Liga Del Asfalto: Retribucion - Libro 2

Capítulo 18

RIVALES

 

Lunes por la mañana, primer día de clases de la semana, pero no para Lázaro, hizo como si fuera a ir a la escuela para no levantar sospechas en su madre, pero en realidad fue a ver a Ezequiel. Le había mandado un mensaje a su G-Com, pidiendo verlo a la brevedad.

 

El periodista le dijo que lo vería en un pequeño local en donde iba a desayunar, cerca del edificio donde trabajaba, suponía que el muchacho llevaría la información consigo y que con ello podría cerrar un ciclo que le costó la vida a su compañero y amigo, Juan Ximénez.

 

Pero no le tomó mucho tiempo suponer que algo andaba mal, vio la cara de Lázaro apenas entro al local, la derrota y el remordimiento se veía en su rostro.

Se sentaron a la mesa, Ezequiel hizo la pregunta que más temía.

 

—No tienes el disco contigo, ¿cierto?

—Un hombre… un hombre entró a mi casa, me amenazó con que si no le decía dónde estaba el disco le haría daño a mi madre, no tuve otra alternativa.

 

Ezequiel Martin quedó en silencio, la mirada de Lázaro era la misma que tenía él cuando tuvo el cuchillo de Erlan en la garganta «Es el mismo sujeto, no me queda la menor duda» a pesar de ello dentro de sí existía una sensación de alivio, ya no tendría que ser responsable de lo que sea que Juan investigó, era una cruz que pensó que podía cargar y que finalmente se alegró por no tener que llevarla sobre sus espaldas.

 

—Lo lamento tanto Ezequiel, de verdad que es una decepción.

—Lázaro, voy a hacerte unas preguntas muy importantes, y tienes que contestarme con la verdad. ¿Tu mamá está bien?

—Sí, ella estaba en la cama acostada cuando todo eso pasó, la muerte de papá la ha dejado muy débil.

—Mejor que ni se entere, al menos por ahora, ¿Él tipo ese te hizo algo?, ¿Pudiste identificarlo?

—Tenía la cara cubierta, me pinchó con algo que me dejó en el piso, pero más de un dolor en mis huesos no me pasó nada.

—Gracias a dios que sólo fue eso, puedo haber sido peor, ahora bien y se completamente honesto conmigo, ¿hablaste con otra persona además de mi sobre ese disco?, ¿algún socio de tu padre, la policía?

—Nadie en el periódico de mi padre sabe de eso, ¡Ni siquiera mamá!

Ezequiel había estado en el mundo de la investigación desde hace mucho tiempo, tanto que su mente era casi la de un detective, si ese hombre llegó a casa de Ximénez días después de haber hablado con Lázaro y no lo hizo en los días previos, eso solo podía significar una cosa. «Estoy siendo vigilado, y muy de cerca».

—La culpa fue sólo mía —se excusó Lázaro, visiblemente afectado—. Aceptaré cualquier castigo si es necesario.

—Está bien, hijo, esta gente hubiera obtenido el disco de una manera u otra, lo mejor es olvidarnos de todo este asunto por un tiempo.

—¿¡Olvidarnos!?  Hay gente investigada por la muerte de mi padre y no tienen nada que ver, en poco tiempo todas las pandillas serán investigadas por cada crimen que esos estúpidos policías no puedan resolver.

—Sin pruebas no podemos hacer nada y si las cosas no cambian, terminarán presos antes de hacer algún tipo de diferencia, ahora ve al colegio o a tu casa, y cálmate muchacho, ya no hay nada que hacer.

 

Minutos después Ezequiel regresó a su oficina, cerró con llave la puerta quedándose parado mirando alrededor. «¿Teléfono intervenido?, no lo creo, hablé con el chico aquí en persona, ¡En mi oficina!»

 

Encendió su PC, la puso a reproducir música, y comenzó a registrar meticulosamente su lugar de trabajo.

 

****

 

Al día siguiente los ánimos seguían algo bajos entre los chicos, Romina seguía traumada por lo ocurrido días antes, peor era que tanto por su bien como por el de sus compañeros no debía decir nada a sus padres, era todavía más difícil ocultarles la verdad cuando miraban los noticieros sobre los hechos en la casa de Marcos.

 

Tampoco olvidó cómo Christian estuvo siempre a su lado, impidiendo que se desmoronara más. No la dejó sola ni un instante y en los momentos más críticos el rostro que ella veía siempre era el suyo. Esa fue una parte de la historia a la que más detalle dio al contárselo a Circe Durán.

 

—Es sorprendente, nunca perdió el control y se preocupó mucho por nosotras —continuó relatando Romina—. Figúrate que cuando vio a Débora en el suelo fue a ayudarla de inmediato olvidándose de lo que podía pasar por ahí parecía un héroe sacado de una película.

—Él es un chico muy especial —añadió Circe sonriendo—. Sólo hacía falta que lo vieras por ti misma. ¿Te lo dije o no?

 

Romina puso entonces una expresión de melancolía, no sabía qué tan especial era Christian para Circe y no quería entrar en un terreno donde únicamente habría dudas corriendo el riesgo de volver  a cómo eran las cosas antes.




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