Ligera y agridulce

Nada nuevo bajo el sol: Capítulo 8

A pesar que el plan de acercarse a Ryo al fin estaba siendo exitoso, en secreto Hotaru deseaba que Miu encontrara alguien más en quien fijarse. Ya la mayoría de sus compañeros sabía que trabajaba como modelo por lo que su popularidad estaba creciendo, aunque ella parecía no darles demasiada importancia, en especial después de los interminables sermones de Yukari.

 

Durante el almuerzo Miu sonrió dejando su obra de arte sobre la mesa, como ella había llamado a su obento.

 

- Se ve bastante bien- mencionó Yukari.

- el tuyo no tiene carne – musitó, Hotaru asintió.

- qué consideradas- respondió en tono sarcástico.  

-  para mi querida Yukari.

- ¿sólo para mi?- sonrió suspicaz.  

- tómalo como una disculpa, por haberte dado preocupaciones- volvió a sonreír, ahora más complaciente que de costumbre.

- probablemente sigas dándomelas, pero está bien.

- tonta-la atrapó en un abrazo.

- tendrás que alimentarme bien si quieres que te defienda.  

 

Hotaru las miraba sorprendida, preguntándose si Yukari habría sido una matona en el anterior instituto.

 

Una de sus compañeras que miraba la escena unos metros más allá en el salón, se acercó y murmuró en tono malicioso.

 

- Si siguen actuando tan cercanas los demás comenzarán a pensar que son novias.

 

Yukari inmediatamente levantó la mirada y respondió seria, ante la sorpresa de todos los que alcanzaron a escuchar.

 

- y qué si lo somos…

-…bueno- musitó Miu- la verdad no me importa que puedan pensar los demás, pero gracias por preocuparte…por nada.

 

En ese momento tanto ella como Hotaru, supieron que habían llamado la atención de Ryo, quien acababa de entrar al salón.

 

Hotaru lo miró con disimulo al regresar a su asiento. Sí tenía cierto atractivo, pero su rostro era tan femenino al nivel de causarle confusión, hubiese querido tener el valor de saludar y que dijera algo, ya que el tono profundo de su voz le había resultado antes placentero.

 

 

 

Miu esperó la hora de salida para seguirlo hasta el área de deportes, donde sabía que iría esa tarde. Era sin duda un alumno destacado dentro de su equipo, donde parecía no interactuar demasiado con sus compañeros, pero al menos asentía a los cumplidos.

Lo vio salir de la pista, para su sorpresa esta vez caminar acompañado de una chica, aun así apretó los dientes, respiró profundo y se armó de valor para acercársele.

 

-…Te estaba esperando- se interpuso en el camino de ambos- lo admito.

 

Ryo, por suerte le dirigió una mirada a su compañera, que no dudó en retirarse, ahora Miu sintió emoción al comprender que al menos había decidido quedarse a solas con ella.

 

- por lo del otro día- musitó intentando mantenerse segura-  como agradecimiento-  le acercó la bolsa de género que contenía el obento.

 

Él se quedó viéndola serio, sin reaccionar. Miu se sintió avergonzada.

 

-está bien – murmuró tras varios segundos.

-  genial- sonrió-…nos vemos mañana. 

 

Sintió de inmediato la necesidad de escapar, a pesar que siempre se había considerado muy valiente, esta vez estuvo a poco de flaquear.

 

Dado que esa tarde no tendría que ir al estudio se fue directo casa, estaba ansiosa por llegar y contarle a Midori lo sucedido, pero esta vez su madre fue quien abrió la puerta.

 

- Buenas tardes- escuchó una voz masculina desde adentro, por lo que se apresuró en entrar.

- ¿papá?

- hola…- respondió con una sonrisa que amplió más la sonrisa que ella ya traía.

- ¡¡papá!! ¡Porque no dijiste que venías!- corrió a abrazarlo.

- ¿no lo hice? Tal vez se lo dije a tu madre.

 

Miu la miró de reojos.

 

- bueno, a veces es mejor si es una sorpresa- se excusó la aludida.

- sólo estaré por unos días, tengo asuntos que resolver en la compañía.

- al menos te has dignado en venir- respondió en tono de broma.

- no me regañes, te traje algunos obsequios, están en tu habitación.

- bueno, tal vez así pueda perdonarte- se quedó viéndolo con una sonrisa. Su padre le había parecido un hombre fuerte, aunque fuese delgado, tal vez porque seguía aventajándole varios centímetros, con su cabello castaño claro, ella siempre había creído que era muy guapo, aunque ahora lucía como si en estos meses fuera de casa hubiese envejecido varios años.

- Bien ¿les parece si como recompensa vamos a cenar?

 

La idea volvió a emocionarla y subió rápidamente a su habitación donde pudo ver entre los regalos un set de aretes que no dudó en probarse de inmediato, y se vistió de manera muy recatada, ya que tal vez él continuaba viéndola como su inocente hija.  

 

En el restaurant, uno de sus favoritos, pudieron al fin repasar las cosas que habían sucedido en el último tiempo. Era tan reconfortante poder estar juntos, ya que, a pesar de siempre encontrarse ocupado, si hablaba sobre sí misma siempre procuraba poner mucha atención, a diferencia de su madre. De vuelta a casa se subió al auto con una enorme sonrisa, e incluso quitándole a su madre el asiento del copiloto.

 

Personalmente hubiese preferido quedarse con él un poco más, pero al otro día debía levantarse temprano para ir al instituto.

 

Subió a su habitación y se recostó sobre la cama con una sonrisa. Antes de quedarse dormida revisó sus redes sociales, ahora sin importar la cantidad de cumplidos de sus seguidores ni las peticiones de sus pervertidos. Comenzaba a conciliar el sueño cuando unos chillidos en el piso inferior la hicieron reaccionar.

 

- ¿Podrías al menos bajar la voz?- decía él.

- ¿cómo te atreves a pedirme que lo haga? ¡Ni si quiera te interesa cómo me siento!




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