Esa mañana antes de comenzar las clases el profesor de ciencias entregó los resultados del último examen, Hotaru se alivió al saber que había obtenido una buena nota, a pesar de no estar cien por ciento enfocada en sus estudios. Miu se puso de pie de inmediato con su examen en mano, tenía un gran cien escrito en la parte superior de la hoja, pero cuando pudo verlo con claridad notó que pertenecía a su amiga.
- ¿No crees que Yukari es inteligente? - musitó, Hotaru le dirigió una leve sonrisa- desearía ser como ella.
- entonces deberías priorizar los estudios- la interrumpió la aludida quitándoselo- si sigues obteniendo bajo setenta en todos los ramos tu padre se enterará.
-setenta no es tan malo- dijo Hotaru inocentemente.
-es malo para mi, si obtengo malas notas en los exámenes pueden expulsarme de la agencia- declaró sorprendiéndola- pero estoy tan cansada.
-si lo hubieses dicho antes te habría ayudado...
-¿en serio? ¡eres muy linda Hotaru!- cogió su mano- si me ayudas te daré una muy buena recompensa.
La única recompensa que pudo imaginar Hotaru fue poder estar al menos durante un día en su lugar.
Fue así como al día siguiente, dado que en un par de semanas tendrían nuevos exámenes, Miu le cobró la palabra, y aunque se había comprometido en preparar la cena para Anne, supo que priorizarla era la única opción.
Aunque propuso ir a la biblioteca ella insistió en invitarla a su casa. Por lo que apenas terminar sus entrenamientos de esa tarde, la esperó para llevarla.
Tomaron el metro en una línea y dirección muy diferente a la que acostumbraba.
Sólo bastó caminar unas cuadras fuera de la estación de Den-en-chofu para encontrar la casa de Miu, era un condominio residencial mucho más acomodado que el departamento donde ella vivía. Debió obligarse a cerrar la boca y suspirar por la nariz al momento de entrar. En el recibidor, una mujer de cabello oscuro apareció desde la bella sala, hizo una leve reverencia, y aunque, dada su juventud y características físicas era fácil saber que no se trataba de su madre, se saludaron con mucha confianza.
-Por suerte te encontré en casa- sonrió Miu complacida.
-¿quieres algo antes que me vaya?
-¿puedes servirnos té helado?
Su habitación estaba en el segundo piso, un lugar amplio, donde los colores rosas y pasteles representan a la perfección su personalidad femenina y delicada. Dejaron sus cosas a un lado de la cama, sentándose en la alfombra. En pocos minutos la chica les llevó un par de vasos y una jarra de té verde.
-Si no fuera por la ayuda Midori esta casa sería un desastre- suspiró viendo la puerta cerrarse-la aprecio como si fuese de la familia.
Hotaru llenó ambos vasos y buscó su cuaderno de apuntes. Miu se acercó y abrió su armario de dos puertas.
-¿Te importa si me cambio antes de estudiar?
Un montón de prendas, entre zapatos y accesorios se asomaron, tantas cosas, justo como Hotaru lo hubiese imaginado.
Se avergonzó al verla desvestirse frente a sus ojos, probablemente confiada de la perfección de su cuerpo. Su cintura diminuta y sus piernas tan blancas, largas y delgadas llamaban la atención de cualquiera. Con la cara enrojecida prefirió desviar la mirada hacia una fotografía que descansaba sobre una repisa al lado de su cama. Era una Miu preadolescente, junto a una sonriente mujer rubia y un hombre tal vez mayor.
- ¿Te gusta?- sonrió- es de nuestras vacaciones en Orlando.
Dado que era de esos portarretratos dobles rotó la fotografía hacia el lado apuesto, apareciendo ahora un lindo bebé castaño de grandes ojos claros, en brazos de Miu con uniforme de secundaria.
-¿Tienes un hermano?- murmuró sorprendida, considerando que jamás lo había mencionado.
Ahora fue Miu quien suspiró.
-...tuve...- respondió con una expresión seria, tras quedarse mirando la imagen por unos segundos- ...Shinya ¿era lindo no crees?
Hotaru asintió con la cabeza, un poco confundida y se quedaron en silencio. Miu parecía prepararse para decir algo importante cuando alguien tocó la puerta.
-¿Puedo pasar?- sonrió entrando, era la misma mujer sonriente de la fotografía.
-ya estás aquí ¿no?
Debido a su parecido supo de inmediato que se trataba de su madre, salvo que la mujer tenía el cabello corto, su rostro pálido denotaba la misma expresión amable.
- traje galletas…- asintió dejando una bandeja sobre el escritorio- hace mucho que Miu no invitaba amigas a casa.
Hotaru se avergonzó. La aludida pareció fastidiada.
-sólo vamos a estudiar.
-entonces las dejo tranquilas- musitó- si necesitan algo estaré en la sala.
-ok...- suspiró por la nariz, con evidente premura para que se fuera.
-Tu mamá es muy joven- comentó tras la breve interrupción-...y linda...
-…sólo es linda cuando toma sus medicamentes- respondió con cierto sarcasmo- antes de eso pasábamos mucho tiempo juntas…y lo amaba- suspiró-…pero desde la muerte de Shinya…todo en ella cambió.
Hotaru parpadeó sorprendida, ahora sin poder encontrar alguna frase adecuada.
-¡Bien!- se levantó de pronto- ¿no quieres que te arregle el cabello antes de estudiar?
-...pero…- murmuró desconcertada- podría hacerse tarde.
Ahora la expresión de Miu pareció intimidante.
-…aunque- titubeó-…si tú crees que está bien…
- claro- sonrió- siéntate frente al tocador.
Un par de espejos, maquillaje y adornos para el cabello, había demasiadas opciones, aunque ella no estuviese familiarizada con nada.
- Los peinados que usas no son para una chica de preparatoria – musitó desarmando las trenzas que ese día llevaba- a nuestra edad ya deberías llevar un estilo más delicado.
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Editado: 29.11.2024