Ligera y agridulce

Nada nuevo bajo el sol: Capítulo 12

En casa Midori la recibió con una sonrisa, complacida aceptó su vaso de té helado y musitó tomando su mano.  

- Estoy tan feliz de que puedas quedarte.

- sabes que no podría perderme tu cumpleaños.

- prometo que cuando tenga dinero te invitaré a los baños termales, sólo las dos.

- entonces tendrás que esforzarte mucho- bromeó.

- y nos harán tratamientos de belleza y un masaje de relajación- suspiró sonriente- lo necesito, creo que mi cuello se ha vuelto rígido.

- tal vez es porque estás un año más vieja.

Ambas rieron.

La acompañó en la cocina donde una olla de curry comenzaba a burbujear.

- Huele delicioso.

- espero que también lo pruebes, no quiero que termines luciendo como tu madre- suspiró- estoy un poco preocupada, no ha querido comer en varios días, tu padre me dejó el número del seguro por si sucede algo.

- ¿bromeas? No quiero que le pase nada en mi cumpleaños- exclamó, haciendo que Midori frunciera el ceño.

- cielos, debo decir que acabas de oírte como una niña egoísta y malcriada.

Debió bajar la mirada.

- no me interesa- murmuró entre dientes- cuando tenga dinero me iré de esta casa y viviremos solas, lejos de mamá.

- no digas eso- le pasó la mano por la cabeza, despeinándola- ella nos necesita.

- está claro que a mi no me necesita…

Claro que su existencia si quiera tenía importancia para su madre, se había convencido que ignorar ese comportamiento era lo mejor para ambas, y de no ser por Midori se hubiese seguido sintiendo completamente sola.

 

A la mañana siguiente despertó temprano, sabía que Midori estaba en pie incluso antes que ella encargándose de los preparativos, y aunque sólo quería verla y recibir su saludo de cumpleaños al pasar fuera de la habitación de huéspedes divisó a su madre sentada al borde de la cama, se detuvo ante ella esperando que la notara.

- Buenos días- levantó la mirada- estoy un poco cansada, perdón por tener esta apariencia.

Miu suspiró, poco sorprendida.

-…¿ya…desayunaste?

- Te ves guapa- sonrió- es porque hoy es tu cumpleaños ¿verdad?

- si- respondió con escaso interés.

- siempre has sido tan refinada- se incorporó para alcanzar su mano, un ligero contacto que le provocó escalofríos - sólo procura no engordar – sonrió.

Apretó los dientes y suspiró por la nariz, fastidiada. Sin obtener respuesta su madre devolvió su atención a las pertenencias de Shinya.  

- Creo que deberías deshacerte de esas cosas ¿no recuerdas que eso fue lo que dijo la terapeuta?

-…sabes que no podría hacerlo.

- si no lo haces tú, lo haré yo- insistió ahora con actitud desafiante.

- no, no, no serías capaz.

-…Entonces al menos por hoy deja de pensar en él- agregó sintiendo que se le apretaba la garganta- ¿no te das cuenta que la persona que está aquí soy yo?

Su madre, con un suspiro agonizante, y un tono de voz exageradamente lúgubre desde su perspectiva, respondió.

- por favor…no hables así…no tienes derecho.

Por supuesto que no iba a apiadarse.

- ¡claro que sí! He sido yo la que ha estado soportándote todo este tiempo ¿acaso crees que papá se fue por mi culpa?- unas primeras lágrimas se le escaparon.

- qué quieres decir.

- ¡olvídalo! No vas a arruinar este día también.

Por suerte Midori acudió a su rescate consolándola con un reconfortante abrazo.

 

Afuera hacía buen clima, prepararon la terraza donde había espacio suficiente para sus invitados. Intentó olvidarse de su madre y reír junto a Midori, quien le ayudó a elegir un vestido que permitiera lucir de manera discreta las formas de su cuerpo y destacar por la sofisticación que había aprendido con el modelaje.   

 

Hotaru, por su parte se sorprendió al descubrir que podía lucir incluso más guapa de lo que ya creía, llevaba un vestido oscuro de encaje bastante sobrio, pero parecía como si se preparara para modelar. Shun era el centro de atención entre las invitadas, y por suerte estaba Yukari, la única persona a quien conocía. Por supuesto le fue inevitable llevar su atención a Ryo, vestía una camisa oscura y jeans ceñidos, igualmente atractivo que su novia, y a pesar de estar afuera del instituto tampoco se atrevió a acercársele.

 

 

 

Por suerte para Miu Satoe se había quedado en la habitación el resto de la tarde, Midori le daría sus medicamentos en la noche y así al menos podría disfrutar tranquila de su cumpleaños.

 

Desde el jardín trasero de su casa podía escuchar los murmullos de sus amigos en la terraza, daba igual si muchos de ellos no eran más que compañeros de trabajo o si casi no tenía amigos de verdad, incluso daba igual si aun seguía esperando un saludo de su padre; ella sabía simular muy bien estar feliz, todo debía ser perfecto.

 

Se quedó ahí unos minutos más, escondida, en silencio, suspiró profundo, sólo un poco más de tranquilidad.

 

-…Cualquiera diría que te preparas para modelar- murmuró una voz a sus espaldas, se obligó a sonreír, pero al parecer Shun ya había aprendido a interpretarla- pero tu cara es tan…¿deprimente?

 

Apretó los dientes deseando evadir su presencia.

 

- déjame en paz.

 

Él sonrió.

 

- Así que el niño guapo es tu novio- musitó- admito que su rostro me hace volver a dudar de mi sexualidad- bromeó.

-…cállate.

- pero dime- suspiró- por qué no está ahora contigo.

 

Lo miró con el ceño fruncido.

 

- por qué querría que me viera con esta cara.

 

Él pareció suspicaz.

 

- entonces…por qué permites que yo sí te vea.

 

En ese momento Miu se sintió paralizada, ya no tuvo palabras. Estaba avergonzada.

 

- créeme que no le importarán tus expresiones las veces que lo hagan- rio.




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