo supongo, aunque todavía temo por mi familia.




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