La actitud ambivalente de Tomoki que por momentos le causaba un poco de gracia y en otros cierto temor, era casi el típico comportamiento de un niño mimado, dada su experiencia era de las pocas enfermeras que realizaban sus cuidados sin sentirse obligada a tolerarlo.
Esa mañana lo había deja a cargo de algunas de las enfermeras pasantes, así que sólo cuando, al terminar sus labores decidió hacerle una visita, en breve acabó disgustándose al descubrir que en una esquina del cajón de su velador un par de comprimidos simulaban esconderse de ella.
- No sé por qué le dijiste a las chicas que ya habías tomado los medicamentos- bufó con severidad. Tomoki llevó su mirada al cielo desde las páginas de su revista de deportes.
- debiste decirles que se aseguraran que lo hiciera- musitó con malicia- ya sabes que esos medicamentos me marean y dan sueño, nunca los tomaría de forma voluntaria.
Anne bajó la cabeza y suspiró resignada.
-…es cierto, pero ya sabes que si no los tomas seguirás teniendo insomnio y esas extrañas pesadillas respecto a tu madre.
Ahora, desviando la mirada, quien suspiró fue él.
Hubiese querido tomar su mano, reconfortarlo y acariciar su cabello, aunque si él no daba alguna señal de confianza sabía que lo único correcto era respetar sus tiempos.
Su padre mencionó una vez que antes del accidente había sido un chico alegre, confiado y elocuente. Ambos entendían su estado actual, aunque a ella le gustaba imaginar que de verdad en algún momento volvería a ser ese niño agradable, por ahora debía seguir manteniéndose firme.
Habiendo soportando un nuevo periodo de ayuno de dieciséis horas ansiaba que llegara el receso para almorzar, su estómago rugía feroz y comenzaba a sentirse aletargada. Antes de salir del salón miró de reojos a Ryo, quien ahora parecía incluso más somnoliento que de costumbre, y luego, producto del ruido proveniente de un grupo de compañeras, le fue inevitable fijarse en ellas, hacían comentarios y cumplidos en torno a algo que no pudo divisar, pero cuando la protagonista entró al salón esas miradas se quedaron en ella.
Miu les regresó una ligera sonrisa antes de ser diplomáticamente ignoradas, y caminó hasta ella cargando un par de latas de jugo.
-¿Quieres almorzar con nosotras?
Hotaru levantó la mirada preguntándose si de alguna forma debía seguir sintiéndose afortunada por tener su atención sin siquiera buscarla. Como no había preparado nada cogió su lata de jugo y caminó hacia el rincón del salón.
Yukari la saludó con esa actitud apática que la caracterizaba y ambas se quedaron escuchando los comentarios de Miu respecto al trabajo, Hotaru temió que en algún momento mencionara algo respecto a su página, pero sólo sacó una revista de su mochila.
- Creí que saldría hasta mañana- musitó entregándoselas.
En la primera fotografía posaba con lencería de encajes, en las siguientes lucía diferentes conjuntos de ropa interior deportiva, en la última con una polera húmeda que acentuaba sus curvas.
- Creo que esa podría estar fácilmente en una revista para adultos- murmuró Yukari con malicia. Ella de inmediato sintió como se le subía la sangre a la cabeza.
- Si tú lo dices- sonrió Miu con cierta complicidad- modelar para este rubro deja mucho más dinero y son menos horas de trabajo.
- supongo que no tendrás problemas con tus padres.
- la novia de papá opina que debería hacer lo posible para independizarme.
Hotaru suspiró y se quedó pesando en lo bien que sabía usar Miu los beneficios de ser atractiva, era inevitable sentir un poco de envidia.
-Luces muy bien en todas- quiso sonreír con sinceridad, pero algo en su cerebro le impidió hacerlo. Tomó un sorbo de su jugo y siguió pasando las hojas en silencio, además de la ropa interior había muchos consejos de moda, peinados y métodos para bajar de peso.
- Aunque no lo creas tuve que esforzarme para adelgazar un poco más- enfatizó, Yukari rio incrédula- estuve varias semanas consumiendo menos de quinientas calorías diarias sólo a base de líquidos.
Hotaru pensó en qué diría si supiera que ella también se estaba esforzando, incluso a pesar de saber que nadie lo notaba ni le hiciera cumplidos.
-Me gusta que también quieras preocuparte por tu salud- musitó sorprendiéndola.
-si a eso puedes llamarle salud- rio Yukari, Miu la miró de reojos.
- lamentablemente una mujer que está gorda tiene muchas menos posibilidades.
- tampoco es como que hayas estado gorda alguna vez en tu vida- se burló.
- tener un cuerpo delgado te hace lucir sofisticada.
Si ella lo decía debía ser cierto.
- Deberían comer algo.
-estoy bien con esto- sonrió señalando su lata de jugo.
-¿y tú Hotaru?
Aunque fuese su día para comer con normalidad, y su estómago implorara por ello, algo en su mente le indicó que era el momento preciso para demostrarse que podía esforzarse incluso un poco más.
-…no tengo hambre…
Miu pareció sonreír triunfante.
-si logras volverte más linda podrás ser fácilmente inalcanzable para muchas personas que antes te ignoraron.
Cuando el profesor entró para iniciar la siguiente clase, regresó a su asiento, ahora incapaz de concentrarse. En su cerebro tenía una fuerte disputa en cuál era el equilibro entre lucir “sofisticada” y tener que soportar el hambre, idea que la mantuvo distraída el resto de la tarde.
A la salida fue un alivio encontrar a Keiji, que, aunque ya sospechaba estaba intentando escoltarla para evitar que faltara al entrenamiento, prefirió seguirle el juego, tal vez le ayudaría a dejar de pensar un poco en la comida.
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Editado: 29.11.2024