Liga Del Asfalto: Retribucion - Libro 2

Capítulo 12

ENCERRADOS

 

La Institución Educativa Abraham Medina estaba en silencio luego de la partida de la mayoría de los estudiantes, Anthony y Circe se encontraban reunidos en su interior por sus deberes de delegados de clase, en su salón el muchacho formula una pregunta.

 

—¿Estás lista para esta noche?

—Pues sí, eso creo.

—Ya vas a ver, nos vamos a divertir muchísimo, sobre todo Christian, el pobre sabrá Dios desde cuándo no tenía una salida decente.

—¿”Nos”?, ¿es que tú también vienes? —preguntó Circe, extrañada.

—¿Christian no te dijo?, esto fue idea mía. Aunque si te puedo decir, que debe estar contento de verte de nuevo fuera del colegio.

 

Más que sentirse mal por no haberle dicho que Anthony iría, Circe tuvo sentimientos encontrados, uno era satisfacción por ser la fuente de la alegría de Christian, el otro era pena por no ser Lázaro el que pasara por lo mismo.

 

Pero el mayor pecado de la violinista, era no ver lo que era obvio para todos, una ceguera producto o de su propia conveniencia subconsciente, o de la falta de tacto, únicamente ella no lo sabe en verdad.

 

—Pero no hay por qué molestarse —Dijo Anthony—.Tiene demasiada cosas en esa cabeza binaria que tiene, a veces la memoria no le funciona bien, ja, ja, ja.

—¿Y tú con quién vas a ir? Me imagino que no irás solo.

—Claro que no. Me va a acompañar alguien que hace milagros por así decirlo.

 

Circe no entendió eso último. Se preocupó pensando si Christian de verdad estaba enamorada de ella o fue únicamente un comentario gracioso de Anthony. La respuesta a esa pregunta, por el bien de los dos, debía ser revelada en la noche.

 

—Creo que no debí aceptar salir con él así tan a la ligera.

 

****

 

Christian necesitaba Créditos para que su esperada cita con Circe pudiera llevarse a cabo, por ello, no tuvo otra alternativa que ir a pedirle a su padre, el hombre que, según él dice, ama a sus hijos a muerte, sin embargo se fue con otra mujer desmembrando a su familia tiempo atrás.

 

Sería una reunión difícil para Christian, los recuerdos de su madre sin respirar estarán en su cabeza para siempre, si le perdonara o no a su padre por ese acontecimiento el tiempo lo diría, aun así, a medida que entra en el edificio de las Industrias Oberon, donde trabaja su padre, hace lo posible para que el rencor no aparezca.

 

El padre de Christian se sorprende de ver a su hijo en la puerta de su oficina, no resiste las ganas de abrazar a su primogénito y de besarlo. Por unos minutos se sientan a hablar de varias cosas, esas que los padres y los hijos hablarían normalmente si se vieran todos los días, al finalizar la charla, Christian le dijo con un poco de nervios que necesitaba Créditos.

 

—¿Para qué?, ¿Es para Jordan? —Preguntó el padre.

—No, es para mí —respondió su hijo —Tengo algo importante que hacer con él.

—Es para una chica ¿no?

—Creo que me estoy volviendo demasiado trasparente en estos días.

—¡Bah!, ¿tú crees que yo no tuve tu edad? Era obvio que era algo por el estilo. —El hombre sonrió mientras sacaba de su billetera los Créditos. Antes de que Christian se fuera, su padre no pudo evitar hacer una última pregunta.

—Y tu madre, ¿cómo está?

—Se encuentra bien —contestó Christian—. Pasó de la etapa de llorar todas las madrugadas a insultarte cada vez que escucha tu nombre. No sé tú, pero yo creo que es una mejoría.

 

El padre sabía que se merecía esas palabras, y las aceptó, con dolor por los errores del pasado, padre e hijo se despiden, Christian había pasado la prueba de volver a su padre, se sintió mal de todas maneras, pero sonreía, tenía los Créditos para salir con Circe, todo lo demás, al menos por algunas horas, no importaba. Se introdujo en el elevador y bajó un par de pisos. La persona que Christian encontró cuando las puertas se abrieron resultó ser una gran sorpresa.

 

—¡Hola, Christian, hoy no me saludaste!

—Hola, Pizarro, no esperaba encontrarte aquí.

 

A diferencia de Christian, que estaba con ropa casual, Nayive vestía su uniforme de colegio y su mochila. Una vez adentro, el elevador continuó su marcha.

 

—¡Qué casualidad encontrarnos aquí! —Exclamó ella con alegría.

—Tuve que venir a ver a papá.

—¿¡De verdad!? Yo tenía que hablar con mi mamá, ¡qué extraño! Tal vez tu papá y mi mamá se hayan visto incluso antes de que tú y yo nos conozcamos.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.