Anne envió una fotografía de la cena y supo que tendría que esforzarse para entrar al vagón y llegar a tiempo, ya había dejado pasar demasiados carros.
El bullicio del movimiento del tren, la voz en off indicado las estaciones, el aroma a sudor y el calor que le impedían apenas respirar entre ese mar humano, eran razones suficientes para evitar a toda costa usar el metro, pero aun así Anne había insistido en inscribirla en ese prestigioso instituto. Casi después de un año su único consuelo era que al menos no tenía que interactuar con chicos.
Esa tarde la humedad del ya casi verano se hacía sentir, los cuerpos de las personas a su alrededor se pegaban cerca de su pecho y espalda, habituaba rodearse de mujeres, por lo que no se intimidó cuando, probablemente por accidente, sintió un ligero roce bajo la espalda, aun tenía varias estaciones de camino. Un segundo roce en las piernas ahora le provocó escalofríos. En breves segundos, evidentemente una mano, subió bajo su falda, acelerándole el corazón. La multitud le impidió siquiera voltear la mirada, bajó los ojos, avergonzada. Cada movimiento del tren fue una tortura, nueva oportunidad para que esa intimidante mano la rozara.
-…¿Estás bien?- musitó una voz femenina.
Con dificultad asintió con la cabeza, aunque probablemente su expresión la delataba, supo entonces que tenía la atención de aquella chica. Y cuando estuvieron en la próxima estación la desconocida la tomó del brazo, obligándola a bajar. El único hombre en el vagón bajó también con ellas.
- ¡¿Le hiciste algo?!- exclamó llamando la atención de todos.
El joven, con uniforme de instituto, pareció sorprendido, Hotaru no tuvo el valor de verlo a la cara. La chica insistió.
- ¡vi que la estabas manoseando!
- ¡¿Qué?!- rio con sarcasmo- ¡por qué querría tocar a una chica tan fea!
Hotaru, en vez de enojo se sintió apenada.
- ¡deberías estar agradecida!
Lo vieron apresurarse a la salida de la estación, Hotaru suspiró al borde de las lágrimas. Su heroína, una atlética pelirroja que ahora identificaba ser más o menos de su edad, compadecida le compró una lata de refresco y le dio una breve charla respecto a la importancia de denunciar a los acosadores, que Hotaru a duras penas pudo escuchar.
La sensación de las manos de aquel chico, mucho más joven de lo que hubiese imaginado para un acosador, tardó en desaparecer de su piel, y junto con eso la había llamado fea…sin duda, ese episodio le había hecho aumentar el rechazo que tenía hacia los hombres...
Así que Miu era modelo, la idea se repitió varias veces en su cabeza, por esa razón lucía tan atractiva, hubiese deseado tener el valor para preguntar más al respecto.
Esa tarde luego de clases volvió al entrenamiento de tenis, al fin podía dejar de preocuparse, las chicas en su mayoría eran amables, no intentaban competir, la mayoría estaba en el equipo por diversión. Las superiores se encargaban de organizar a las novatas y ayudaban a quien pudiese necesitarlo.
Como acostumbraba fue la última en acabar las infinitas vueltas a la cancha, y apenas lograrlo se dirigió al camarín. Terminaba de abotonarse la blusa cuando una chica de cabello rojizo, delgada, pero atlética, entró y se cambió con una impresionante rapidez. Hotaru la analizó pasmada, en silencio, ahora llevaba el cabello corto, pero sus ojos serios y su sonrisa le evocaron una sensación agradable inmediata. De seguro al notar que la observaba le devolvió una leve sonrisa, avergonzándola. Se amarró el cabello con cierto nerviosismo e intentó salir, golpeando torpemente su rodilla en una de las bancas, debió apretar los dientes para no chillar.
- ¿Estás bien?- exclamó su compañera con actitud incrédula.
- si…- respondió casi con un susurro, aún así la chica se inclinó a mirar su pierna.
- dejará de doler si poner una compresa fría- musitó- No te había visto ¿Eres nueva?
- entré hace poco…soy Hotaru…
-…claro, me llamo Umi, un gusto- respondió con una sonrisa que contrastó con su mirada.
- ¿Estás en el equipo titular?
- me esforcé- asintió complacida- aunque sólo estoy en el equipo de reserva, las superiores son demasiado talentosas- Hotaru se sorprendió por su modestia- de todas formas puedes hablarme si necesitas ayuda.
-claro…gracias.
Cerraron la puerta, y antes que pudieran despedirse una animada voz a varios metros se llevó la atención de ambas.
-¿Ya te vas?- musitó un despeinado pelirrojo.
Hotaru reconoció de inmediato su sonriente rostro.
-terminamos un poco antes.
-Momo dijo que obtuviste un lugar en el equipo titular.
- sólo en la reserva- insistió ella, ahora un poco avergonzada.
- podremos entrenar juntos, he estado mejorando mis técnicas para cuando llegue el campeonato.
- por supuesto- asintió dirigiéndose a ella- …aunque ahora debo ir a casa.
El recién llegado se despidió para sólo hasta ese momento centrar su atención en ella.
- ¿También estás en el equipo?- sonrió sin darle el tiempo de retroceder- ¡Es cierto! ¿estabas viendo el partido del otro día, verdad?
Le resultó en extremo curioso que también lo recordara. Volvió a asentir, ahora ruborizada.
- ¡así que tenías curiosidad por el tenis!
-…si…
- Soy Keiji, en el equipo todos competimos, pero intentamos ayudar a los nuevos- agregó con esa sonrisa que dejó a Hotaru secretamente sorprendida, después de tantos años sin interactuar con chicos, que alguien fuese tan dócil y amigable le hizo de forma inconsciente comenzar a bajar la guardia- …tú te llamas…
-...Hotaru ... soy Hotaru.
- No olvides hablarme si necesitas ayuda. – exclamó antes de apresurarse hacia un par de chicos que venían en la misma dirección.
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Editado: 29.11.2024